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Luces y sombras, llega la extinción del fútbol

Foto: lavanguardia.com
Foto: lavanguardia.com

Si, lo sabemos, el titular es quizás demasiado apocalíptico. Hay muchos intereses dentro de un país como el nuestro para llegar al extremo de erradicar una de las pocas alegrías que tienen muchos en tiempos donde la abundancia y las ganas de sonreir son más escasos de lo que nos gustaría. No obstante, el panorama es completamente desolador.

El fútbol español tiene dos caras, la de la riqueza, que es la que a muchos interesa dar de cara al exterior, y la de la pobreza. Al igual que las grandes ciudades tienen esa parte que brilla para el turismo de gente rica y pudiente que viste de señorío la zona, mientras nadie presta atención a los suburbios, a esa otra parte de la ciudad que forman guetos alejados de esa ilusión óptica que se pretende dar; el fútbol español tiene esas luces y sombras que siempre han existido, pero que hoy en día apenas son un destello y cada vez está más cubierto por sombras que difícilmente pueden ser ignoradas, ni siquiera por el aficionado más superficial.

Tenemos en nuestro fútbol a un FC Barcelona dominador de España y Europa durante un tiempo, que ante un correctivo como el endosado por el Bayern de Münich en Champions League, fácilmente olvida su política de cantera y saca el talonario para firmar a la joya más fulgurante de Brasil o un central, sea o no una estrella, de cualquier otro grande de Europa (Thiago Silva, Marquinhos o David Luiz, algunos de los que suenan o han sonado). Por otra parte, su majestad el Real Madrid, capaz de despojar de dos de sus mejores jugadores y no en vano, grandes promesas del panorama nacional, a equipos como el Málaga CF o la Real Sociedad con los fichajes de Isco e Illarramendi. Un equipo al que no le afecta ni interesa el balance de gastos y beneficios, al que no le importa vender a jugadores como Negredo, Soldado o más recientemente Carvajal, para recomprarlos por más dinero un año después sin que duela el bolsillo. Un club que no se rasga las vestiduras si tiene que poner 100 millones de euros (cantidad que el Levante, por poner un ejemplo, tardaría en ganar más de ocho años ateniéndonos a los derechos televisivos) para fichar al futbolista del momento en la Premier League como en su día lo puso para firmar a Cristiano Ronaldo.

Y en fin, esto está muy bien. Da caché a la Liga BBVA, hace que los aficionados al fútbol de otros países piensen: «En España juegan los mejores jugadores del momento». Pero quizás ese caché o ese valor en la opinión del aficionado sería mayor si realmente la liga española fuese una competición, si todos peleasen con una igualdad mayor por un mismo objetivo. Las ilusiones, los sueños, los milagros, están muy bien, pero si pones un guerrero en una barricada y no le das ni un solo arma ante un ejercito acorazado, lo normal es que fallezca. Y sí, el fútbol español, está falleciendo.

Y señores, el termino fallecer no es solo una hipérbole, ni siquiera una simple metáfora. Nuestro fútbol se extingue. Puede que muchos no lo noten, porque no está afectando, de momento, a los más grandes, pero lo hace. Y es que aunque el brillo de los dos grandes acapare horas en programas de televisión deportivos, portadas de prensa escrita y imágenes a gran escala absorbiendo la visión de todo aquel que entra a los distintos portales web, lo cierto es que el fútbol español está moribundo, cuesta abajo y sin frenos y nadie hace nada por evitarlo.

Históricos que pasaron en su día y dejaron huella en la historia de la primera división del fútbol español han desaparecido. La UD Salamanca o el Xerez son claro ejemplo de ello. El Guadalajara fue descendido administrativamente, se han advertido irregularidades en un Alcorcón que hasta el final luchó por ascender y el Mirandés se salvó «in extremis» gracias al compromiso y al esfuerzo económico de sus propios jugadores por leyes completamente obsoletas y en algún que otro caso, incluso absurdas, que se niegan a ser reformadas o derogadas. Rumores de amaño corren como electricidad sobre un líquido que cada vez moja más la competición, se investiga la Liga Adelante e incluso la Liga BBVA. Los contratos televisivos dan la sensación de desmoronarse cualquier día como si de un castillo de naipes hecho con millones de euros se tratara y con él, podrían caer varios equipos que temiéndose lo peor, han comenzado una etapa de austeridad que fácilmente podemos «palpar» en este mercado estival 2013.

