Betis, joven y fuerte, de Luis Carlos Peris.

El pasado 9 de junio, como ya vimos aquí, se cumplieron 40 años de la tremenda goleada que el Betis Deportivo le infringió a la Cultural Leonesa en el Villamarín , en uno de los partidos con los que el filial verdiblanco consiguió por primera vez ascender a la Segunda B.
De ese mismo día es el artículo que hoy traemos a Manquepierda. Escrito por el periodista Luis Carlos Peris en las páginas de Diario 16 Andalucía, en él se recogía la magnífica actuación de la cantera bética esa temporada, y la gran expectación que despertaba en la afición.
Ese día, además del mencionado partido contra el equipo leonés, en el Villamarín como aperitivo se iba a jugar un Real Betis-FC Barcelona de categoría juvenil correspondiente a los cuartos de final de la Copa; al juvenil bético lo dirigía Luis Del Sol. Y en San Mamés el Betis Deportivo que dirigía José Ángel Moreno se enfrentaba al Athletic Club en esa misma categoría copera juvenil. Porque eran dos los equipos juveniles béticos los que se habían colado en los cuartos de final de la Copa.
Del artículo también resaltar como ya hace 40 años en las tertulias gastronómicas de las emisoras de radio ya había individuos que hablaban de más y a destiempo; en este caso se trataba de el ex futbolista Pablo Blanco.
La de hoy ha de ser otra fiesta grande para el beticismo en su santuario de la Palmera, porque no puede ocurrir de otra manera, tal y como han desarrollado la 84-85 sus equipos nodriza.
Dos millones largos hicieron de taquillaje hace siete días, y esta tarde van a doblar la cifra porque el fútbol conserva un tirón incomparable cuando sale por las botas de los jugadores.
Hay interés por lo que está en liza y por la forma en que se busca, binomio que se da en ese esplendido Betis Deportivo que adiestra José Enrique Díaz que, sin haber sido nada antes como futbolista, es en estos momentos una espléndida promesa como entrenador y ahí están los resultados. Eso de los resultados es el único baremo objetivo que en fútbol sitúa a cada uno en su sitio y los que este joven sevillano ha conseguido no tienen vuelta de hoja.
Como iba diciendo, lo de esta tarde en el Villamarín se presagia como un espectáculo de muchos quilates, con el aperitivo de un partido de juveniles interesantísimo. Los de Luis Del Sol y el Barcelona, en una lucha que inician con ventaja los catalanes contra el talante de unos verdes jóvenes y fuertes que volvieron del Miniestadi rabiosos por la encerrona, e ilusionados por remontar un resultado que no consideran inabordable.
Con esta campaña de los escalafones inferiores—irregularidades al margen y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra—y con la cota que alcanzó el equipo de Carriega es como mejor se utiliza un estadio; el Villamarín sólo estará cerrado en el mes de julio, lo que resulta alta y lógicamente comercial, extraordinariamente lleno de coherencia.
Y es que la segunda temporada de Gerardo Martínez Retamero como capitán mayor de la nave verdiblanca ha estado signada por el signo de la rentabilidad. En unos tiempos de vacas famélicas y llenas de moscas, el Betis ha cuajado una temporada formidable para como están las cosas; claro, que la herencia—sí, la herencia—no permite hablar de superávit, término desgraciadamente obsoleto.
Por todo ello resulta ridículo el régimen de pataleta que se lanza desde algunos programas radiofónicos gastronómicos por boca de técnicos y directivos de signo opuesto. El “que no presuman porque llevamos ganándoles en los ochenta años de existencia” que dijo Pablo Blanco el viernes por la noche mediante unas ondas muy religiosas ni era oportuno ni cierto; una ridícula “boutade” y un brindis al sol que no necesita un hombre de su capacidad.