«Comepipas» de clase A, José Joaquín Solís

Foto: Bolonia Abogados
Uno se entristecía cuando a finales del año pasado se encontraba con la penúltima patada a la dignidad de un club. El que el Betis no pudiese incorporar jugadores en invierno no era tan grave en sí por el hecho, sino porque una vez más, había que tornarse colorado un rostro bastante harto de humillaciones, una más, de entre las no pocas pasadas en estos últimos años.
Sin embargo uno entablaba, por otro lado, cierta sonrisa pelicanera al preguntarse en qué ámbito de trabajo se movería esa prensa deportiva que más se caracteriza por la ristra de rumores de fichajes que por rigor o sencillamente, un poco de crítica a lo que institucionalmente acontece. El alivio para más de un periódico cuando el veto se levantó se notó prácticamente a las veinticuatro horas en las portadas.
Suelto toda esta previa porque, como en nuestro Betis de dinero andamos bien cortito, las incorporaciones para la temporada que viene no son muy de la relevancia de la afición a la hora de interesarse en la compraventa de información o visitas de internet, lo que ahora resulta objeto de morbo es saber quién ocupará la tan podrida silla de la presidencia del club. Con más ganas de polemizar la prensa necesita de un líder al que sacarle la foto, esculpir (y con el tiempo escupir) lo que diga, tomar como solemnes, al menos al principio, todas sus declaraciones y, con el tiempo, en cuanto las cosas vayan mal, quemarlo hasta que al cabo de pocos años tenga que hacer las maletas e irse. Pero ¿saben qué? Algo se está descubriendo incluso sin querer.
Las plataformas de oposición, así como algunos periodistas, han estado reprochando en tono suave la falta de implicación que mucha parte de los béticos sienten de su club acusando en no pocas ocasiones, que si al final de esta lucha el Betis no cambia es porque la afición ha querido y se ha merecido en parte lo que hemos tenido de Betis hasta la actualidad; pero, ¡qué sorpresa!, los caballos blancos (como así se les ha llamado más de una vez) tampoco quieren ahora poner la cara.
Me comentaba un amigo-oyente en conversación privada que habría sido mejor esperar a que el Betis ascendiese, ¿entonces sí se apuntan todos al carro? Creo que no, pero no por honradez, sino porque una administración judicial vigila, que no tiene necesariamente que mandar, dando a entender a los razonablemente suspicaces que la poltrona mayor volvería a ser calificada de cuchara. Coincidiendo con él, pero en otros términos, creo que no hemos aprendido lo suficiente aún.
Son los de las grada los pasivos comepipas que sienten a su club de por vida, pero esperan a que otros arreglen esto ¿Y los de clase A? ¿Pensarán los afines al Imputado que si Bosch es presidente por eliminación, harán bonita la frase de su líder hace veinte años? “Yo me quiero ir, pero si nadie quiere comprar mis acciones…”.
Ser bético no es para mí una premisa para dirigir el Betis, con que lo hagan en forma empresarial sin que metan mano casi me sobra. Así podrán vivir del cuento un tiempecito, pero díganme: ¿Al punto de que el presidente sea Bosch porque nadie quiera? ¿Comepipas de clase A… ?

Noticia por Selu Vega
Bético de nacimiento, vocación y pasión. Desde Manquepierda intento acercarme a cada bético que puebla el mundo. Director del grupo Manquepierda.com. Si tienes alguna sugerencia o queja, conmigo puedes hablar. Vivo en Canarias pero tengo el corazón instalado en Heliópolis.