Entrevista Rogelio Sosa 1978
Al finalizar la temporada 1977-78 Rogelio Sosa tras 16 años en el primer equipo del Real Betis Balompié, y 20 años en el club verdiblanco ponía fin a su carrera futbolística.
Una última temporada marcada por el fracaso colectivo tras el descenso a Segunda apenas un año después de haber ganado la Copa. Para Rogelio también fue un año muy malo, pues sólo disputó poco más 10 minutos en partido oficial durante toda la temporada como ya vimos aquí.
El 20 de mayo de 1978, apenas dos semanas después de consumarse el descenso, en las páginas de El Correo de Andalucía el periodista Manolo Rodríguez entrevistaba a Rogelio, en un repaso global de su carrera deportiva con especial incidencia en las circunstancias de la última temporada.
Hubo una vez una izquierda que sentó cátedra. Una pierna y una inteligencia que galvanizaron al Villamarín y que, durante mucho tiempo, fue la cabeza visible del beticismo y sus circunstancias. Era un líder, un jefe, un carisma, que se llamaba Rogelio Sosa. Nació en Coria y siempre anduvo en esto del fútbol con una viveza y una personalidad que jamás le hicieron perder el sitio. Ni siquiera en esta última temporada, en las que unos malos aires venidos desde Guernica le tuvieron sentado en ese duro calvario que es la grada.
Rogelio, después de esta condena, miró a su alrededor, vio esos veinte años de historia hechos a golpe de verde y blanco y decidió irse, marcharse. Dejar de una vez por todas esas lecciones impartidas desde un césped y retirarse a la tranquilidad de la barrera. Al oír la noticia, Villamarín se puso triste y, de algún modo, no tuvo otro remedio que resignarse. Un ídolo acaba de cerrar la puerta.
– Rogelio, ¿los ídolos también se van?
– Hombre, por supuesto. Se van en todos los aspectos y el fútbol no iba a ser una excepción. Lo malo es que en el fútbol se van más jóvenes.
– ¿Qué te gustaría que recordara la afición bética, la izquierda de caoba o a Rogelio?
– Me gustaría que me recordaran, sobre todo, por una labor de veinte años. Creo que he batido un record de permanencia en el club, pero no creo que pueda enjuiciar si esta labor ha sido positiva o negativa
-¿Rogelio vio pronto el final de su carrera o no quiso resignarse?
– Yo pienso que un jugador debe comenzar a ver su final en el campo, y yo, al haberme tirado una temporada en blanco, no me he visto jamás impotente sobre el campo. Tengo la tranquilidad de irme sin haber demostrado que no puedo
– ¿Qué edad tiene Rogelio?
– Acabo de cumplir 35 años
– ¿Son muchos o pocos?
– Creo que es una buena edad para retirarse
– Hagamos historia, Rogelio. ¿Cuándo y cómo fichaste por el Betis?
– Yo jugaba en un equipo infantil de Coria, en el Victoria Balompié, que lo llevaba un bético de toda la vida, Manuel Infantes Ruiz. Él me trajo al Betis con catorce años y desde entonces pertenezco al club
– ¿Cómo es esa historia de la triple ficha?
– Como te decía, yo llegué al Betis con catorce años, tenía poco peso y una escasa planta física. Entonces, de los tres equipos juveniles que tenía el Betis, me pusieron en el último, en el que apenas jugaba. Fue entonces cuando un hermano mío, que pertenecía al Sevilla, me habló de fichar por el Sevilla. Yo quería jugar y, con uno de esos actos propios de la edad, firmé. La tercera ficha fue en Coria, que también me habló para que jugara y por el que también fiché.
– ¿Hubo sanción federativa?
– Sí, la Federación me impuso un año de sanción y terminó resolviendo a favor del Betis
Rogelio no parece sentir nostalgia al evocar estos primeros tiempos, estos primeros recuerdos. Son pasado pero, quizás, un pasado excesivamente lejano.
– ¿Qué recuerdas de tu debut en el Betis?
– El debut mío fue un partido contra el Real Madrid en el Villamarín. Era el primero de Liga, nos entrenaba Daucik y perdimos cuatro a dos
– ¿De qué jugaste?
– De extremo izquierda. Después, jugamos el segundo en Barcelona y perdimos uno a cero; el tercero en casa contra el Málaga, que también lo perdimos, y el cuarto en Elche, donde por fin ganamos.
– ¿Cuándo empieza Rogelio a ser indiscutible?
