El Balompié, de Mariano de Cavia
Traemos hoy al relato dominical de Manquepierda un texto publicado en el el diario madrileño El Imparcial el 1 de agosto de 1908 por el escritor aragonés Mariano de Cavia y que supone un importante apoyo a la hora de datar la fundación de nuestro club.
En este texto Mariano de Cavia propone que sea la palabra Balompié con la que se denomine al Foot-ball, el deporte de origen británico que a comienzos del siglo XX se estaba popularizando en España.
La publicación dio lugar a una divertida polémica en los días sucesivos en las páginas de otros diarios, como El Liberal, El Heraldo o El País, en los que se propusieron otros nombres (bolapié, bolopié, fuboll, fobal, etc). Fue el diario republicano El País quien secundó la iniciativa de Mariano de Cavia y empezó a usar balompié, término que no entraría en el diccionario de la Real Academia hasta 1927.
Desde el punto de vista de la historia de nuestro club el texto es interesante porque ya en el párrafo inicial se deja constancia de la intención de sus organizadores de fundar una nueva sociedad. Recordemos que el texto se publica en agosto de 1908, y que será el 12 de septiembre cuando en las páginas de este mismo periódico se deje constancia de la formación de la sociedad «España Balompié», el primer nombre que tuvo, como ya hemos visto aquí.
Varios jóvenes amables se proponen organizar una nueva sociedad de “football”; desean darle un nombre español, y no acertando con él, me hacen la merced de apelar a mis cortas luces, porque ellos tienen por intraducible el vocablo inglés con que se denomina ese deporte.
¡Intraducible¡ Así como Napoleón, o quien fuese, dijo que la palabra “imposible” no era francesa, yo me permito creer que la palabra “intraducible” es una de las más inútiles de nuestro vocabulario. Para un idioma tan copioso, variado, expresivo y flexible como el español, muy a duras penas se halla una voz, o término extranjero, que no tenga equivalencia exacta, o que en último caso, y sin caer en el vicio del barbarismo, no se asimilable o adaptable con la debida holgura.
El término “football” no solamente no es intraducible, sino que al traducirse al pie de la letra—ya que el pie toma tanta parte en ese juego—nos encontramos con un vocablo español de la más clara significación y de la más castiza estructura.
El vocablo inglés es doble: está compuesto de “foot” (pie) y “ball” (balón). Pelota muy grande de viento llama el Diccionario de la Academia en la segunda acepción de la palabra.
Disponiendo, pues, en nuestro idioma de las mismas dos voces que en inglés, e igualmente precisas y breves, nada más lógico y hacedero que componer la palabra balompié, cambiando en ella la n del balón por la misma regla ortográfica que se sigue con ciempiés, sambenito, el apellido Sampedro, etc, etc
El “piebalón” sería una traducción harto servil de la palabra inglesa, bastante fea además, y por añadidura, opuesta a la índole de nuestro idioma, que con toda gentileza se nos manifiesta en otras palabras casticísimas, hermanas mayores del neologismo que me atrevo a proponer, en la esperanza de que deje de serlo muy pronto, para convertirse en una voz tan corriente como estas de rancio y puro linaje:
Buscapié
Hincapié
Rodapié
Tirapié
Traspié
Volapié
No sé si me dejo en el tintero algunas otras por el estilo. Con las precitadas podría hombrearse muy dignamente el balompié, gracias a la aceptación y extensión que en España ha logrado este dporte británico, si mi proposición mereciese igual favor por parte de los jóvenes deportistas y de los cronistas deportivos.
A los primeros en general, y más especialmente a los segundos, brindo esta modesta “ideica” en bien de la pureza y riqueza de esta habla española, por cuya conservación y acrecimiento todos debemos interesarnos de continuo, sin dejarnos vencer por la rutina y el culto inconsciente que se rinde al exotismo: culto asaz bajuno y excesivamente cursi en muchas ocasiones.
Cierto que al principio parecerá rara y chocante la palabra balompié, como acontece con toda novedad léxica; pero repítase varias veces el vocablo—balompié, balompié, balompié, balompié—y pronto se acostumbrará el oído, merced a la significativa y castiza estructura de esas tres sílabas. ¿No es esto mejor que decir futból, como dicen los más, diciéndolo torpemente y sin saber lo que dicen?
Y para no cansar más, aquí pongo término a esta vaga y quizá vana leccioncilla de castellano visto ordeñar, saludando afectuosísimamente a los briosos jugadores de balompié, y despidiéndome del vocablo nuevo con las palabras de un padre que no se fía mucho de la fuerza de la razón:
¡Fortuna te dé Dios, hijo¡