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Berlín en nueve minutos.

MUN368. MÚNICH (ALEMANIA), 12/05/2015.- El director técnico del Bayern, Pep Guardiola (c), estrecha la mano del futbolista Lionel Messi (d), del Barcelona, hoy, martes 12 de mayo de 2015, durante el segundo partido de una de las semifinales de la Liga de Campeones de la UEFA, entre Barcelona y Bayern, en el estadio Allianz Arena de Múnich (Alemania). EFE/Tobias Hase
MUN368. MÚNICH (ALEMANIA), 12/05/2015.- El director técnico del Bayern, Pep Guardiola (c), estrecha la mano del futbolista Lionel Messi (d), del Barcelona, hoy, martes 12 de mayo de 2015, durante el segundo partido de una de las semifinales de la Liga de Campeones de la UEFA, entre Barcelona y Bayern, en el estadio Allianz Arena de Múnich (Alemania). EFE/Tobias Hase

Si bien Guardiola cumplió, al menos en parte, con lo que dijo en la previa acerca de que no buscaba un partido loco, fue irónica y comprensiblemente la hinchada bávara la que puso en liza ese ambiente de gran noche europea, de gesta heroica, de remontada ante el equipo que, posiblemente, mejor maneja los registros de presión alta, contragolpe y juego de posición, es decir, que tiene la posibilidad de competir con mucha solvencia en función de lo que proponga el rival. Precisamente el Bayern llevó el peso del juego durante los 90 minutos a pesar de que la eliminatoria, si no estaba ya solventada desde el miércoles pasado, duró lo que tardó en llegarle un balón franco a Messi.

Ya en el minuto 7, el Barcelona encajó un gol que, si bien era claramente el punto más débil del conjunto catalán en las etapas de Guardiola, Tito y Martino, se tornó en un rara avis en esta temporada: el balón parado. Unzué ha dejado ver su mano este año no solo en el aspecto ofensivo, sino en la defensa, pero quizá la relajación de las rentas de la ida llevó a Busquets a perder la marca de un Medhi Benatia que remató en solitario de forma fantástica y que un ter Stegen todavía en frío no pudo llegar a atajar. Como he dicho antes, el Bayern se vio espoleado por su hinchada a pesar de que ya fue Rakitić quien, entrando desde segunda línea, casi mata la eliminatoria de no ser por una buena parada de Neuer al remate en semifallo del mediapunta croata, pero la esperanza no fue abarcó más de nueve minutos. Una contra fulminante: Messi recibió solo, con espacio y tiempo para pensar, como si el argentino no fuera peligroso con solo uno de estos dos factores; dio el pase medido a un Suárez que ganó la espalda al goleador teutón para ver a Neymar al segundo palo y poner el 1-1. Irónicamente, la transición defensiva del Bayern fue efectiva en número, pero no en forma: solo se quedaron arriba Lahm, Lewandowski y Müller, pero para cuando fueron a organizarse, el balón ya era del Diez.

A partir del empate mediado por el tridente azulgrana, poca historia más hubo. ¿Poca historia en unas semifinales de Champions? Sí, el partido dejó un segundo tanto de Neymar para irse al descanso en ventaja, y tras los quince minutos de rigor Luis Enrique decidió prevenir una lesión de Suárez, que sufría una leve sobrecarga, dando entrada a Pedro y centrando la posición de Messi. A partir de ahí, el partido fue del Bayern por completo, pero digo que hubo poca historia porque, a pesar de los goles de Lewandowski (dejando a Mascherano en el camino y a un Piqué que, incomprensiblemente, se apartó de la jugada) y Müller, no peligró en ningún momento la eliminatoria, porque cuando los bávaros superaban a la defensa culé, se topaban con el joven meta alemán, que anoche se consagró en una de las plazas más duras del panorama europeo a pesar de encajar tres goles en los que no pudo hacer nada.

Lo increíble de este Barcelona está en que se pudo permitir relajarse en el feudo bávaro, por lo que quedó una sensación de que si el Barcelona hubiera necesitado anotar y no encajar, podría haberlo hecho sin relativa dificultad, pero aguardaba el Calderón. Ya en el descuento Neymar rompió a Rafinha quedándose solo ante Neuer, pero optó por dar un pase (que acabó siendo erróneo) a un Messi que llegaba desde atrás, pero no importó en absoluto. El billete a Berlín llevaba una semana sellado.

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