En el filo del gol
No se gana por valer, sino que se vale por ganar. Esta idea contemplada desde un enfoque psicológico viene a decirnos que se valora la capacidad de generar bienes materiales, dineros o títulos. Es lo que hay. Pero, ¿Qué es eso de mirar al vecino para aprender de nuestros propios errores? Es como confesar que los errores no son inherente a uno mismo, es más, pienso en el error como parte del componente con el que se forja el material con el que uno se hace.
Ricardo Bur (psicólogo, blogger y profesor facultad de psicología de la Universidad Buenos Aires) comenta:
“Ha surgido ya hace algunos años —y tiende a tornarse parte del lenguaje común— una categorización que implica una traducción directa no sólo de la lengua inglesa sino del modo con el cual el neoliberalismo va creando formas de vínculo y de apreciación de la realidad. Se trata de la diferenciación entre losers y winners, o, como se ha comenzado a decir con mayor frecuencia de lo reconocido en nuestra propia tierra, entre ganadores y perdedores, aludiendo con ello a una clasificación que genera una bipartición de la sociedad
Ya no se trata de ser «el ganador» de un concurso, de un sorteo, de una situación de competencia cualquiera, sino «un ganador», alguien que pasa a pertenecer a un conjunto de seres que tienen ciertos atributos que los diferencia. Y es en este pasaje de «el» a «un» donde se marca la pertenencia a una especie, a un rango que articula una categoría que permanece más allá de la situación, transformándose así de descriptiva en valorativa. Porque casualmente, el ser un perdedor o un ganador se define desde esta perspectiva, por el éxito social alcanzado, en estado puro, más allá de toda valoración de otro orden” (…)
Hay quien piensa (en el mundo del fútbol, claro) que El Sevilla FC es el ideal del éxito deportivo y social, y es tanto así que la comunidad entiende que el ser un perdedor o un ganador se define desde esta perspectiva, por el éxito social alcanzado. Estos parecen ser los rasgos que constituye el punto máximo alrededor del cual gira el sistema social de valores.
El Betis tiene que aspirar a ser ante todo genuino, no parecerse a nada, en lógica es lo que lo ha definido siempre. Sinceramente pienso que el bético y la bética no aspiran al cliché, a una copia burda de algo tan lejos de la rebeldía de vivir.
Sociológicamente se dice, porque se estudia, que aproximadamente cada diez años la sociedad cambia, mejora o evoluciona en los valores propios que conllevan cambio.
Resulta significativo que no se celebrara un gol contra el eterno rival in situ, en el propio estadio, como ha ocurrido en el partido disputado en el Benito Villamarín ante el CD Lugo, es decir, coincidiendo en el tiempo con el partido del Sevilla FC disputaba ante la UD Almería, por aquello de los horarios unificados de finales de liga, como sí ocurría antes más a menudo, antes de la irrupción de los grandes contratos televisivos. No sé si ha sido más un despiste por la falta de costumbre o porque realmente algo está cambiando. El Betis a lo suyo, a saber sufrir en silencio las adversidades del destino a aprender no de los demás (sí con los demás), aprendiendo de su propia experiencia vital, queda mucho por hacer pero se están dando los pasos.
