Honor y Gloria a los campeones del 77
En 1977 tenía 14 años y toda una vida por delante. Muchas ilusiones por cumplir y muchos proyectos que la vida va aparcando y dejando a un lado.
Pero la ilusión y el optimismo propios de una edad en la que todo se ve diferente.
De esa época guardo aún el recuerdo de uno de los momentos más felices de mi vida: la Copa del 77.
Yo no fui al Calderón, el partido lo vi en mi casa en una televisión en blanco y negro. Y en un ambiente “hostil”, porque mi padre era aficionado del Athletic y mi hermano también.
Recuerdo los días previos, y los asocio a días calurosos, propios del final del mes de junio sevillano. El final de curso escolar era ya inminente por esos días y terminaba 8º de EGB. Al año siguiente se iniciaría una nueva etapa escolar con el BUP.
Para el partido me hice una bandera verdiblanca con tela y el palo de una fregona, y la decoré con estampitas de los jugadores béticos. Con poca cosa me las apañaba. No eran los tiempos aquellos como los de hoy en día, con abundancia de merchandising futbolístico. Sí recuerdo que compré un llavero del Betis en una tienda de recuerdos de la calle Sierpes, y que lo puse en el palo de la bandera. Con ese material y mi camiseta verdiblanca, de las de algodón de antes, me dispuse a enfrentarme a los leones de San Mamés, representados en este caso por leones familiares y cercanos.
Del partido recuerdo la agonía interminable de los penaltis. Aquello no acababa nunca y además eran seguidos con especial y enfervorizada dedicación en el saloncito de mi casa. Pero sobre todo lo que más me ha quedado marcado es lo que lloré cuando Benítez dio el pase hacia atrás que ponía 2-1 al Athletic en la prórroga. Francamente ahí lo vi todo perdido, y cogí una llantina interminable que sólo alivió el posterior empate de Javier López.
Vinieron luego días felices, con la recepción en la Plaza Nueva a los campeones, con un verano ilusionante con el sorteo de la Recopa que nos deparó nada más y nada menos que el todopoderoso Milan, con victorias en los trofeos Ciudad de Palma y Ciudad de Sevilla, con un mes de septiembre en que eliminamos al Milan…
Fueron días que han quedado marcados ya para siempre en mi corazón. Con la ilusión de los 14 años ver a tu equipo tocando el cielo con las manos… Aunque duró poco, porque a la vuelta de la esquina nos esperaba la sima, pero esa sensación de felicidad plena que mi mente continúa uniendo al verano del 77 me acompaña desde hace ya 35 años.
Honor y Gloria a los campeones del 77
