Más allá de las fronteras
Pipipipipí, pipipipipí, pipipipipí… Domingo 6 de la mañana… Suena el despertador, la primera reacción de la mente dice: “ Tontolaba, que te has dejado el despertador programado, que es domingo, apágalo y sigue durmiendo…” Después de unos momentos de duda el cerebro reacciona y ordena: “Levántate y anda, ponte en pié y espabila”.
Pues nada, parriba, a levantarse. Ducha para despertarse y vestimenta con las prendas apropiadas para el frío que no espera en el estadio de la pulmonía. Al menos no llueve, como estuvo ayer todo el día sin parar. Un cafelito y pa la calle.
Lugar de concentración: la Avenida de Andalucía, en la Ciudad de los Angeles, donde la Nacional IV se adentra en Madrid, y donde un grupo de béticos esperamos a las 7 y 20 de la mañana a que nos recoja el autobús que a las 7 ha salido de la Peña Bética de Valdemoro.
Durante la espera un chaval de Majadahonda, Jaime, ya me ha puesto cara, después de contactar conmigo a través del facebook la noche del viernes. Su padre hoy no puede venir, pues se va a Italia por motivos laborales. Jaime me cuenta que el martes le toca exponer un trabajo en el colegio, y que ha escogido la evolución del escudo del Betis a lo largo de la historia. Alucino pensando en la cara del resto de compañeros de clase…
En el último momento llega Victorio, periodista autor del documental que se hizo el año pasado sobre la Liga del 35, y que se viene también a Valladolid con nosotros.
Con un retraso de 5 minutos aparece el autobús, al que subimos y donde a la entrada nos reciben Caliz y Rafa, dos incombustibles béticos que dan alma y vida a esta peña, que a 25 kilómetros al sur de Madrid mantiene viva la llama del Beticismo en la distancia.
En el autobús contamos con la presencia de otro bético ilustre: Rafa, nuestro Palmerín que alegra la pradera de Heliópolis cada 15 días, y que se ha venido desde Sevilla con 4 amigos más para vivir con nosotros la excursión a Pucela.
Es de noche aún cuando enfilamos la Nacional VI, y la gente dormita en el autobús. Va amaneciendo poco a poco y el día aparece sin nubes, aunque con una espesa niebla a medida que nos acercamos a la sierra madrileña. Antes entramos a Majadahonda, para recoger a dos béticas que nos esperan. Suben al autobús y, en un gran detalle, nos traen unos pastelitos que a esa hora se agradecen.
Pasado el túnel de Guadarrama entramos en Castilla y León, ya en pleno día. Luego la parada reglamentaria para desayunar y hacernos la foto de grupo con que se ilustran todas las excursiones. Hoy no ha venido Juanmi, que es el fotógrafo oficial, por lo que es el conductor el encargado de inmortalizar el momento.
Después se anima el viaje con un bingo que se organiza y donde se sortean banderas del Centenario, llaveros, camisetas y bufandas que nos regaló la Peña de los Bomberos de Sevilla. Numerosas incidencias durante todo el sorteo, con animados bailes al son de la música binguera.
El benjamín del grupo, Nachete con 7 años, y su padre, son los máximos afortunados, cantando líneas y bingos en varias ocasiones, que son saludados por el resto del pasaje al grito unánime de ¡¡¡ Tongo, Tongo ¡¡¡
Entablo conversación con Victorio, que me cuenta varias anécdotas sobre la realización del documental del 35, así como datos que desconocía de la vida de Patrick O´Connell y de otros héroes del glorioso 1935.
Llegamos a Valladolid y nos encaminamos directamente al campo, que está en las afueras de la ciudad. Son las 10.30, compramos las entradas y damos una vuelta por los alrededores, a la espera de que abran el campo. Los más avispados, Jorge y compañía, rápidamente localizan donde venden unas latas de cerveza, de las que dan cuenta rápidamente.
En la espera conocemos a Isi, un bético asturiano que desde Oviedo viene a ver al Betis, y al que me cuenta que empezó a seguir hace ya más de 30 años, en los tiempos de un fenómeno local de esta tierra, Don Julio Cardeñosa, y de nuestro presidente actual, Rafael Gordillo.
