Entrevista León Lasa 1965
León Lasa fue jugador del Betis durante 10 temporadas, entre 1956 y 1966. Jugó más de 300 partidos, entre amistosos y oficiales, y pasó por todas las posiciones del campo excepto la portería. Realmente fue un jugador comodín, utilizado por todos los entrenadores que pasaron por el club, en el que se retiró con 33 años.
También fue capitán del Real Betis Balompié, faceta esta que le hizo aparecer en una serie de entrevistas que el diario deportivo Marca realizó durante la temporada 1964-65 denominada «El capitán que los manda», y en la que Lasa repasa su carrera futbolística, así como otros aspectos de su vida profesional y personal.
En Málaga, muchos jugadores de campanillas han colgado sus botas. En Málaga también han nacido jóvenes figuras, que sin haber llegado al mundo en este pedazo de tierra, dieron allí sus primeras patadas formales, y de allí salieron reexpedidos para equipos de superior categoría.
Pipi, por ejemplo, es uno de los recientes casos y lo fue también Lasa, ahora jugador y capitán del Betis, uno de los pilares del equipo sevillano en el transcurso de los últimos años. Lasa va a ser nuestra figura de hoy. Lasa, jugador menudito, bajo y, acaso por eso, muy peligroso frente a las metas enemigas, tratará de driblarnos más de una vez, pero también, como los buenos, en más de una ocasión se irá derecho al palo dispuesto a rematar certeramente lo que en el desarrollo de nuestra conversación va surgiendo.
Guipuzcoano de nacimiento y andaluz de adopción, andaluza es ya su familia, León Lasa se nos muestra en todo instante como un hombre sensato, práctico y con un excelente sentido del humor.
La charla es una charla de casi veinte kilómetros, los que van, más o menos, desde el aeropuerto de Barajas hasta la gran rotonda de Atocha. Con su equipo va a enfilar la carretera de Andalucía en busca de Serva la Bari, y en el autocar, todo hay que decirlo, se respira el ambiente que proporcionan dos puntos positivos.
El capitán
Para Lasa no es nuevo este cargo. Ya fue capitán en el Málaga, reemplazó en el cargo a Bazán, y en el Betis no ha hecho más que heredar esa tradición, a la que se llega por el camino de la veteranía. Veamos lo que dice.
– ¿Qué significa para usted este cargo?
– Si he de serle sincero, le dirá que ya casi lo he olvidado. Cuando lo fui por primera vez, yo era entonces demasiado joven, aquello me supuso una satisfacción más que añadir a las que, sin apenas haberlo querido, me iba proporcionando el fútbol. Ahora, al frente del equipo bético, es innegable que esa satisfacción se me haya vuelto a reproducir, aunque, claro, sin aquella lógica ilusión que me llenaba de orgullo. Ya el orgullo y la satisfacción me llegaron al colocarme la camiseta verdiblanca; imagínese…
– ¿Cuándo le traspasaron el “estrellato”?
– Va ya para cuatro temporadas. Cuando Del Sol se marchó fue a parar a Portu, un jugador que había estado en el Betis toda la vida. Después lo heredé yo. Y cuando por cualquier circunstancia algún domingo no juego, pues ahí está Ríos, al que si usted quiere le nombramos ahora teniente de guardia en funciones de capitán.
– Vamos a ver, como capitán ¿qué le pediría al Betis?
– Lo mismo que cualquier otro jugador, ya que el ostentar este cargo no quiere decir que sea diferente para el club ni disfrute de cualquier prerrogativa, no. En lo único que nos diferenciamos es para el Comité de Competición…, y ya es bastante.
– ¿Considera que eso de la veteranía es lo suficientemente meritorio como para brindar el derecho de la capitanía?
– Personalmente considero que, en efecto, debe ser el capitán el más veterano, aunque con las excepciones que en todos los casose presentan, ya que puede ocurrir que el jugador indicado no reúna las cualidades indispensables como persona. Que también eso es muy interesante.
El jugador
Lo da todo en el campo. No sabe reservarse ó “replegarse” ante la entrada de los contrarios, y en la finta quizá tiene una de sus más contundentes razones. Juega donde le pongan, véanse diversas alineaciones, aunque su verdadero puesto… Bueno, él mismo nos lo dirá.
-¿Por qué es usted futbolista?
