La Liga, entre sábado y domingo, de Antonio Valencia
Desde sus inicios en España el fútbol se jugó siempre en domingo. Tan solo alguna festividad intersemanal rompía ese ritmo de competición, que centraba en la jornada dominical la actividad futbolística. Un ritmo que sólo se veía alterado cuando había que disputar un partido de desempate en una eliminatoria copera, o cuando por circunstancias metereológicas o de fuerza mayor había que aplazar un partido en la competición liguera.
A finales de la década de los 50 comienza a alterarse este ritmo y algunos partidos sueltos se adelantan al sábado. Es en esta fecha cuando entre semana comienzan a disputarse las competiciones europeas, lo que hace que los equipos inmersos en ellas adelanten la jornada dominical al sábado para contar con algún día más entre un partido y otro, normalmente para viajar fuera.
En la década de los 60 a esta circunstancia competitiva se une otra de carácter sociológico, como es la tremenda expansión del parque automovilistico en las grandes ciudades que suele ocasionar en éstas movimientos de población precisamente ese día, lo que facilita el adelantamiento de los partidos a la noche del sábado, propiciado también por la dotación de iluminación eléctrica a los campos de fútbol también en esos años, sobre todo en la época primaveral o en la veraniega.
Cada vez esta tendencia se fue acrecentando más lo que llevó al periodista Antonio Valencia a escribir este artículo en septiembre de 1967 en el que abogaba por una unificación de la jornada liguera. En la primera jornada del Campeonato de Liga se jugaron 3 partidos en sábado (Atlético Bilbao-Córdoba, Atlético Madrid-Sabadell y Valencia-Betis) y 5 en domingo (Español-Elche, Las Palmas-Málaga, Real Sociedad-Pontevedra, Sevilla-Real Madrid y Zaragoza-Barcelona), a lo que se unía un amplio abanico horario.
Comenzó a andar la Liga, y con ella la temporada oficial, entre el domingo y el sábado pasados. Nos referimos a la Primera División, que es siempre, como suele suceder en las clases altas, quienes llevan consigo el cambio de costumbres y de modas que luego se convierten en lo general. En este momento la Segunda y la Tercera División son fieles al fútbol dominical, mientras en la Primera División el contraste de pareceres lleva al fútbol, ya sabatino, ya dominical, ya de horas inciertas y fronterizas entre uno y otro día. Como los clubs de la Primera División tienen la guitarra (léase los votos de las asambleas) y tienen las instalaciones eléctricas para jugar por el día y por la noche, ponen el fútbol a la hora que les peta. Los clubs más modestos, que no tienen votos ni kilovatios, quedan fieles al antiguo módulo del fútbol por la tarde.
Escribimos esto porque de los ocho partidos de la Primera División de la Liga, tres se jugaron el sábado a la noche, otros tres se disputaron el domingo por la noche y solamente dos fueron fieles al viejo módulo de que el fútbol español se jugó siempre tras el café y el puro de los domingos, ocupando el lugar que durante el otoño e invierno dejan vacantes los toros. Sólo una cuarta parte de los partidos, pues, se celebraron dentro de las horas tradicionales. La Real Federación Española deja hacer probablemente basándose en que el viejo reglamento de partidos y competiciones es de una época en que la luz eléctrica, y por tanto el progreso, no se había asomado a los campos de fútbol.
Sin embargo, estimo que el asunto no es tan baladí como a primera vista pueda parecer. Fútbol de sábado hay de siempre en los países británicos, no solamente porque el domingo es un día sacralizado para la frivolidad futbolística vista con ojos puritanos, sino porque la tarde del sábado, comenzando desde las 13 horas del día, transcurre en plena vacación general. El fútbol británico está instalado en la primera tercera parte de la semana inglesa y aún en sus horas más iniciales. Alemania, que es un país lógico, ha copiado el sistema desde que estableció su Bundesliga, o Liga Nacional, a fin de que la ciudadanía tenga libre el domingo. Esto es un sistema lógico porque encaja dentro de una norma nacional de vida, que es la holganza de la gente industriosa, comercial y de todo orden laboral en la tarde del sábado. Pero éste no es el caso español.
En España el fútbol sabatino fue empujado por la conveniencia de los clubs que han de jugar el miércoles en cualquiera de las competiciones europeas para tener sus jugadores un día más de reposo o de viaje temprano. Luego fue empujado más y más, sobre todo en ciertos meses en que el frío no aprieta por el afán excursionista del neoautomovilismo a ruedas y lomos de utilitarios que necesitamos todo el domingo para sus picniques. El sábado, para el fútbol, y el domingo, para la carretera. Pero esto ha llevado al fútbol a resbalar hasta horas extremas. Luego, como la península tiene latitudes y longitudes diversas (por no hablar de las provincias insulares), cada cual fija la hora según su conveniencia. Y así se tiene el galimatías de que cada cual juega a la hora que quiere.
Esto estaría muy bien si no se jugase un Campeonato Nacional, que supone unidad de acción, o más bien unidades, como pedía Aristóteles para el teatro. Lo mismo que la Federación Española exige que en las últimas jornadas los partidos significantes se jueguen a la misma hora, puede exigirse que desde el comienzo de la Liga haya unidad de tiempo solo con la elasticidad mínima debida al meridiano, porque en la Liga no hay partido que no sea significante para el resultado final. Los puntos son los mismos en septiembre, que en marzo o abril.
¿Qué se acuerda que dentro de las costumbres nacionales, que solo usan la semana inglesa en ciertos ramos de la actividad, hay que jugar en sábado mejor que en domingo? Pues santas Pascuas, pero con carácter general. Si se decide que con arreglo al calendario que la Liga de septiembre a fin de octubre se juegue en sábado en la Primera División, y de noviembre a febrero en domingo para volver a los sábados hasta final de temporada, bien está, pero para todos. La anarquía actual no favorece sino a cada club en particular, pero en modo al fútbol considerado como una sola empresa nacional. Claro es que como los que la promueven son los dueños de la guitarra o de los votos decisivos, ponen el dedo donde quieren. Por eso, cuando me preguntan en el extranjero cuándo se juega la Liga en España, contesto que entre el sábado y el domingo, en que cada club abre la tienda cuando quiere. Luego añado que España es diferente y salgo silbando un pasodoble muy torero.