1960-Agosto: «La simpatía del Betis»
Si hubiese termómetro que midiese los grados de simpatía de un equipo de fútbol no creo yo que la posición de honor estuviera muy distante de la candidatura bética.
Muchos entronques se han querido hallar, diversas teorías se han formulado al socaire de esa innata simpatía de que goza el Real Betis Balompié en toda España, y aún fuera de nuestras fronteras.
Sin embargo, la raíz exacta en tal hecho todavía permanece por aclarar. Y es lógico que suceda. ¿Por qué?, preguntarán ustedes. Por el choque brutal que siempre existe entre el frío calculo de un proceder matemático y la voluntad libérrima de un sentimiento espontáneo.
Desde aquellos lejanos años–para mí más–de principios de siglo ya fue estigma inconfundible la aureola–siempre en vigor pese a los avatares del Club en su peregrinar por las divisiones–, que cubriera su escudo con la nota sencilla y alegre, cordial y sincera, de la simpatía.
A este arrastre humano que siempre el Real Betis Balompié ha llevado consigo, a esos aplausos enardercidos de calor en una población fría y norteña; a ese…
–¿Tú qué eres?
–No fastidies, chico. Soy bético…
…frase muy oída en distintos polos de la geografía hispana, pero que ponemos en Madrid como centro de irradiación que emana hacia los diversos puntos; a esa entrega desmedida de los pueblos con el pronunciamiento del nombre; a ese escudo que luce el inglés que visitó España por primera vez; en suma, a esa afición entera que pulula por los cuatro vientos.
Si a todos les preguntásemos porqué son béticos, porqué aplauden al Real Betis Balompié, porqué llevan el escudo, de seguro que no sabrían contestar. Y no es que en ello vaya implícita la duda, ni mucho menos. Muy al contrario.
Es algo tan indefinible, tan de «duende», con tal dosis de «ángel», que difícil resulta explicar con palabras su «por qué». Tan amalganado va el nombre del Betis Balompié con nuestra ciudad–al contrario todavía se le conoce–que, quizás en ello, pueda perfilarse una explicación menos oscura, pero al fin y al cabo alambicada, sin respuesta concreta y fácil.
Ese mismo embrujo que respira Sevilla, esa atracción irresistible que ejerce sobre sus visitantes, ese perenne pensamiento del extraño que nos visita. » ¡ ¡ Cuándo podré volver ¡¡ «, esa inmarchitable ilusión que siempre rezuma tras verla, bien podría trasladarse al nombre del Betis, salvando distancias para satisfacción de los suspicaces.
Es parte de una justificación casi rayana en el terreno de lo misterioso, posible de no perder de vista a la hora de emitir opinión justa sobre: ¿Por qué eres bético?
Incontrovertible la polvareda de «simpatía» que levanta el Real Betis Balompié a su paso. Me indicó la redacción de la Revista que mi colaboración enfocase ángulo bético alejado del terreno deportivo, y no he encontrado otro más idóneo que este de la simpatía. Y en verdad que es alabanza reiterada fuera de Sevilla cuando juzgarle a priori por los periódicos se trata. Por algo será.
El Betis es como esas mujeres que sin ser las más bonitas atraen a las personas, y no se sabe por qué. Todos coinciden en el archisabido «tiene un no se qué»…, pero a la postre acaban por decir: «No, si es que tiene una simpatía y un don de gentes que cautiva al más reacio.»
Eso le pasa al Real Betis Balompié. No será el primero de la Liga, pero de simpatía…Por algo dice la copla;
ERES DE ER BETI, SIRENA
NASÍA EN LA PROPIA CAVA
COMO LA VIRGEN MORENA,
TE PASEAS POR TRIANA…
Manuel Alonso Vicedo, locutor de Radio Vida, ubicada en la calle Trajano Nº 39-Compañía de Jesús-parte trasera del Teatro de la Congregación de los Luises: EA7EK, inaugurada el viernes 20-mayo-1955.
Revista de la afición Bética VERDE Y BLANCO nº 1: «Hoy escribe en Verde y Blanco