El Betis, Campeón…¡
Estamos a tan solo 48 horas del día en que cumplirán 85 años del mayor momento de gloria en la historia ya centenaria del Real Betis Balompié, ese 28 de abril de 1935 en el que con su contundente victoria 0-5 en los campos de sport de El Sardinero el Betis se hacía con el Campeonato de Liga de la temporada 1934-35.
Como los domingos es el día que dedicamos a rememorar viejos relatos relacionados con la historia del fútbol, qué mejor momento que éste para rescatar una publicación del diario deportivo bilbaíno Excelsius, a cargo de su periodista Machari. Recordemos que el Betis, después de ganar en Santander el día 28 de abril emprendió viaje a Bilbao, a las oficinas del Athletic Club, para recoger la copa de Campeón de Liga allí depositada, como podemos ver en la imagen que encabeza el texto de hoy.
Es Victorio Unamuno, el delantero centro y capitán del equipo, quien recoge el trofeo, rodeado de sus compañeros, de manos del directivo del Athletic Juan Bengoechea. Recordemos que Unamuno estaba en su casa, dado que fue futbolista del Athletic antes de llegar al Betis en 1933, y que al Athletic volvería tras sus 3 años de feliz estancia en el Betis Balompié. Entre el gentío que rodea la escena se distingue a jugadores béticos como Adolfo, Areso, Urquiaga, Rancel, Caballero, el utillero Palacios, directivos como Fernández de Pando o el presidente Antonio Moreno. Posiblemente el momento más feliz en la vida de algunos de los protagonistas de la imagen.
El texto, publicado al día siguiente de la estancia del Betis en Bilbao para recoger el trofeo, narra la intensa lucha que Betis y Madrid mantuvieron a lo largo del campeonato, y la emoción con la que se vivieron las dos jornadas finales, a las que los dos equipo llegaron con posibilidades de hacerse con el título. En él se recogen, a través de la pluma del periodista, algunas impresiones de Unamuno sobre el desarrollo final del campeonato, y también se reconoce el espléndido trabajo de Patrick O´Connell con un equipo en el que sólo se alinearon 15 jugadores a lo largo de las 22 jornadas, pero que realmente se basó en 12 futbolistas, que coparon el 95% de las alineaciones del equipo verdiblanco.
Nos decía Unamuno, el vergarés—Munabe—hace algunos días, que su ilusión mayor sería entrar en la vitrina del Athletic y llevarse la Copa que se iba a llevar el Madrid. Ciertamente, entonces, creía factible su ilusión, que si bien era cierto que su equipo tenía por jugar dos partidos difíciles—contra el Sevilla, su eterno rival, y frente al Racing de Santander—a los madrileños les faltaba un match de órdago: el de Las Corts.
Los béticos esperaban ganar en el Patronato al Sevilla, de forma que, aun perdiendo después en el Sardinero, si por su parte el Madrid sucumbía en Barcelona, por favorecerles el goal average, esperaban ser campeones. No resultaron las cosas así. El Sevilla, eterno rival del Betis, demostró eso, que era un eterno rival en cualquier circunstancia, y le birló un punto al team de Unamuno.
La perspectiva era, por lo tanto, confusa. A falta de ventilar solo una jornada, la decisiva, el Madrid tenía partido en casa. Contra el Arenas. Los béticos, en cambio, necesitaban hacer, por lo menos, un punto más, aprovechando la visita a los santanderinos, empresa difícil, ardua. Decir que en el último momento sería campeón el Madrid, sobre el papel era lo procedente. Mas…
Las huestes de Unamuno, con Lecue a la cabeza, se prepararon para la bagarre final, dispuestos a vencer o morir como hombres de temple de luchadores.
No sabemos; pero en Madrid es lógico pensar que, toda vez que el comercio cierra los domingos, se compraron cohetes de antemano, el sábado, para celebrar el triunfo que el demarrage final era de creer les deparaba.
Y no. Los béticos rebasaron los cálculos de los quinielistas más optimistas e infligieron al Racing de Santander una tunda. Ello se suma ahora, al modo de rúbrica, a redondear la campaña espléndida del Betis, vencedor de los equipos campeones, que al Madrid le venció en Chamartín y en El Patronato; al Athletic de Bilbao en El Patronato, sobre empatar en San Mamés, amén de otras victorias tan significativas como la conseguida sobre el Oviedo en Buenavista, etc…
Merecidamente, pues, llega el primer título de un torneo peninsular a Sevilla, por obra y gracia del “modesto” Betis, un “modesto” con Urquiaga, Areso, Aedo, Lecue, Unamuno… y con O´Connell.
A O´Connell no podemos olvidarle.
–El verdadero mérito del Betis—nos lo dijo también Unamuno—está en que carece de reservas, que solamente cuenta con doce jugadores; pero el tacto especial de un preparador aventajadísimo que es O´Connell ha sabido salir del paso, “arreglando” el equipo convenientemente a medida que han ido surgiendo dificultades.
El triunfo del Betis es, pues, en gran parte el de O´Connell.
Albricias.