CD Tenerife, un retorno de esperanzas, de Manuel Sarmiento
En 1987 el CD Tenerife subió de Segunda B a Segunda División, lo que sirvió para que el veterano periodista Manuel Sarmiento Birba escribiera este reportaje de homenaje en el periódico deportivo AS.
En él se repasa brevemente la historia deportiva del club blanquiazul haciendo especial mención a su única temporada en Primera División por entonces, la que tuvo lugar en la campaña 1961-62, y se le alentaba a la consecución de mayores empresas, en lo que fue realmente premonitorio, pues en la campaña 1988-89 el Tenerife volvió a Primera División e inició el periodo más brillante de su historia.
Lo necesitaba Santa Cruz de Tenerife. Me refiero al ascenso de categoría de su equipo titular. Tras su paso por la Segunda B ha reingresado en Segunda A con todos los pronunciamientos favorables. Es ciudad y afición que pueden sostener perfectamente en el futuro un cuadro en la División de los mejores. Máxime contando en la misma con el concurso asimismo de la Unión Deportiva Las Palmas, por aquello de mantener una rivalidad que tanto bien produce a los efectos económicos y deportivos.
El Club Deportivo Tenerife vuelve al lugar que por lo menos le corresponde. Son muchos años de equipo cantera, son muchas las temporadas de hacer jugadores para el fútbol insular. Es tan larga la relación de estas aportaciones, que citarlas supondría una lista demasiado extensa para plasmarla aquí. Vaya el reconocimiento para Tenerife en lo que se puede considerar cantera del fútbol insular en sus muchos años de aportación futbolística.
El Club Deportivo Tenerife, creado en 1910, puede enorgullecerse de ello. Y hoy en día en la misma capital tinerfeña existen cuadros como la UD Salud, el CD San Andrés o el propio CD Victoria, que marcan un paso importante en la entidad de la hermosa capital canaria.
El Tenerife es el producto de una lucha constante que le llevó desde la oscura categoría regional a la Segunda División en la temporada 1953-54. Categoría en la que estuvo ocho temporadas consecutivas hasta su ascenso a Primera División en 1960-61. Su presencia en la División de Honor fue corta: sólo la temporada 1961-62, porque al término de la misma desciende a Segunda, categoría donde se sostiene años para acabar por descender a Tercera y, tras retornar a Segunda B, lucha años y más años por el ascenso, cosa que logra, pero con vuelta a la categoría que ahora ha abandonado con el título de campeón que le permitirá el año próximo jugar en la división de plata del fútbol español y con las ilusiones renovadas de llegar un día, por segunda vez en su historia, al pináculo de los mejores.
Es de justicia, porque la efemérides así lo exige, el hecho de citar a los jugadores que integraron la plantilla del CD Tenerife en aquel venturoso periplo de 1961-62, ejercicio de su estancia en la máxima categoría del fútbol nacional español. Los años aún no han borrado el recuerdo de aquellos hombres que no pudieron sostenerse en Primera, pese a su lucha constante por lograrlo. Fueron los días de jugadores como Ñito, Cuco, Cándido y Platero, porteros; Colo, Correa, Alvaro, Felipe, Villar y Borredá, defensas. Como jugadores de medio campo, hombres como M.Jiménez, Padrón, Sicilia, Paquillo, Larraz y Gilberto, el que luego sería baluarte en la UD Las Palmas. Y en el ataque, valores consagrados en otros equipos peninsulares, como Aguirre, Beitia, Santos, luego formidable “magnífico”, José Juan, Zubillaga, Rodríguez, Miñón, Julio, Silvestre, Tosco y Santi. Una gran plantilla para un gran equipo, pero son continuidad alguna a los efectos de esa lucha que se necesitó y que no hubo en el transcurso de esa temporada en Primera División. Quizá le pudo en aquella oportunidad la inexperiencia al cuadro tinerfeño. Tenía hombres, afición y ganas para poder subsistir en la división de los grandes. No fue posible.
Sería injusto si no glosase aquí lo que supuso el CD Tenerife en su aportación al fútbol peninsular. Basta repasar una añeja fotografía que en esta misa página insertamos, donde, al lado de no pocos bisoños valores de aquel tiempo, aparecen jugadores que luego tendrían especial renombre en el ámbito del fútbol nacional. La nota gráfica es de la lejana temporada 1934-35, y los entonces blanquiazules tinerfeños albergaban en dicha formación a jugadores de la entidad de Melito, luego medio centro de categoría en el Betis, Granada y Castellón, entre otros; al fabuloso extremo izquierdo del Celta de Vigo Francisco Roig, uno de los hombres que mejor sacaron los córners en España, autor de varios goles directos desde dicho punto, y, por supuesto, la presencia de Arencibia, que formaría como interior derecho del Atlético Aviación en la mejor época de este equipo, en su doble título de Liga, en 1939-40 y en 1940-41.
El Club Deportivo Tenerife ha vuelto por donde debía. Ahora es la oportunidad de sus seguidores de sostenerlo y alentarlo hacia mayores empresas. Ahí queda el reto.
Fuente: Manuel Sarmiento en AS 2 de julio de 1987