Entrevista Julio Cardeñosa 2001
La entrevista que traemos hoy se publicó en ABC el 18 de febrero de 2001 y en ella el periodista Manuel Fernández de Córdoba charlaba con Julio Cardeñosa, ya casi a los 16 años de su retirada de los terrenos de juego.
En mi opinión esta entrevista es un auténtico lujo. Se trata del mejor jugador de la historia del Real Betis Balompié rememorando su paso por el club verdiblanco, recordando sus inicios en el filial del Valladolid, su pase al primer equipo albivioleta, su frustrado fichaje por el Sevilla y su fichaje por el Betis, cómo no llegó al Barcelona en dos ocasiones, en 1974 y 1978, su implicación en el Betis, sus problemas con Ferenc Szusza, la sorprendente concepción del fútbol de Rafa Iriondo, su paso por la selección española y el Mundial de Argentina, etc
Destaca la forma de sentir el Betis que un profesional, porque fue un magnífico profesional, tiene y cómo durante su trayectoria el dinero no fue lo más importante. Todo muy alejado del profesionalizado mundo de agentes, representantes y demás personajes del fútbol de hoy en día. Y maravilla cómo habla de sus compañeros en lo que fue la mejor línea media del fútbol español: López, Alabanda y Cardeñosa, pero sin olvidar la aportación posterior de Antolín Ortega y la clase indiscutible de Antonio Benítez, a quien define como «el mejor de todos».
Llegó al Betis trayéndose de su Valladolid la seda de su fútbol para que, por Heliópolis, se acariciara un juego y se admirara a un jugador de lujo que, como contraprestación al beticismo que tanto le quiso y le sigue queriendo desde los mejores recuerdos, ofreció recitales inolvidables y algo que ya se cotiza poco: sentimiento bético para alegrarse con las alegrías verdiblancas y apenarse con las tristezas. Aquel Betis campeón de Copa que pasó, después, de Rusia a Murcia…
- Con diecisiete años empecé de profesional firmando por el filial del Valladolid. Trabajaba en una imprenta. El primer año, cero pesetas. Jugué de titular, metí diecinueve goles y salieron las cosas bien. Fue el récord mío de goles. Al año siguiente fui a pedir un sueldo. Me dijeron mil pesetas, pero al final fueron cinco mil. Ese año, ya con 19, el Valladolid bajó a Tercera y allí jugué. Subimos y, a partir de ahí, hasta los 24 estuve en Segunda con el Valladolid. Después, el traspaso.
- Y para Sevilla…
- El Barcelona tenía una opción sobre mí. No se llevó a efecto porque el entrenador de aquella época, Rinus Michels, me dijo que era muy canijillo, muy poquita cosa. Y luego el que más interés puso fue el Sevilla
- ¿El Sevilla?
- Sí. Buqué habló con el Valladolid y conmigo. El Valladolid le pidió al Sevilla que le pagara en efectivo, no pudo y entonces me fichó el Betis. En el trayecto de Valladolid a Madrid yo pensaba que iba a fichar por el Sevilla. El presidente y un directivo empezaron a hablar del Betis. Yo pregunté: ¿cómo del Betis? Y me dijeron; es que vas a firmar por el Betis. Yo no sabía nada de esto
- Así llegas al Betis
- Pero el problema aquel que pusieron de que yo era muy canijillo también lo tuve en el Betis al principio. De todas formas, yo tuve dos noviazgos, por decirlo de alguna manera, con el Barcelona. Ese del año 74 y otro en el 78, al venir del Mundial. En Argentina, Kubala me dio la enhorabuena. Cuando vine para acá, el presidente, José Núñez, me dijo que sí. Pero tuvieron una asamblea y las peñas dijeron que si yo me marchaba, no sacaban los carnets y le pusieron dos sacos de carnets allí. El presidente me llamó y me dijo: Julio, no te puedo traspasar. Yo creí que lo de los sacos era broma, pero era verdad. Había dos sacos llenos. Ahí se quedó el tema.
- Supongo que con mejor contrato…
- Sí, aunque era la cuarta parte de lo que iba a ganar en el Barcelona, pero no puse ninguna pega. Ahí está el presidente José Núñez para ratificarlo. Es que yo, en la parte que me correspondía, me sentía culpable de que el equipo hubiese bajado a Segunda. Me sentía moralmente en deuda con el aficionado
- Esos sentimientos, Julio, ahora no se dan…
- El binomio de sentimiento que había entre la afición y yo era muy fuerte. El dinero, la verdad, nunca me ha importado mucho. Por supuesto que es importante, porque hay que vivir. Pero estaba bien
- Volviendo a tus principios, llegas al Betis y te haces el amo
- Me cuesta mi trabajito. El primer hándicap que tuve fue el entrenador, Szusza, porque dijo de mí, como Rinus Michels, que era canijo y que no contaba conmigo aunque ni siquiera me había visto jugar
- Después, ¿reconoció su error?
