El Iriney de siempre
Volvía a Heliópolis Iriney, esta vez como rival. El brasileño sigue siendo el mismo. Un fuera de serie en los suyo. Fue más pitado que aplaudido. Lógico.
La lógica de los pitidos tiene dos explicaciones. Una es que el partido estaba feo, había que remontarlo y no había tiempo para sentimentalismos. La segunda explicación es que hay quien piensa que Iriney es un mercenario, cuando ellos cambiarían de trabajo por un sueldo mejor sin dudarlo. Hipocresía por parte de los que se incluyan en la segunda opción.
En lo meramente futbolístico, el brasileño demostró que está en plena forma. Su presión fue incansable, atosigando a Beñat Salva y Cañas, perjudicando la creación de fútbol del Betis. Como hacía por aquí, en Granada también es un líder. Anima, arenga y motiva a sus compañeros, que se contagian de su espíritu de luchador incansable. Una pena que hoy vistiera de rojiblanco.
Francamente, mi reacción ante la llegada de Iriney ha sido de indiferencia. Eso si, mi admiración es máxima por un futbolista que no engaña a nadie, que es un referente para su equipo y su afición y que nunca se rinde. Que pena que a Pereira no se le haya pegado algo en los tres años que estuvo con el brasileño.