Obsequia a la peña con unas botellas de orujo asturiano, que guardamos para celebrar futuras victorias en nuestra sede.
Cuando a las 11 abren la puerta 9 por la que entramos nos dirigimos a colocar la pancarta de la peña. El problema está en una mampara nueva que han puesto en la zona baja del graderío visitante, y que impide la visibilidad de las pancartas. Así que decidimos colocarla en la parte alta de la grada, aprovechando la estructura metálica que sujeta la visera del estadio vallisoletano. Hacemos el mono un rato encaramados por las alturas, hasta dejar nuestra pancarta bien visible, y luego ayudamos a la Peña La Pole, que ha venido de Sevilla a poner la suya, y así saludo a la amiga Chris, una morena bética a la que conozco también por facebook, y a la que ahora también pongo cara. Luego aparecen otras peñas: la Salmantina y la Complutense de Alcalá de Henares, que también dejan sus pancartas decorando la zona bética.
Y allí esperamos el inicio del partido, animando y cantando en pro de nuestros colores. Del partido poco más os voy a contar que no hayáis visto ya. Simplemente que el rendimiento del equipo no está en consonancia con el de los miles de seguidores que le apoyan en todo momento.
Acaba el partido, recogemos los bártulos y nos dirigimos al autobús que nos espera fuera. En torno a éste damos cuenta de las viandas que la peña ha preparado para después del partido: bocatas, cervezas y refrescos, con los que aliviamos algo las penas.
Después iniciamos el regreso para Madrid, con un ambiente algo más apagado que a la ida.
A las 17.30 estamos de nuevo en Villaverde, donde cojo el metro para ir a casa, compartiendo trayecto con Victorio y con el que me vuelvo a enfrascar en otra jugosa conversación sobre el Betis y su historia. Intercambiamos teléfonos y estamos en contacto para futuras colaboraciones.
Ya a la noche me conecto en el ordenador y debato sobre la jornada del Betis con amigos béticos de sitios variados: Paco de Barcelona, Francisco de Lepe, Carmen de Sevilla, Reyes de Madrid, Alberto de Granada, etc A pesar de los 5 palos seguidos que llevamos se mantiene la esperanza, que para eso es de color verde, que te quiero verde…
Y cuando ya, pasadas las 11, voy a cerrar el chiringuito y a plegar velas me llega una solicitud de amistad desde Bilbao. Investigo un poquillo el tema y me sorprende que Silvia, socia del Athletic, se ponga en contacto conmigo. Brujuleo por su perfil y la información que contiene: muchas referencias al Athletic y a los leones de San Mamés, aunque descubro también un video de nuestro Himno del Centenario y una dedicatoria a su hijo.
Acepto su amistad y al rato me envía un mensaje contándome su caso: en su familia son todos del Athletic y además socios asiduos a San Mamés, pero tienen un caso inexplicable: su hijo Edorta, que ahora tiene 7 años, manifiesta desde los 4 que sólo le gusta el Betis, sin tener ninguna influencia familiar ni social que lo explique. Han tratado de “reconducirlo” a la fé athletica por todos los medios, pero es un caso perdido (ó ganado para la causa de las 13 barras).
Y le cuento a Silvia que cuando esa enfermedad entra no hay vacuna posible y que hay que dejar al chaval que siga la fé verdiblanca. Edorta nunca ha visto al Betis en directo, aunque tiene ya la equipación completa y su cuarto convertido en un santuario verdiblanco, allá en la tierra de donde vinieron Rufino Larrinoa y Eusebio Ríos…
Le han prometido llevarle a Sevilla a ver al Betis y puede que vayan en Mayo; conoce ya a Calleja, aquel jugador de los años 80 que era de Ortuella, y al padre de Iñaki Goitia que es de Portugalete.
Jaime en Madrid, Isi en Oviedo, Edorta en Bilbao… Casos inexplicables para aquellos que son béticos por tradición familiar, por haber nacido ó residido en Sevilla ó por algún tipo de influencia que nos lleva por el buen camino, ese que conduce al santuario de la Palmera, Béticos que en la distancia mantienen la ilusión en esta bendita locura.
