La calma llega a Heliópolis, por David Ríos
La pasada victoria bética en tierras catalanas le ha venido bien en distintos aspectos a la plantilla. Amén de los preceptivos tres puntos y la forma de conseguirse sobre un césped complicado, el Betis ha roto la racha liguera fuera de casa, en la que no vencía lejos del Villamarín desde la jornada 17. Se disputó el 18 de diciembre del pasado año, y se logró el triunfo ante el Tenerife por tres tantos a cero, con goles de Emaná por partida doble y Rubén Castro.
Desde la fecha indicada el equipo ha disputado cinco encuentros con rivales de distinto nivel, pero, independientemente de ello, ha cosechado dos empates, en Huesca y «Ponferrada» (empate discutible), y tres derrotas (Villarreal B, Granada y Valladolid). Los buenos resultados y el despliegue de juego mostrados en gran parte del campeonato no se ha visto reflejado en estos encuentros y se percibía cierta preocupación al respecto. Al principio todas las miradas se dirigían a la Copa del Rey, que había traído consecuencias negativas en forma de cansancio y lesiones de jugadores clave, pero posteriormente esa racha se prolongó a partidos en casa, como los desastres ante Recreativo y Elche.
Tras pasar el bache de cinco partidos sin sumar ningún punto, y con los jugadores en el punto de mira, la plantilla se conjuró para romper la sequía de victorias fuera de casa. Y que mejor forma de hacerlo que en un campo tan complicado como era el del Girona, que se encontraba en un momento dulce, aupándolo a los puestos nobles. Además como premio añadido, el Betis se sitúa en posiciones de ascenso directo, después de varias jornadas sin habitarlas y que esperemos que no abandone hasta el final de la liga.