– No sé…Igual que otros se van a América en busca de aventura, yo me fui a Málaga en busca del fútbol, cosa que hasta entonces no se me había ocurrido. Me dijeron: “Oye, ¿quieres ser futbolista? Si quieres te llevo a Málaga dentro de un “lote” que me han pedido…” Y de la mano de Angel Rodríguez, “El Feo”, ingresé en el Atlético Malagueño con diecisiete años recién cumplidos. Todo aquello resultaba demasiado nuevo para mí, y naturalmente me tenía loco de alegría. Entonces, como soñar es libre, mis aspiraciones eran las de todo chico que empieza: jugar en Primera, codearse con los ases, ser famoso, internacional y cosas por el estilo.
¿Le fueron bien los aires andaluces?
Mejor de lo que puede imaginar, porque no había concluido mi primera temporada en el modesto Atlético de la capital cuando pasé al primer equipo del Málaga. Recuerdo que entrenaba al equipo el genial Ricardo Zamora, no olvide que tenía diecisiete años, y aquella llamada supuso para mí algo muy grande. Pero, lo que son las cosas: bajamos a Segunda División, aunque al año siguiente, dirigidos entonces por Barrios, nos reincorporamos a la División de Honor. Empecé jugando de extremo y luego de interior; yo creo que este es mi puesto.
– En resúmen, ¿Cuántas temporadas en cada categoría?
– En Tercera División, una, incompleta; la primera de “futbolista serio”. Dos en Primera y tres en Segunda, alternándolas. Un salto demasiado grande, ya que hasta llegar a la capital andaluza sólo había jugado en dos equipos regionales, Loinaz y Beasain, el equipo de mi pueblo, y nada más que en plan de distracción, como tantos y tantos muchachos de ahora y de siempre…
– Bien, ¿Cómo surgió su traspaso al Betis?
– Eso tiene su pequeña historia, que le contaré más adelante. Fue en la temporada 56-57. Subí a Primera División de nuevo y también en aquella ocasión por obra y gracia del entrenador Barrios, que pasó igualmente del Málaga al Betis.
– ¿Ha encontrado en el fútbol todo lo que creyó encontrar?
– Todo y algo más. Mire, yo no sé si habré merecido lo mucho o poco que me ha dado, pero en esta profesión influye mucho el factor suerte. Ha habido jugadores bastante mejores que yo a quienes el fútbol ha dado mucho menos, aunque, por otro lado, también he de reconocer que a jugadores peores el fútbol les ha dado más… No sé si me explicaré bien. Pero es que el fútbol, entre bastidores, es muy complicado.
– Busque, busque una complicación a través de su carrera deportiva…
– ¡ Hombre, así, de pronto¡ Pero, bien, una de las personas más complicadas que he encontrado ha sido don Fernando Daucick, que casi me volvía loco cambiándome de puesto. Un año me puso de defensa y de defensa me tiré toda la temporada, a pesar de que, por mi estatura, nunca llegué a creer que pudiera defenderme en ese puesto; sin embargo, he de reconocer que esa fue una de mis mejores temporadas… Claro, que como contrapunto, al iniciarse la temporada siguiente apareció una de las inevitables “cosas” de Daucick; sin saber por qué, me dejó a un lado, no queriendo ni verme en los entrenamientos. No olvidaré nunca cómo en una ocasión, en uno de esos partidos preparatorios, hasta prefirió alinear al chófer del autocar, e incluso al cuidador del material, en tanto que a mí me dejaba “olvidado” en mitad del campo… Al final, en una de sus “genialidades”, me preguntó que dónde me había metido. Entonces, y ahora al recordarlo, tuve que esbozar una sonrisa ¡Qué otra cosa podía hacer¡
– ¿A cuál de sus entrenadores debe más?
– Han sido muchos y buenos, y de todos ellos he aprendido algo bueno, aunque también de otros algo negativo. Pero como para mí lo que más valor tiene es que a uno le den a conocer futbolísticamente, he de nombrar a la fuerza a don Celestino Lasa, que entrenaba por entonces al Jerez, y que fue el que prácticamente me llevó al Málaga por gestiones de “El Feo”. Aunque tenemos el mismo apellido, no nos une ningún parentesco…
– ¿Guarda usted resentimiento contra algo o contra alguien?
