Entrevista Andrés Aranda 1960
Como hemos señalado en distintas ocasiones Andrés Aranda es uno de los grandes personaje de la historia del Real Betis Balompié, ligado al club desde su estreno como futbolista en 1921 hasta su fallecimiento, siendo entrenador de la primera plantilla, en 1965.
Hoy traemos esta entrevista publicada en la revista del club Verde y Blanco en noviembre de 1960 y en la que repasa su trayectoria en el club en sus años de futbolista. En esta época Andrés Aranda era el segundo del entrenador de la primera plantilla, Fernando Daucik. Mañana tendremos oportunidad de ver la segunda parte de la entrevista.
Afincado en las filas verdes desde tierna edad, ha dado pruebas inequívocas a lo largo de su vida deportiva del acendrado amor que siente por los colores del Real Betis. Sin temor de que nadie pueda ofenderse, puedo decir que Andrés Aranda ha sido forjador indiscutible de muchas figuras que hoy esparcen destellos en el parnaso futbolístico español, sin que, es la realidad, se le hayan reconocido estos amplios méritos. Laureles los conseguidos por Aranda que, en más de una ocasión, han ido a tomar encarnación en otras personas. Pero no le importa nada. Él sigue adelante con su trabajo, con su afán empedernido de laborar por el deporte y por el Real Betis…
- Desde pequeño he mostrado una simpatía más allá de lo usual por el Betis. Siempre he tenido fe en los verdes. No en balde portan el color de la esperanza
- ¿Cuándo fichó por el Betis?
- Mi primer fichaje lo realicé el año 1919. Desde entonces acá, siempre en el Club de una forma u otra
- ¿Mucha diferencia de ayer a hoy, futbolísticamente hablando?
- Sí. Es indudable que las técnicas mejoran, el juego también. No soy tan obcecado que diga “cualquier tiempo pasado fue mejor”
Al entrar en el terreno de las diferencias acuden a nuestra conversación datos y hechos de la época. Algunos muy significativos, y que sirven para darnos una idea de cómo hallábase montado el tinglado deportivo hace unos 40 años.
- Muchas veces el viaje nos costaba dinero. Por cierto que recuerdo un partido que debíamos celebrar en Huelva. No había “moni” y se presentó la papeleta a general conocimiento. En resumen, cada jugador debía aportar tres pesetas y cincuenta céntimos para poder tomar el coche. El jugar ya no dependía de una calidad mayor o menor, sino de tener tres cincuenta o no tenerlas. Yo pasé grandes apuros para encontrarlas
Enfrascado en el tema expone mil cosas diversas. Por ejemplo me dice…
- La Copa de España, la aspiración máxima de un equipo, siempre la jugaba el Sevilla, que era el campeón
- ¿Y por qué era el campeón?, — insistimos con, la verdad, una mijita de mala uva.
Pero sabe estar en su sitio, como corresponde a todo deportista, el amigo Aranda.
- Por la sencilla razón de que era superior a nosotros. Tenía, también, es verdad la sartén por el mango. La única vez que nos dejaron meter cuchara fue en la temporada 1927-28. Hubo empate por el primer puesto y en Córdoba se deshizo éste por tres a uno favorable al Betis. El año anterior también había surgido empate entre el Sevilla y nosotros, pero los blancos se llevaron el gato al agua
Sigue esbozando el pozo de anécdotas que guarda su recuerdo de aquellos tiempos, pero habría necesidad de un libro para contar y saborear la intensidad y sencillez de los pequeños sucesos de aquellos tiempos del fútbol. Atravesamos este umbral del recuerdo íntimo para adentrarnos en el deportivo…
- ¿El triunfo más sonado?
- En la temporada 1931-32 cuando ascendimos a Primera. Hubimos de ganar al Deportivo de La Coruña por tres goles a uno. Nunca he disfrutado como en aquel día… ¡Algo inenerrable¡
Y por hoy el espacio nos impide seguir adelante… Lo haremos en el próximo número