1929.-«La autoridad y los deportes»
«Excmo. Sr. gobernador civil de la provincia:
Un grupo de aficionados al fútbol, sin bandera de pasión, un algo entusiasta de sus equipos, pero, ante todo, amantes del buen fútbol, tienen el atrevimiento de dirigirse a V. E. en respetuosa súplica, a fin de que por todos los medios a su alcance evite el que el partido de fútbol que ha de celebrarse el próximo domingo 17, entre los equipos del Sevilla FbC y Real Betis Balompié, clubes que mantienen el fuego sagrado del deporte y de la pasión, un tanto ya exagerada, y que en el último partido celebrado entre ambos contendientes degeneró en el barbarismo impropio de una capital que, a diario, recibe la visita de millares de extranjeros, evite los desmanes y agresiones que por parte de los jugadores se cometieron en aquel partido y que, a no dudar, han de cometerse en el próximo.
¿Responsables? Los jugadores y el árbitro. Más éste que aquellos.
¿El público? Nunca. Los espectadores son llevados a donde los desmanes y agresiones mutuas entre jugadores se cometen y el parcialismo del dirigente de la contienda los quiere llevar.
Estos humildes aficionados ruegan a vuecencia, en evitación de que en Sevilla vuelvan a repetirse hechos bochornosos, se sirva dar las órdenes oportunas al árbitro que ha de dirigir la contienda, para que responda de la nobleza y buena marcha del partido en que ha de dirimirse el título de Campeón Regional.
Si el árbitro impone su autoridad desde el primer momento y expulsa del campo a aquellos de dichos jugadores que con malsana intención cometen agresiones, validos de la inmunidad que hasta parece tener todo jugador de fútbol, no cabe dudar que el partido transcurrirá dentro de la mayor corrección.
Por todo ello, con todo el debido respeto, y confiados en tantísimas pruebas como tiene dadas V. E. de su amor a Sevilla, de su rectitud y pericia en el mando de la provincia, y que por ello le admiran todos, suplicamos a V. E. ejerza su autoridad sobre el árbitro que ha de actuar en este partido y sobre los jugadores que han de participar, a fin de que observen los reglamentos de fútbol en todas sus partes y se comporten ante el público con caballerosidad y deportivismo, evitándose de este modo el que, tantos propios como extraños, presencien una batalla campal, impropia hoy, no de una capital como Sevilla, sino del más apartado y atrasado rincón del África.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Sevilla, jueves 14 de noviembre de 1929».
«Tribuna Pública».-ABC-SE-19291115.