– Resentimiento no tengo contra nadie, aunque en el fútbol pasan cosas muy raras e incomprensibles, ya que también los entrenadores tienen sus fallos, como cualquier mortal… o al menos, a mí me lo parece. Pero lo que siempre ocurre es que al final pensamos que son “cosas del fútbol”, y con paciencia seguimos jugando
El especialista
Lo que le ocurrió a Lasa no es cosa que ocurra todos los días. Su traspaso al Betis no fue ni más ni menos que una operación bancaria en la que él fue algo así como una letra de cambio, un pagaré o, como dice el mismo Lasa, una hipoteca.
– Sí, lo mío fue un traspaso raro. Cuando se llevó a efecto no había Directiva en el equipo malagueño, y el destino del club estaba en manos de un delegado de la Federación. Había muchas deudas, y el Banco Coca era uno de los principales acreedores. Cuando ya estaba en el Betis me enteré de que yo había estado hipotecado en el dicho Banco. Como en aquella época Lasa era el jugador malaguista que podía reportar más beneficio con el traspaso a otro club, pues, ¡hala¡, me “endosaron”, sin yo saberlo, una papeleta que para sí quisieran muchos…
– ¿Ha lamentado alguna vez aquel “endoso”?
– No, en realidad, no. Con aquella operación colaboré en resolverle una seria papeleta al club malagueño, y eso sería suficiente razón; por otra parte, entré con buen pie en Sevilla, y de ella no tengo sino buenos recuerdos ¿Qué más puedo pedir?
– ¿Cuáles han sido sus mayores satisfacciones deportivas?
– En mi primera época, lógicamente, los dos ascensos del Málaga; tenía entonces diecinueve años, y aquello a la fuerza tenía que resultarme un sueño. Al afincarme en Sevilla fue igualmente el ascenso del Betis el que colmó todas mis aspiraciones en este aspecto, ya que la formidable reacción de la afición bética, a la que yo considero fanática con su equipo, fue de las que difícilmente se olvidan
El hombre
León Lasa Múgica es un hombre sencillo. Su temperamento parece como si fuera por delante de su edad. Amigable conversador, recuerda con nostalgia sus principios en Málaga, “mi segunda patria”, dice él, y su afincamiento en Sevilla, donde ha creado su hogar.
– Denos en dos líneas su ficha geográfica…
– Ahí va: nací en Guipúzcoa, en el pueblecito de Beasain, hace treinta y un años. Me llamo León Lasa Múgica y, aunque guipuzcoano, me considero andaluz.
– ¿Dónde estudió?
– En el colegio de San Martín de Loinaz. Aunque no tuve tiempo de estudiar demasiado, ya que a los diecisiete años estaba en Málaga jugando al fútbol. Mi hermano también había sido futbolista, pero él no había pasado de los campeonatos regionales
– ¿Su recuerdo más imborrable?
– Sin duda alguna cuando me casé. Ese ha sido el momento más grande, igual que cuando nacieron mis hijos, pus aquello suponía una nueva faceta de mi vida. Leoncho, María del Carmen y Elena, de tres años, dos años y diez meses, respectivamente, componen con mi esposa, Marisa, el hogar que siempre soñé, y en el que procuro pasar todo el tiempo libre que me deja el fútbol
– ¿Hay algo en su vida que no haya conseguido entre sus ambiciones personales?
– Una que a la fuerza ha de estar íntimamente ligada a mi profesión: la internacionalidad. Pudo haber sido durante mi estancia en Málaga, el equipo estaba entonces en Primera y yo jugaba de interior, ya que me seleccionaron para jugar contra Luxemburgo. Pero tuve la mala suerte de lesionarme el domingo anterior a ese partido jugando contra el Atlético de Bilbao; una oportunidad que tuve al alcance de la mano, pero que se me fue. Me queda como compensación la satisfacción de haber conseguido, gracias al fútbol, una posición y una felicidad que, de verdad, no cambiaría por nada
– ¿Ha pensado en lo que hará cuando se retire?
– De momento continuo plenamente dedicado a mi profesión. No sé lo que haré cuando llegue el momento, aunque, por si le sirve de algo, le diré que ya tengo el título regional de preparador. Tal vez me dedique a eso, a entrenar; pero no sé…
– Estupendo. Peo ¡cuidado¡, y aunque sea mortal, procure no equivocarse demasiado. Siempre es mejor. Por aquello del “qué dirán”…
Fuente: Manuel Castillo en Marca 10 de enero de 1965