A un paso de la gloria, por José Miguel Navarro

Foto: arsenalpics.com
Veinticinco de abril de 2006 en un punto cualquiera de España, pongamos que de Castellón. Son las veinte, cuarenta y cinco y un ruso, Valentin Ivanov, va a hacer sonar su silbato para iniciar –ahí es nada- una Semifinal de la Champions League. El local, un modesto que una década atrás solo era uno del montón, forma con Barbosa, Javi Venta, Alvarez, Peña, Arruabarrena, Josico, Marcos Senna, Sorín, Riquelme, Forlán y Guille Franco. Enfrente, con su legendaria casaca roja, los artilleros del Arsenal Lehmann, Eboue, Touré, Sol Campbell, Flamini, Hleb, Ljunberg, Gilberto Silva, Cesc, Henry y un sevillano de Utrera, Reyes.
De la ida traen, los londinenses, un corto uno a cero de ventaja. Los de Manuel Pellegrini, un sudamericano que ha cambiado la grandeza de River Plate por la ambición de Villarreal, dos años antes, confían en ser el sucesor del Nottinghan Forest, el equipo del bosque que, aún hoy, sigue siendo el único de Europa con más orejonas que trofeos ligueros nacionales. Para ello solo tienen que hacer lo que llevan haciendo toda la competición: pulverizar los pronósticos. Eso y dejar en la cuneta a su tercer conjunto inglés tras Everton (en la previa) y Manchester United (en la fase de grupos). Cuarto de las islas si tenemos en cuenta al Glasgow Rangers escocés.
Wenger, el francés que adiestra a los británicos, está sobre aviso del potencial amarillo. En los cuartos, por minusvalorarlos, los italianos del Inter de Milan se han ido a su casa. El partido, como en la capital de la libra, se va a decidir en los pequeños detalles.
¡Vaya si lo va a hacer!
Minuto ochenta y nueve con diez. Juan Román Riquelme, el cerebro de los españoles, inicia la carrera desde el borde del área hacia el punto de penalty. Si convierte habrá prorroga. Tres segundos más tarde, su pierna derecha impacta contra el balón y este, raso, sale hacia la izquierda del arquero Jens Lehmann que adivina la intención del argentino y repele su disparo centrado y manso.
Se acaba el sueño de un hombre con nombre corriente, pero con el apellido más influyente de toda una Comunidad Autónoma, Valencia. Fernando Roig, un empresario de la construcción, ha estado a punto de llevar a la cima del fútbol continental, a un club de pueblo.
Su delirio tendrá que seguir esperando y quien sabe, si aquellos días de gloria volverán alguna vez. De momento, de esas horas, solo queda el recuerdo. Su triste hoy es la lucha por la permanencia.
José Miguel Navarro Barrera