Se suben al barco

Real Betis 3-3 Celta. Foto: Rafa Toro
Empiezan a reivindicarse los menos habituales. La llegada de Víctor Sánchez del Amo ha supuesto una inyección de moral, intensidad y de esos jugadores que, durante el corto periplo de Gustavo Poyet al frente de la plantilla verdiblanca, pasaron al ostracismo. El rincón de los “apartados” o de los que, contra todo pronóstico, no ofrecían el nivel esperado, cada vez es más minúsculo. Casi inexistente.
El empate ante el Celta de Vigo, amén del punto sumado, dejó buenas sensaciones. Todo lo que no sea ganar en casa es sinónimo de intranquilidad aunque, de seguir ofreciendo un nivel similar al de la segunda mitad ante el cuadro gallego, a buen seguro los verdiblancos darán muchas alegrías a su afición en lo que resta de temporada.
Cuatro partidos. Dos victorias. Una derrota. Un empate. Ese es el bagaje desde que Víctor Sánchez tomó las riendas de una plantilla a la deriva. El amor propio ha vuelto. Incluso la autocrítica del propio entrenador. Cuanto se echaban en falta declaraciones del tipo “no ganar en casa no nos puede dejar satisfechos” o “es lógico que el público se ponga nervioso porque no le estamos dando lo que se merece”. La casa no se empieza por el tejado. Más aún si cabe con Benito de nombre y Villamarín de apellido.
El cuadro verdiblanco jugó con fuego y casi se acaba quemando. Pese a ello, reaccionó. También se echaba en falta esa reacción eléctrica. Esa verticalidad que ponga contra las cuerdas al rival. El Betis ofreció su mejor versión para sobreponerse al Celta reaccionando tras el primer tanto en contra. Así, Víctor recupera la mejor versión de Durmisi. El danés fue un puñal gracias al nuevo sistema del técnico madrileño. El 3-5-2 y la labor de carrilero le sienta bien. Tanto que la presencia de los verdiblancos en ataque tuvo ante los gallegos su firma en el flanco izquierdo.
Compiten y no dejan pasar los minutos. Con el marcador en contra, los heliopolitanosmostraron todos sus credenciales. Pero, además de Durmisi, jugadores como Bruno, Dani Ceballos o Tonny Sanabria piden paso. El central tinerfeño sigue siendo un fijo en el once. Necesitaba de nuevo sentirse importante. Añoraba esa confianza perdida. Un peso pesado venido a menos que, de la mano del nuevo entrenador, se ha vuelto a erigir como uno de los líderes de la zaga.
Defensa aparte, el faro en el centro del campo vuelve a ser Dani Ceballos. Con los mejores en el campo, el utrerano ha vuelto a recuperar su esencia. Centrado sólo en los importante, Ceballos juega, hace jugar y trabaja sobre el terreno de juego. Ante los gallegos lo volvió a demostrar. Su gesto de rabia al término del encuentro manifestó su sentir. Poco premio para tanto esfuerzo. Un esfuerzo que, a largo plazo, se verá recompensado.
Pero, sin duda, los dos goles de Tonny Sanabria en apenas cinco días se han convertido en la noticia más positiva desde el desembarco de Víctor Sñanchez en Heliópolis. El paraguayo empieza a desperezarse. Tanto que, poco a poco, hace caso omiso a la mediatización de su fichaje – recordemos que fue la mayor inversión de la entidad este verano – para despertar de un mal sueño. Ya se estrenó el pasado martes en Copa y ayer recuperó de nuevo su olfato para concluir una semana redonda en lo personal. Gritó más que nunca y su celebración evidenció la rabia contenida en los últimos meses. El Betis recuperó a otro de sus lobos. Y ya son varios los que se suben al barco.