Figuras del Fútbol. Eduardo Anzarda
Eduardo Anzarda llegó al Betis en octubre de 1973 procedente del Real Madrid, equipo en el que había estado dos temporadas. Debutó un 25 de octubre frente al Cádiz en un partido del Campeonato Andaluz de Reservas en el que el Betis venció 1-0 con un gol obra suya. En Liga no lo hizo hasta un mes más tarde en Tarragona contra el Nastic.
En enero de 1974 se publicó en Marca esta pequeña biografía de su vida, que tienen como principal particularidad el estar escrita en primera persona. En ella Anzarda relata su vida desde que se inició en las categorías inferiores de River Plate, su cesión al Unión de Santa Fé, su consolidación en el primer equipo de River y su fichaje por el Real Madrid.
Cuando se publica este relato Eduardo Anzarda llevaba menos de tres meses en el Betis. Serían 6 años más los que estaría vistiendo la camiseta verdiblanca, formando parte de la mejor historia de nuestro club.
He tenido una infancia cómoda, sin pasar hambre como otros muchachos, pero era muy rebelde, por lo que me tenían que castigar. Mi madre se empeñaba en ponerme ropa limpia, me perfumaba para que saliese a la calle elegante, pero solía volver hecho una calamidad, sucio, a causa de que cualquier cosa que fuese redonda me servía para darle patadas. Estudiaba en un colegio de curas, en San Javier, y a pesar de que hice el bachillerato, era bastante vago para los estudios.
Todo el tiempo me lo pasaba pensando en la hora del recreo para poder jugar el partido de fútbol en el patio. El único diez que llevaba a casa era en Educación Física.
Mi madre pretendía que siguiera los estudios, pero encontré el apoyo de mi padre que había llevado una vida muy dura desde los nueve años. Le gustaba el fútbol y su ilusión hubiese sido militar en un equipo de Primera División. Jugó en las categorías inferiores del Chacaritas Juniors, pero el trabajo le impidió alcanzar su sueño. Debido a esto, mi padre quería que yo alcanzase lo que él no pudo conseguir, y en esto dio en la tecla. Algo así como ver en mí realizado su sueño.
Sin abandonar los estudios me inicié en el River Plate a los once años. En Argentina se juega al “baby futbol”, con equipos de siete contra siete, hasta que se llega a la novena división, donde ya se disputan campeonatos; de la novena división pasé a la séptima, y de ésta a la quinta. A los quince años jugué mi primer partido en la tercera división. Eran partidos importantes, a los que acudían de quince a veinte mil personas, y algunos se televisaban. Era la categoría de donde salían las promesas, y la gente se interesaba por los jugadores nuevos y los pedían para el primer equipo. Poco a poco fui actuando con más frecuencia en esta división. A los dieciocho años jugué mi primer encuentro en Primera División. Fue un amistoso contra el Argentinos Juniors. Se cumplía la ilusión de integrar en el River Plate. Fue un partido de nervios para mí.
En la temporada 1969-70 pasé al Unión de Santa Fé, en calidad de cedido. Era un equipo más modesto que el River Plate, pero que contaba con buenos jugadores. Me alineé unos veinte partidos y fue un gran experiencia, ya que tomé contacto habitual con la máxima categoría, perdiendo el miedo de actuar frente a jugadores que había admirado desde pequeño. En el Unión de Santa Fé se encontraba entonces Zuviría, actualmente en el Santander. Me sirvió para volver otra vez al River Plate y jugar con más frecuencia. En el River se encontraba el ídolo de toda mi vida, de todos los seguidores del Club y aficionados argentinos. A él nadie le ponía discutir el puesto. Me estoy refiriendo a Pinino Más, que me cerraba el paso a la titularidad. El primer partido de competición con el River Plate lo disputé contra el Racing Club de Buenos Aires, en su campo. Ganamos por dos a cero y metí los dos goles. No se me olvidará jamás. La alegría me duró toda la semana. En alguna ocasión alterné con Mas como interior. Didí era el técnico del Club en aquel entonces.
Después llegó mi traspaso al Real Madrid. En 1971 ocurrió una cosa curiosa. Me habían citado para la selección juvenil que iba a intervenir en los Juegos Panamericanos de Cali. Pinino Más estaba en la selección A y el River Plate quería hacer una gira por Europa. Pidió que nos dejasen a uno de los dos para completar el grupo expedicionario y me dejaron a mí, de forma que no integré con la selección juvenil. Al mes de ocurrir esto llegó mi traspaso al Real Madrid, cosa que me sorprendió por ser un Club al que todos deseaban pertenecer, y aun no era una figura como para que se fijasen en mí.
Tengo que agradecer al River Plate las facilidades que dio para mi transferencia, ya que no solicitó una cifra que no entrase en los planes del Real Madrid. Mi paso por este club, a pesar de ser breve, me ha proporcionado grandes satisfacciones. En primer lugar, he logrado la máxima aspiración de cualquier futbolista, y luego porque encontré apoyo en todos los compañeros. He dejado grandes amistades en el Real Madrid y las puertas abiertas para cualquier circunstancia.
La llegada de Pinino Más al Madrid me creaba otra vez la misma situación que tuve en el River Plate. Volvía a taparme el paso un gran jugador y excelente amigo. No sirvo para estar en el banquillo y sabía que en el Real Madrid carecería de la oportunidad de jugar de una forma habitual. Por ello decidí fichar por otro club en el que pudiese luchar por la titularidad. Entonces llegó el momento de elegir entre los equipos que solicitaban mis servicios. No quería ir a un club de Primera División en el que llegara como remedio de males, en donde se puede fracasar con facilidad, y por eso preferí fichar por el Betis, en el que veía posibilidad de ascenso este misma temporada y de permanencia en Primera División en las siguientes, al contar con una excelente plantilla.
Me encuentro bien en mi nuevo club, porque los compañeros me han recibido con agrado y cuenta con una gran afición. Espero que pronto conseguiré un puesto en el equipo como titular, pues si bien ya he jugado varios partidos aún no he logrado rendir lo que puedo. Como el equipo está rindiendo, es lógico que se mantenga a los mismos hombres. Pineso que en el Betis triunfaré plenamente, ya que tengo una enorme ilusión en demostrar que el fútbol es mi vocación.
Yo siempre he sido un enamorado del jugador técnico, aunque reconozco que en un equipo debe existir una mezcla de todo, ya que cada vez los intereses son mayores. Yo empecé jugando por afición y me entristece un poco ver cómo muchos padres lo primero que inculcan a un muchacho es la posibilidad de ganar dinero, aunque éste sea necesario para vivir. En cuanto a mi posición en el campo, prefiero andar en la zona adelantada. Normalmente he jugado en la demarcación de extremo izquierdo, y para mí estar cerca del gol es lo más importante, porque considero que goles son amores en el fútbol y alegrías para todo el mundo. Aunque alguna vez actué en el centro del campo, lo hice siempre de media cancha hacia arriba.
El día 15 de junio del pasado año 1973 contraje matrimonio en Madrid con Cristina Herrero Alvarez, y es posible que me quede definitivamente en España. Quiero traer a mis padres más adelante, para que permanezcan aquí cinco o seis meses. En Argentina tienen un taller de chapistería de coches y mi intención es que se instalen en España. Pero antes que nada pienso en el ascenso de mi equipo y en mi triunfo personal en el Betis. Lo primero creo que de no ocurrir algo muy anormal está conseguido, y en cuanto a lo segundo estoy seguro de que se producirá.