Con Serra, de Toledo a Kaiserlautern.

Como vimos aquí recientemente se cumplieron 30 años de la victoria bética en el campo del Kaiserlautern, en el partido de ida de los dieciseisavos de fina de la Copa de la Uefa.
Un triunfo importante, con 2 goles de Alfonso y 1 de Alexis, que ponía al Betis prácticamente ya en la siguiente eliminatoria, y que el artículo que hoy traemos de Luis Carlos Peris en Diario 16 Andalucía sirve para ponernos en el contexto histórico de ese triunfo continental.
En el artículo el periodista carga gran parte de las tintas de esa victoria en el trabajo de Lorenzo Serra, quien, desde su llegada al club en febrero de 1994, fue capaz de darle la vuelta completamente al equipo bético, con un trabajo constante y persistente, dedicado al cien por cien a conseguir los objetivos marcados. De Toledo a Kaiserlautern.
La dimensión ofrecida por el Betis en Alemania, multiplicada por la televisión, puede considerarse como su ceremonia de alternativa en el fútbol continental, pero sería conveniente desmenuzar algunos aspectos importantes en la génesis de esta fulgurante ascensión.
Aspectos de todo tipo, pero con el denominador común de un hombre que ha resultado trascendental en el proyecto que emprendió Manuel Ruiz de Lopera el 30 de junio del 92, y que no encontró el rumbo hasta la llegada a Heliópolis del técnico balear, el 28 de febrero de 1994.
En menos de veinte meses, el Betis ha pasado de ser humillado en toda regla por el Toledo en el Salto del Caballo a tomar la alternativa europea. Si el triunfo de Turquía empezó a darle al Betis un prestigio olvidado, su disertación del miércoles en la lóbrega atardecida del Palatinado le ha hecho acercarse a la élite del fútbol continental, pues nadie había ganado en copa europea por 3-1 en el Betzenberg Stadion.
No cabe la menor duda de que el Betis era como un pollo sin cabeza que corría sin rumbo a ninguna parte, y que tocaba fondo la tarde del 27 de febrero de 1994 en Toledo. Entre el árbitro Contador Crespo y el presidente toledano, Emiliano Carballo, le montaron al Betis un lío fenomenal a cuento de las camisetas. Un lío ante el que sólo se mantuvo erguido Ruiz de Lopera, pero éste no tenía quién le siguiese en el terreno deportivo y hubo de perder el Betis en Toledo para encontrar la solución.
Es impresionante ver cómo se toma Lorenzo Serra un día de trabajo cualquiera, lo que se acentúa, de cara al público, en los días de concentración. Esos días lo primero que hace es prohibirles a sus futbolistas que anden haraganeando por el hall del hotel. Si el partido es fuera de Sevilla, cuando el equipo arriba al lugar de concentración recibe la orden de recluirse en las habitaciones hasta la hora de ir al comedor, lo que servirá para que la atención no se disperse con cazadores de autógrafos y similares.
Tras la cena de vísperas, un paseo de diez minutos por los alrededores del hotel sin que uno solo de los futbolistas falte. Luego, a la habitación y a esperar que llegue el día del partido. Desayuno en las habitaciones—en Alemania cogió un fortísimo enfado Serra porque no es costumbre allí tal comodidad—para ir a la terapia individual, a pasar de uno en uno para recibir las consignas del jefe.
Y el jefe, que ya tiene decidida la alineación, le dirá a cada uno hasta qué número de botas calza su rival más cercano. Sin embargo, las charlas de Serra a sus futbolistas suelen ir encaminadas más a cómo usar el armamento propio que el potencial del enemigo “porque conviene tomar la iniciativa y no ir a remolque del rival”, suele comentar el técnico mallorquín.
En las grandes solemnidades lo adoba todo con sistemas más o menos sofisticados. En Alemania combinó el video con las monedas de veinte duros para diseñar algunas cuestiones estratégicas. Luego, cuando iban a montar en el autocar que los llevaría a Kaiserlautern, a Serra se le encendería la bombilla y ordenó que nadie subiese al autobús y que volviesen al hotel para una nueva terapia. Esta última sería de grupo, y no cabe duda de que dio un magnífico resultado.