- A mí no me lo reconoció nunca. Lo pasé muy mal. Yo vine recién casado y, además, las estaba pasando negras por el calor. Me dice un directivo que el entrenador no cuenta conmigo. No me volví a Valladolid porque mi mujer me dijo que si estaba loco
- ¿Siguió la persecución?
- Me quitaba, me ponía, me culpaba cuando perdíamos. Después, cuando la afición empezó a reclamarme, ya fui titular
- Al año siguiente ficha a Muhren
- Para fastidiarme. Lo puso de interior izquierda. Terminó poniéndome a mí y a Gerrie de líbero. Yo no digo que Szusza fuese mal entrenador, pero vivía de lo que le decían
- Tras Iriondo, del que hablamos aparte, llegó García Traid. Un Betis en Segunda
- Empezamos como un tiro, pero García Traid nos mató. Acabó con nuestras fuerzas. Ya con León Lasa, a sopita y caldo, pudimos subir
- ¿Ahí acabó la deuda con la afición?
- Con la afición del Betis estaré siempre en deuda
- Tú vives en Sevilla, ¿por qué?
- Cuando me iba a retirar, lo consulté con mi mujer y con mis hijos, que los dos son sevillanos. Unanimidad: quedarnos aquí. Y aquí seguimos.
Cuando llegó Iriondo me confiesa que lo recibieron con recelo por la edad y, después, se asombraron del concepto tan moderno que tenía del fútbol. Y así define su etapa:
- Jugaba el equipo de maravilla. Nos sacó todo el jugo. Hicimos causa común con él. Tenía un sistema de trabajo buenísimo y jugábamos fenomenalmente. El único problema fue que la plantilla era corta y muy grande el escalón entre titulares y suplentes. Cuando fuimos campeones de Copa tuve una conversación, junto a José María De la Concha, con el presidente y le di mi opinión: como no firmásemos jugadores, y jugando tres competiciones, podríamos tener problemas. Hubo partidos, al final de esa temporada, en que salíamos lesionados, cojos, con esguinces…Patético
- ¿Cuántas veces has visto el partido de la Copa del Rey?
- Cuatro o cinco veces. Fue más emocionante que un gran partido. Pero sí muy intenso
- Un partido de la Recopa
- El del Milán allí, con el gol de López, inolvidable. Cuando fuimos a Alemania ya lo pasamos mal en el viaje, pero lo de Rusia fue premeditado. Ni nos dejaron dormir y casi ni comimos. Te puedo jurar que, en el segundo tiempo del partido, llegó un momento en que yo no veía ni a mis compañeros. Estaba desfallecido del hambre.
- De la selección
- El debut contra Yugoslavia
- Del Mundial
- Me hicieron pagar el pato
- Una enorme injusticia
- Si llega a ser otro no se forma tanto
- Los compañeros…
- ¿Los de la selección? Me apoyaron siempre los pesos pesados del equipo, que confiaban en mi fútbol y me dieron siempre los galones
Sus espejos como futbolista fueron, primero, Endériz y después Manolo Velázquez. Y cuando habla del centro del campo de su Betis, aquel de López, Alabanda y Cardeñosa, lo primero que hace es añadir otro nombre: Antonio Benítez.
- En aquella época, y no es por presumir, teníamos el mejor centro de campo de España. Ya no es porque lo diga yo, sino que me lo decían en la selección los del Madrid, del Atlético, del Barcelona… Era un equilibrio tan importante de fuerza y calidad que ninguno era tan completo. Teníamos por la derecha a Javi López, al que creo que no se le ha dado la importancia que tenía como futbolista; de torpe no tenía nada y daba a la línea un desahogo impresionante, arriba y abajo, llegaba ochenta veces a la raya, la centraba, la ponía… Hubiera sido importante en el Real Madrid o en el Barcelona. Sebastián Alabanda: muy inteligente en el campo porque hacía lo que sabía: fuerza para dar y tomar, un grandísimo compañero, siempre estaba detrás de ti, tapando los agujeros, ayudándote siempre, y paraba a los contrarios. Importantísimo. Luego llegó Antolín Ortega, otro fenómeno. Y teníamos al “Curro Romero”, es decir, a Antonio Benítez. O callejón o dos orejas. Había días en que decía “aquí estoy yo” y se te caía la baba viéndolo jugar; completo de todo: derecha, izquierda, fuerza física, velocidad, te centraba con una facilidad tremenda. El mejor de todos