El problema Gordillo, de Luis Carlos Peris.

Una vez conseguido el ascenso a Primera División en Burgos en mayo de 1994 y finalizada la campaña, se comenzó a diseñar la plantilla del equipo para el reingreso en la máxima categoría. Así a finales de mayo se presentó ya como jugador bético a José María Menéndez, como vimos aquí, y que llegaba desde el Albacete.
En los días finales de mayo la rumorología indicaba con persistencia que Rafael Gordillo, cuyo contrato finalizaba el 30 de junio, no iba a ser renovado por el Betis. Gordillo había vuelto al Betis en 1992 para colaborar en la recuperación de la Primera División, lo que se había conseguido en su segunda campaña, en la que disputó 31 encuentros oficiales y marcó 4 goles. A sus 37 años había quien, a pesar de los números de la última temporada, dudaba de la posibilidad de que siguiera jugando.
A todo eso se le puso fin con la renovación de Rafael Gordillo en el mes de julio por una temporada más, la que sí sería su última temporada en verdiblanco.
Desde las páginas de Diario 16 Andalucía el periodista Luis Carlos Peris, en su sección Desde mi córner, dedicó este artículo al tema a finales de mayo.
Es, sin ningún género de dudas, el futbolista más importante en los casi noventa años de historia del Real Betis Balompié. Es, sin ningún género de dudas, más que cualquiera de las trece rayas que conforman el escudo del club heliopolitano. Es, fue, será, la mayor fábrica conocida de hacer béticos. Es, fue, será, Rafael Gordillo Vázquez, una fuerza de la naturaleza desatada, el más internacional de todos nuestros futbolistas, el ídolo mayor que conocieron los pequeños, pero…
Todo tiene un pero y en Rafael Gordillo sólo cabe un pero, uno en el que ni entra ni sale este sevillano de Almendralejo, el inexorable del tiempo, de esos tacos de almanaque que van cayendo sin que nadie pueda detenerlos.
Es ciertamente doloroso que este tipo de futbolista tenga fin y es también cierto que no estamos capacitados para decir hasta aquí has llegado, Rafa. Es más, si creyésemos en nuestra autoridad moral para dictar su finiquito no lo haríamos porque no nos da la gana, ¿vale? Ocurre, sin embargo, que no son de fiar esas voces que aparentan ser más gordillistas que el propio Gordillo. Voces que se erigen en paladines de una estulticia, voces de gente generosa con plata ajena que apela a cuestión tan manida como la de la centralita acolapsada en demanda de justicia. Populismo, tendencia a lo fácil, que lo fácil es decirle Rafa, monstruo, qué barbaridad lo que quieren hacerte…
El propio Gordillo ha salido al paso porque en esta historia, como en tantas y tantas, el personaje más a tener en cuenta es el del protagonista, el de Gordillo. Ocurre también que nadie podrá creer que alguien tiene algo contra Gordillo, que, por ejemplo, Lorenzo Serra iba a tirarse piedras en su tejado informando desfavorablemente si creyese a ciencia cierta que Gordillo va a llegar treinta veces en treinta domingos a la línea de fondo. Por lo tanto, liberen de tamaño cáliz a la centralita, que los que manejan el Betis hagan lo que tengan que hacer y homenajeemos al mejor futbolista que dio Andalucía por los siglos de los siglos…
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