Modelo, ambición y exigencia
Con el conjunto verdiblanco en su categoría natural y tras realizar una espectacular campaña en la Liga Adelante toca hacer balance antes de comenzar con el carrusel de rumores veraniegos.
El Betis de los récords de Pepe Mel se ha sustentado en tres pilares indiscutibles: un modelo de juego muy definido, un alto grado de ambición y grandes dosis de exigencia.
El modelo o filosofía de juego del equipo es fiel reflejo de la idiosincrasia del club y, sobre todo, de la forma de entender el fútbol de su técnico. Un bloque alegre, atrevido y sin complejos. Fútbol de toque, de presión y de paciencia en la búsqueda de la mejor línea de pase. El propio Mel es claro al afirmar que su equipo jugará de la misma forma contra el Madrid o el Barcelona que como lo ha hecho frente al Alcorcón o el Xerez, ya que entiende este deporte como un espectáculo con el que hay que divertir al aficionado. Eso, y que los jugadores han entendido que jugar bien es la única forma de competir de tú a tú con cualquier rival sea de la división que sea.
El segundo pilar hace referencia a la ambición. Es de valorar que un equipo rodeado de tantos problemas extradeportivos haya sabido competir hasta el último minuto del campeonato. El Betis ha salido a ganar e intentar imponer su juego en todos los campos de la categoría y en las eliminatorias de Copa del Rey. Incluso en esta última, con el riesgo de lesiones o la acumulación de fatiga en hombres clave, se superó a varios equipos de la Liga BBVA. El último ejemplo de este espíritu de superación puede apreciarse en los últimos partidos. Ni siquiera al haber conseguido el objetivo del ascenso directo con 4 jornadas de margen supuso una excesiva relajación en el grupo. Ser campeones se convirtió en el último estímulo del curso y se consiguió con brillantez y profesionalidad. Eso sí, hablamos de una ambición sana y deportiva, ya que el vestuario se ha mantenido unido y ha dado muestras de solidaridad y compañerismo durante toda la temporada. ¿Es habitual que un delantero centro que vive del gol ceda a su compañero la posibilidad de ejecutar los penaltis para que alcance el pichichi?…
Y, por último, capítulo aparte merece la exigencia. Si entendemos ésta como la petición de algo a lo que se tiene derecho o se juzga como necesario, las cosas han cambiado bastante respecto a otras temporadas. En las anteriores, un máximo accionista que no asistía ni a los encuentros del equipo, directivos más preocupados por agarrarse al sillón que por la situación de la entidad y una filosofía basada en el “aquí nunca pasa nada” hacían que la exigencia fuera mínima entre los profesionales béticos.
En la actualidad eso ha cambiado, ya que todos los estamentos del club (técnicos, jugadores, etc.) han comprendido a la perfección que forman parte de una entidad centenaria con más de un millón de simpatizantes que necesita su máxima atención y esfuerzo. A eso hay que añadirle los cambios en los cargos directivos, la paulatina profesionalización y los problemas económicos del club que hacían peligrar el futuro en verdiblanco.
A medio plazo, los clubes que respetan y perfeccionan un modelo terminan ocupando las plazas de privilegio en las grandes ligas. El Betis ya ha puesto los cimientos adecuados, ahora sólo queda seguir trabajando sobre ellos para que más pronto que tarde ocupe el lugar que le corresponde. Así sea.