Foto: futbolprimera.es
Foto: futbolprimera.es

La liga española ha visto como no solo la Premier Ligue está mejor estructurada, sino que competiciones como la Bundesliga alemana o la Ligue 1 en Francia ofrecen también más competitividad (y emoción, aunque esto sea invisible a los aficionados de los dos grandes españoles) que el campeonato local. Todo el crecimiento que se ha vivido con los logros de la selección se decrece en cuanto a la calidad del torneo nacional, en una competición en la que términos como «liga de dos» o «el mejor de la otra liga», son tan habituales como echar a rodar el balón con el pitido inicial.

Para el señor Javier Tebas, cuestionado sobre los ingresos por televisión y otras cuestiones hace un tiempo, cambiar los repartos televisivos haría que la liga fuese injusta por ser demasiado igualada. Es decir, que para tener una competición justa es necesario que haya desigualdad, que los colosos de nuestro fútbol cobren 140M anuales (solo por televisión, sin contar abonos, marketing o publicidad) mientras que cualquier equipo medio de la Liga BBVA, que no se nos olvide, «compiten» por el título de liga ante estos (obviamente la palabra compiten debe ir entrecomillada), cobra por televisión unos 12M de euros. Que jamás puedan fichar a un jugador con un desembolso mayor a los 2 o 3 millones de euros si quieren subsistir y no endeudarse hasta las cejas. Que nunca puedan ofrecer a sus jugadores las fichas que cualquier equipo medio en otro país le ofrecería y que cedan en cuanto uno de los dos grandes, o ya incluso ante recién ascendidos en la Premier League se interesen en cualquiera de sus futbolistas.

Porque una competición como la alemana o la inglesa, en la que los recién ascendidos como el Cardiff City se gastan casi 20M de euros en Andreas Cornelius y Caulkier para COMPETIR (en mayúsculas y sin comillas) en la liga, en la que el Crystal Palace se hace con Dwigth Gayle o Campaña gastando unos 8M o el Hull City con un desembolso de casi 10M en fichajes, no es justa. Porque los grandes, que ya de por sí lo serían si no existiese la televisión y seguirían muy probablemente ganando un 95% de las competiciones nacionales que disputaran, necesitan ser más grandes, debilitar a otros equipos y que estos a su vez se vean ahogados sin poder fichar o pagar a sus jugadores.

En el fútbol español, seguiremos disfrutando de ver el balón correr por el césped, seguiremos disfrutando al cantar un gol, y seguiremos disfrutando de abrazar a nuestro compañero de asiento al conseguir una victoria. Seguiremos esperando un milagro para vencer a alguno de los colosos, que visto los recursos de uno y otro, es precisamente milagro la palabra más adecuada. Seguiremos viviendo el fútbol pero seguiremos esperando un cambio, sea por cabezonería, por hacer entrar en razón a alguien aportando cada uno, como un servidor, su pequeño grano de arena o sea, como probablemente será, por el efecto de reventar toda la burbuja televisiva que hoy rodea al fútbol de la península ibérica. Seguiremos esperando pero mientras esperamos, las sombras ya han cubierto casi todo atisbo de luz. Las competiciones antes parejas, nos llevan años de adelanto y aquellas que antes eran consideradas de segundo nivel, ahora son sencillamente mejores. Seguiremos esperando, y soñaremos con que nuestro fútbol no se extinga y no tengamos que ver desaparecer más historia del balompié nacional ante nuestros ojos. Pidamos un fútbol mejor o simplemente, apostemos por su futuro.

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