Figuras del Fútbol. Luis Del Sol
Con el título de Figuras del Fútbol el diario deportivo Marca publicó en la temporada 1973-74 una serie de relatos autobiográficos de jugadores de los 18 equipos de la Primera División y de dos equipos que militaban esa temporada en la Segunda División: el Sevilla y el Betis. Esta excepción se hizo con los conjuntos sevillanos dado el fuerte tirón popular que ambos tenían.
Una segunda excepción se hizo con la autobiografía que hoy vamos a publicar, porque todos los jugadores que aparecen en la serie estaban en activo, todos excepto Luis Del Sol que estaba recién retirado al final de la temporada 1972-73.
Esta publicación es del 9 de julio de 1973 y sólo hacía 9 días que el último contrato profesional de Luis Del Sol había terminado.
Ahora mismo estoy con la duda de si soy jugador o lo fui, después de veinte años en que el fútbol lo ha sido todo para mí. No sé lo que será vivir sin balón, pero ya que hay que recordar diré que nací en Arcos de Jalón. A los dos meses de nacer trasladaron a mi padre, empleado de la Renfe, a Sevilla. Mi familia se estableció en San Jerónimo. Yo no me recuerdo sin jugar al fútbol, porque lo hice desde pequeño con los muchachos del pueblo. Nunca me preocupó firmar. Acudí, junto con otro amigo, a probar en los juveniles del Sevilla, pero cuando me dijeron que firmase no me presenté. Posteriormente fui a los juveniles del Betis y me alineaba sin firmar, hasta que un día, sin pensarlo, firmé por el Betis. Lo que yo quería era jugar.
Me hicieron profesional antes de los dieciocho años. De esto ya hace algún tiempo. Aquella temporada el Utrera estaba para descender a Regional y me cedieron cuando faltaban seis partidos. No descendimos.
A la temporada siguiente me dijeron en el Betis que dejara de trabajar. Era mecánico y pedí la excedencia. Desde entonces todo ha sido fútbol. El equipo se encontraba en Segunda División. No jugué los tres primeros partidos, pero a partir del cuarto me pusieron y ya no dejé de ser titular hasta que me traspasaron al Real Madrid. Salía de extremo izquierda, pero, en realidad, para jugar en el centro del campo. Todas las temporadas se oían rumores de que me traspasarían al Madrid o al Barcelona, de tal forma que cuando menos me lo esperaba, me vendieron al Real Madrid. Cuando acudí a hablar, en Secretaría, ya se había realizado mi traspaso.
Guardo grandes recuerdos de mi paso por el Real Madrid, que siempre se portó maravillosamente conmigo. Mi debut en el equipo de Chamartín fue contra el Barcelona en partido de Copa de Europa, que ganamos aquella temporada al vencer en la final al Eintracht por 7-3 en partido disputado en Glasgow. Era el primer título que conseguía en mi carrera futbolística. Después vinieron bastantes.
Con el Madrid conseguí, en dos años y medio, dos títulos de Liga y también el de Copa, además de proclamarnos campeones intercontinentales. Eran los tiempos grandes del conjunto madridista, en el que figuraban jugadores de la talla de Di Stéfano, Puskas, Gento, Rial, Mateos y que atrajo la admiración de todo el mundo hacia el fútbol español y concretamente hacia el campeón español. Son muchos los recuerdos para enumerarlos en estas breves líneas.
A los dos años y medio de estar en el Real Madrid pasé a Italia. Fue un traspaso sonado, ya que se habló de treinta y cinco millones de pesetas, aunque de esto no puedo afirmar nada, ya que el jugador es el que menos sabe sobre las cifras entre los clubs. Primero me vendieron al Torino, pero se deshizo la operación y en seguida vino la Juventus. Los primeros tiempos en Italia fueron difíciles, no por el fútbol, ya que me adapté rápidamente, sino por el idioma, pues a pesar de que parece sencillo, entraña sus dificultades. Firmé por tres temporadas, al final de la cuales renové por dos, nuevamente por otras dos y otra más. En total pertenecí a la Juventus por ocho temporadas. Con el conjunto de Turín conseguí el título de Liga y el de Copa de Italia, llegando a las semifinales de la Copa de Europa.
Desde la Juventus pasé a la Roma, donde he permanecido dos temporadas. Al finalizar la primera temporada expresé mi deseo de volver a España, pero los dirigentes del club no deseaban que volviese y firmé una temporada más con el equipo romano que entrenaba Helenio Herrera; pero lo hice a condición de que me diesen la libertad para jugar en España, porque no accedían a que pudiera ir a otro club italiano.
Creo que he dejado buen recuerdo en Italia, y que los tres españoles que hemos jugado en ese país, Suárez, Peiró y yo, pusimos bien alto nuestro pabellón, y ahí está Luis Suárez, que aún se mantiene en activo.
Entre las muchas satisfacciones que me ha proporcionado el fútbol está la de haber defendido la camiseta nacional en veintitrés ocasiones con la selección A y cuatro con la B. Estaba en Segunda División con el Betis y me seleccionaron para ir a Grecia y Egipto con los “bes”. Volvía jugar contra Grecia en San Sebastián, y también actué contra Italia. Mi primer partido con la selección absoluta fue contra Inglaterra en Madrid, venciendo por 3-1. He participado en dos Campeonatos Mundiales, los de Chile e Inglaterra. En los primeros nos salió todo mal. Debimos ganar a Brasil, pero ya se sabe que cuando se falla en un partido en la fase final se pierde todo. Creo que de haber seguido jugando en España hubiese sido más veces internacional, pero la distancia lo ha impedido. Lo comprendo.
Ahora he vuelto otra vez al Betis, porque tenía una gran ilusión por retirarme en el equipo que empecé y he sufrido un tremendo disgusto al descender. Es algo que nunca me había ocurrido. Se ha producido en circunstancias extrañas. En toda mi vida como futbolista nunca había sufrido una lesión de ligamentos, hasta el punto que me preguntaba qué sería eso, y en esta temporada he padecido tres, con los consiguientes parones en el ritmo de entrenamientos, de fatales consecuencias para el rendimiento de un jugador, máxime si se trata de un veterano como yo. El entrenamiento es la base de todo en la vida del futbolista, y sólo al final de la temporada lo he hecho con toda normalidad.
No sé si el fútbol me ha dado todo lo que debía, pero lo que sí puedo asegurar es que yo he entregado todo lo que tenía. Es cuestión de temperamento. Muchas veces durante los partidos parece que ya no se puede más, pero siempre es posible hacer algo. En esos momentos yo he seguido luchando, pensando en que si el contrario se descuidaba, se distraía, le arrebataría el balón. Es un deporte apasionante como ninguno.
Ahora lo único que deseo es descansar, dedicarle tiempo a mi familia, sacrificada por las exigencias de un profesional. Son ya muchos años de fútbol y esto alguna vez se tiene que acabar. No puedo decir lo que ocurrirá más adelante.