Vídeo – El Vicente Calderón, testigo de las grandes gestas verdiblancas
Recuerdos imborrables de un estadio que siempre quedará grabado en la retina de la afición del Real Betis Balompié. El próximo sábado, el cuadro verdiblanco dirá adiós a su feudo fetiche. Aquel césped que tantas sonrisas dibujó. Un templo que aparece en las páginas doradas de la historia de la entidad heliopolitana. El Betis se despide del Vicente Calderón.
Los de Víctor Sánchez del Amo se enfrentaran el sábado, a partir de las 18:30 horas, al Atlético de Madrid a orillas del Manzanares. Los colchoneros, en pocos meses, abandonaran el Calderón para inaugurar su nuevo feudo, el Wanda Metropolitano. Pero, pese a ello, el Real Betis tendrá la oportunidad de disputar sus últimos 90 minutos sobre el tapete rojiblanco. Un partido para revivir aquellas noches mágicas. Aquellas finales ante Athletic Club de Bilbao y Osasuna.
Los verdiblancos cosecharon en dicho escenario las dos Copas del Rey que hoy lideran las vitrinas del Benito Villamarín. La primera de ellas, en el año 1977. La competición, por aquellos años, estrenaba denominación. El bético aun frota sus ojos recordando, con orgullo y muchos sentimientos, aquel épico triunfo desde el punto de penalti frente al cuadro vasco. La final, disputada el 25 de junio del 77, coronó a una de las mejores generaciones de jugadores que vistieron las trece barras. La afición tuvo la oportunidad de sentir el cosquilleo de una final. Una final con el Vicente Calderón como principal testigo.
Esnaola; Bizcocho, Biosca, Sabaté, Cobo; López, Alabanda, Cardeñosa; García Soriano, Megido y Benítez, con Del Pozo y Eulate en los cambios. El cuadro bético, entrenado por aquel entonces por Iriondo, pasaría a la historia de la entidad verdiblanca. Una gesta que inauguró el palmarés copero en Heliópolis, huérfano hasta entonces.
No asustó a los verdiblancos el todopoderoso Athletic de Irureta e Iríbar. Los vascos llegaban con el cartel de favoritos y vieron como los de Iriondo les superaban tras una actuación magistral de Esnaola. El guardameta bético, que paró dos y metió el suyo, atajó el disparo de Iríbar y dio vida a los verdiblancos. Un equipo que, finalmente, acabaría imponiéndose tras el 2-2 final y 20 penaltis lanzados. El Real Betis levantaba su primera Copa del Rey. Los “héroes del 77” hacían historia en el Vicente Calderón. Desde aquel entonces, un estadio en la memoria de la parroquia bética para siempre.