Celebraciones Ascenso 1958 (3)
Finalmente el 1 de Junio de 1958 se disputa el partido de la última jornada de Liga y el Betis derrora fácilmente por 3 a 0 al Jerez, que con este resultado se va a Tercera División
Nada más concluir el encuentro estalla la fiesta que se prolongará ya toda la noche.
Esta es la crónica que en Marca publica su enviado especial, Cronos, para cubrir el encuentro y la posterior celebración:
El saludo al campeón
Me hice un huequecito entre la gente y conseguí llegar al balcón. Estaba en el Ayuntamiento sevillano, con fachada que da a la Plaza Nueva. Me asomé. ¿Cuántos miles de personas se apretujaban allí, cara levantada hacia el balcón central, donde el alcalde de la ciudad, con el presidente del Betis y los campeones del grupo Sur, se dejaban ver para regocijo de aquella multitud?
Uno que estaba a mi lado pareció hacerse eco de mi muda pregunta: “Aquí hay más gente que cuando hablaba Queipo de Llano”. Yo he visto en el cine aquella masa gigantesca, de millares de cabezas, que hacían chica la plaza de Venecia cuando hablaba el Duce. Si usted, lector, la vio también, me ahorrará explicaciones. No tiene más que ponerle a la plaza italiana unos árboles muy verdes, que hasta bética está la plaza sevillana, darle iluminación, porque de noche estábamos ya, y cambiar los gritos de “¡Duce¡ ¡Duce¡” por los de “¡Viva er Beti¡”, “ ¡Que hable Del Sol¡” y “¡Viva Sevilla¡”, para hacerse una idea de lo que ha sido esto de hoy aquí.
A las ocho menos diez han salido los jugadores del campo. Se han metido naturalmente en el autobús que estaba esperándoles. En un autobús, el recorrido de Heliópolis a la Plaza Nueva es cosa de un cuarto de hora, parándose en los discos. Pues bien, hasta las nueve y media no han podido llegar los jugadores al Ayuntamiento. Por el camino les esperaba la gente y era imposible contener su entusiasmo. El río humano se salía de su cauce cada diez metros y el autobús tenía que detenerse. En cada parada, un hombre saltaba a su techo. Cuando llegó a la Plaza Nueva, en medio del griterío más delirante, ya las palmas dejaron de ser por sevillanas, porque el corazón pedía más bulla todavía, y en la techumbre del autocar había más gente que dentro. Tanto, que el autobús casi arrastraba su carrocería por el suelo.
Imposible dar detalles de esta marcha de feria de abril y de romería a las marismas, en la que la alegría andaba desatada, el ingenio suelto, la inspiración enloquecida y las lágrimas rondaban algunos hombros. Como se puede festejar una resurrección, los seguidores del Betis han celebrado este día de regreso a la División de Honor. Ya al ir al campo, carros engalanados, motocicletas adornadas, caballos enjaezados, pancartas, pañuelos, banderines, cintas, formaban hasta Heliópolis una risueña sinfonía de verdes y blancos que hacían inconfundible el camino. En el campo, miles de carracas componían un fondo musical con son de cigarra, mientras el estampido de cohetes dejaba una sombra de humo en el aire fresco de la tarde. Cuando saltó el equipo al campo, no saltó solo. Las dos bandas que se habían unido al homenaje, una de Carmona, constituida por chiquillos vestidos con uniforme militar a la usanza de miriñes: ros, guerrera azul y pantalón rojo, fueron casi arrollados por el gentío, que no podía aguantar su abrazo hasta que pasasen los noventa minutos. Yo creí por un momento que iba a ser difícil que se jugase el partido, aunque el Jerez, de color azul en su uniforme, ya había salido al terreno de juego con Araujo, el de la furia de Amberes, al frente. Los seguidores béticos son razonables. Los seguidores béticos tenían, además, ganas de regocijarse con el juego de sus muchachos, y cada cual volvió a su localidad, y el árbitro, un murciano, pudo dar la señal de comenzar, que yo había creído imposible.
No, no tema el lector. No le voy a contar el partido. Ganó el Betis por 3 a 0. ¿Para qué más? Era un triunfo que, sin necesitarlo, lo necesitaba tanto como el Jerez, que, por la derrota, se ha ido a Tercera.
Terminar la temporada cerrando con una victoria la redonda circunferencia que ha dibujado en la Liga no era sólo una cosa que pedían los aficionados, si no algo que, además, apetecían los propios jugadores. ¡Lástima que hubiese un damnificado, ese Jerez que no pudo contener el buen juego del ataque verdiblanco y que hasta contribuyó al éxito de su rival apuntándole un gol en su marco, como si tratase de ofrecerle los respetos al campeón…
Ganó el Betis, pues, como le correspondía en virtud de la categoría adquirida. Hubo suelta de palomas con largos colores verdes; hubo más cohetes, más tracas, más jolgorio, más globos y más fiesta. Luego, eso que ya les he contado a ustedes antes. El difícil y alegre caminar hacia el Ayuntamiento, donde el marqués del Contadero, alcalde de la ciudad, les esperaba, y todo el entusiasmo rayó ya en lo indescriptible cuando habló el alcalde, cuando habló Benito Villamarín, cuando habló Barrios y cuando habló Del Sol, y que tuvo su punto culminante al entonar el equipo en pleno, asomado al balcón, el “¡alabi, alabá¡” de los días de triunfo.
Un triunfo bien ganado, bien trabajado y que le deseo al Betis para la nueva y reciente empresa en que precisamente le ha metido este éxito.
Fuente: Cronos en Marca 2 de Junio de 1958
«Partido Promoción Ascenso»