Una anécdota de Aedo en Oviedo. 1935
Serafín Aedo es uno de los grandes jugadores de la historia verdiblanca. Llegó al club en 1933 procedente del Baracaldo y se hizo con un puesto de titular en la defensa del equipo bético. Junto a Areso y Urquiaga formó la base defensiva del equipo que alcanzó el Campeonato de Liga en 1935.
Fue un defensa de una categoría excepcional. Sólo vistió la camiseta de la selección en 4 ocasiones, porque tuvo como adversario para el puesto nada menos que a Jacinto Quincoces, también natural, como él, de Baracaldo. Cuando Quincoces comenzó a bajar en su juego, Aedo saltó al primer equipo nacional y se hizo con el puesto. La guerra civil impidió que disputase más partidos.
Serafín Aedo era un defensa fuerte, muy elástico, con gran potencia en la entrada y el corte de juego, que hacía dudar mucho a sus adversarios. Además de un hombre de carácter, que no se amilanaba ante situaciones comprometidas o por jugar en escenarios difíciles.
Valga como ejemplo de esto último una anécdota de su actuación en Oviedo en 1935. Se trata del partido que enfrentó al Betis con el cuadro asturiano el 31 de marzo de 1935 en la ciudad ovetense. Era la jornada 18 de Liga. Faltaban solo 4 y el Betis aventajaba en un solo punto al Madrid en la primera posición de la tabla.
Esa jornada el Betis visitaba al tercer clasificado, el Oviedo, en uno de los más difíciles encuentros que le quedaba por disputar. Nunca había ganado el Betis en partido oficial en terreno astur. Por su parte el Madrid visitaba Nervión para enfrentarse al Sevilla, quinto clasificado.
Un solitario tanto del canario Rancel en el minuto 88 le dio al Betis dos importantísimos puntos, que le permitieron conservar la primera plaza, ya que el Madrid se impuso con facilidad en Nervión por 1 a 3.
La anécdota a que nos referimos la narró el periodista Manuel Sarmiento Birba en AS en julio de 1980.
Le dejamos con sus propias palabras: «Fue hace bastantes años. Ocurrió el hecho en la taberna «Vista Alegre» de la calle del Pozo, en los aledaños de la calle Victoria. Era la semana de San Isidro, hacía calor y yo tomaba una cerveza con unos amigos. Entre ellos estaba Simón Lecue, el gran jugador internacional español. Y aunque Madrid hervía en feria isidril, nosotros hablábamos de fútbol. Y fue Lecue el que me refirió un hecho ocurrido en Oviedo, campo de Buenavista, en el partido de Liga jugado entre el titular ovetense y el Betis. Ganaron los sevillanos. Lecue jugaba de interior en el cuadro verdiblanco andaluz. Y con Lecue, como terceto defensivo, Urquiaga en el marco, y Areso y Aedo en la zaga. El hecho lo protagonizó Serafín Aedo, que era un colosal defensa izquierdo del cuadro bético.
Lecue me citó al jugador que se volvió al público en una entrada de Aedo. Yo, por respeto a dicho jugador, no doy su nombre. Aedo vio cómo el público reaccionaba en su contra. Sin perder la calma se acercó al adversario y en voz alta, para que no hubiese la más mínima de las dudas, le dijo escuetamente:
– Mira majo, yo no me achico ante nadie en un campo de juego. Como vuelvas a echarme al público encima, la próxima te pongo en la grada. Y te lo juro por Baracaldo, que es mi pueblo.
Ganó el Betis. Aedo estuvo sensacional y el adversario le tendió la mano al final del partido diciendo:
– Así se hace. Con defensas como tú, nosotros campeones casi siempre».