Un relato de nuestro redactor Jorge González motivó a los jugadores en Granada
Como saben, la psicóloga verdiblanca, Patricia Ramírez, ha puesto en marcha un proyecto para recoger, en la dirección lomasemotivodelbetisenprimera@gmail.com, testimonios de los aficionados béticos y usarlos en las charlas previas a los encuentros.
Y precisamente el primer relato que se ha utilizado, en la victoria en Los Cármenes, está escrito por nuestro redactor Jorge González.
A continuación pueden disfrutar de él y del vídeo-montaje que realizó Patricia para presentárselo a los futbolistas:
Era la temporada 2001-2002. Aquel año era igual que este, el último ascenso a primera del Real Betis Balompie. Tras la alegría de haber ascendido la temporada anterior, comenzábamos un nuevo año lleno de ilusión y esperanza que a grandes rasgos, son los principales sentimientos béticos por antonomasia.
Teníamos un vestuario unido, como este, con gente joven y con jugadores que rezumaban ganas de comerse el mundo e ilusión por ser alguien en el fútbol, pero como recién ascendidos, éramos vistos por el resto como cenicientas de la liga. Era un equipo que casi no tenía delanteros en la plantilla, pero intentaba hacer buen fútbol.
La temporada fue dura, pero ese grupo nos hizo disfrutar a todos. Hubo momentos duros, incluso pasamos por una racha difícil en la temporada, pero aquel grupo luchó hasta el final de cada partido y sorprendiendo a propios y a extraños, se situó en posiciones clasificatorias para competición europea. Sorprendió tanto, que las expectativas se dispararon. A pesar de ser un equipo recién ascendido, la casta y el coraje de nuestros jugadores dejó boquiabierta a toda España.
Tocaba un partido en el Benito Villamarín. Aquella liga la ganó el Valencia C.F y a jugar a Sevilla venía un fuerte Deportivo de la Coruña que a la postre, terminaría en segunda posición.
La liga estaba tocando a su fin, quedaban apenas tres o cuatro jornadas para acabar, y el sueño de toda una afición al alcance de la mano. Miles de personas de todas las edades, ataviadas con verdiblancos ropajes se acumulaban a las puertas del estadio con ojos brillantes de emoción.
Todo aquel sufrimiento en segunda división, estaba a punto de esfumarse de un plumazo con un gran premio. Había posibilidades de clasificarse incluso para la Champions League. ¡Sería un sueño hecho realidad!
El partido comenzó. Los jugadores que defendían nuestra camiseta verdiblanca no tenían miedo de aquel «Superdepor» y le «tutearon» en todo momento. Jugaron valientes, al ataque, sin complejos. El recién ascendido se convirtió en un gigante de la liga y los béticos veíamos el partido llenos de orgullo y por qué no decirlo… felicidad.
Por desgracia, en el Deportivo de la Coruña había un jugador que salió de la casa bética, Diego Tristán que estaba con estrella en aquel momento y en el minuto 18 perdíamos uno a cero a causa de un gol suyo.
La afición no paró de animar y el Betis creó muchas ocasiones, pero llegamos al descanso con ese marcador.
Nuestros futbolistas sabían que tenían al alcance de las manos otorgar felicidad a toda su hinchada, esa afición que no les abandonó en segunda. Querían devolvernos el favor.
Salieron a por todas en la segunda mitad, dejándose la camiseta sobre el césped. En el minuto 52, Juan José Cañas fue expulsado. En el minuto 59 Diego Tristán repitió como goleador y solo dos después, en el 61 Juan Carlos Valerón metió el tercero.
Perdíamos 0-3 y nos quedábamos sin la posibilidad de jugar, por primera vez en nuestra historia, la Liga de Campeones. Así terminaría el partido
Tal vez te preguntes, el por qué de esta historia. Es una derrota, es un recuerdo quizás triste, pero no emotivo. La diferencia en el Betis, sin embargo, es su filosofía y comprenderla fue lo que realmente me emocionó. La reacción de la afición.
Los jugadores miraban a la grada tras recibir el tercer gol, llenos de rabia por ver como se les escapaban aquellas ilusiones, llenos de tristeza por no haber podido darnos aquella alegría.
Pero segundos después de recibir aquel tercer gol, un estruendo en forma de ovación bajó de las gradas. Gritos de «Betis, Betis» y de «Campeones» se escuchaban por todo el estadio y los aplausos no paraban de sonar. Los jugadores miraron sorprendidos hacia arriba.
Un equipo recién ascendido peleó hasta sus últimas fuerzas por ganar a los gigantes de la liga, peleó por dar una alegría a la afición y combatieron hasta el último minuto por esta camiseta. No estábamos tristes, estábamos orgullosos. Orgullosos de que ellos nos representaran sobre el campo, orgullosos de que llevaran el mismo escudo que nosotros en el corazón.
Los últimos 20 minutos del partido fue una ovación sin descanso, cánticos de ánimo a los jugadores y cuerpo técnico, coreando sus nombres, aplaudiendo hasta sentir que las manos nos quemaban, emocionados y orgullosos.
Ese fue el momento en el que comprendí, lo que era el «manquepierda», esa filosofía o sentimiento tan bético. Esa sensación de que puedes perder, al fin y al cabo, esto es un deporte, pero lo diste todo por vencer. Hiciste sentir orgullosa a la afición.
Los jugadores emocionados aplaudieron a la afición sorprendidos, incluso lo hicieron con el partido en marcha…
El Betis es un sentimiento muy grande. Nosotros estamos con este grupo de jugadores y este cuerpo técnico. Dadlo todo porque nosotros lo veremos y os lo agradeceremos orgullosos. Os animaremos cada partido hasta que nos quedemos sin voz, hasta que nos duelan las manos de aplaudir y cuando eso pase, agitaremos nuestras banderas y bufandas para que sepáis que nunca estáis solos. Eso es el Betis y el Betis, somos todos, nosotros y vosotros.
Un abrazo a todos.