– Mira, después de jugar el primer año 17 o 18 partidos, con dieciocho años pareció que se me torcían las cosas. Jugamos un partido aquí contra el Elche, que empatamos a cero, y se me echó toda la culpa a mí. A raíz de aquello se me quiso traspasar al Calvo Sotelo y yo pedí mucho dinero, por lo que no se hizo. Me quedé aquí y no volví a jugar hasta el último partido, contra el Barcelona. Después nos eliminó el Barcelona en la Copa y al siguiente año hicimos la gira por Alemania, Holanda y Bélgica. A la vuelta jugamos el célebre Carranza que ganamos y, desde ese momento, comenzaron a salir bien las cosas
– ¿Ha compensado estar en esto veinte años o han sido casi todo disgustos?
– Ha habido de todo. Están emparejadas alegrías y decepciones. Cuando uno trabaja en lo que le gusta es normal que lleguen estos disgustos si las cosas no salen bien
– Rogelio, ¿has llegado a convencer a la gente que el fútbol es un arte?
– No lo sé. Sobre mí siempre se ha dicho que he sido un jugador de arte e inspiración y, en muchos momentos, se me ha censurado. A todos los que han dicho esto siempre les he preguntado que me respondieran a la pregunta de qué es un jugador de club. Si un jugador de club es el que más partido juega, yo, en los últimos años, he jugado en el Betis más partidos que nadie
– Rogelio, ¿es cierta esa frase que se te atribuye de que al fútbol se juega con los pies y que la cabeza es para ponerse el sombrero?
– Al fútbol se juega con los pies, pero dirige la cabeza. Cada futbolista se distingue por una cualidad determinada. Y la mía, a la vista está, ha sido la de jugar al fútbol, pero ello no quita que yo haya jugado tres años de delantero centro y haya sido el máximo goleador del equipo. Un año metí catorce, otro trece y otro doce. Algunos, lógicamente, fueron con la cabeza
Rogelio Sosa, tal vez, evoca esas inteligencias, esas galanuras desde allí abajo, mirando serio, imperturbable, el graderío y, con los brazos en jarra, intentando explicar las impotencias o aciertos de ese Betis. Un Rogelio que no sé si utiliza la cabeza para ponerse el sombrero, pero que, seguro, la utiliza para pensar.
– Rogelio, dicen que has tenido la rara virtud de ser inteligente fuera del campo
– Yo creo que un futbolista puede ser inteligente fuera del campo para muchas cosas, pero creo que donde es necesario ser inteligente es dentro, entre la cal
– Vamos a darle un repaso a las relaciones y a los dineros. Llevas veinte años en el Betis, mucho tiempo. ¿Suena esto a que has sido un jugador cómodo para el club?
– Te puedo decir que nunca tuve problemas económicos con el club, que en los últimos veinte años he sido el futbolista más barato que ha tenido el Betis
– ¿Con cuánto dinero llegaste y con cuánto te vas?
– Llegué con diez pesetas para el tranvía y me voy con una ficha condicionada por partido. Una cifra muy difícil de precisar
– ¿Has llegado tarde a muchas cosas?
– No, me he anticipado a muchas cosas. Recuerdo que cuando llegué al Betis Grau y Ríos me decían que me iba a llevar todo el dinero. Y ahora, cuando me acuerdo de eso, me río. Pero es normal, los tiempos cambian, es ley de vida
– Además, no es lo mismo nacer en Coria del Río que en Buenos Aires, ¿no?
– Yo estoy muy contento de haber nacido en Coria, pero desde luego es evidente que los extranjeros tienen muchas más facilidades para ganar dinero que nosotros
Hasta aquí hemos llegado hablando de planteamientos más o menos generales. Se trata ahora de radiografiar con urgencia una personalidad. De variar sobre el mismo tema. Buscando conclusiones.
– ¿Qué partido te hubiera gustado no jugar, qué tarde hubieras preferido haberte quedado en el banquillo?
– No te puedo decir. Siempre he dicho que en las épocas buenas y en las malas, lo importante es estar en el campo. En la tribuna no se hace nada
– ¿Y ese partido que te hubiera gustado jugar y no jugaste?
– Se puede responder a ésta con la anterior, pero qué duda cabe que me hubiera gustado estar en la final de Copa y en los partidos de la Recopa
– ¿El mejor entrenador?
– He dicho hace un momento que lo que más vale en un entrenador es su psicología. Hoy, sin embargo, se habla demasiado del aspecto físico, aludiendo a que es lo más importante. Pero ocurre que hoy el futbolista vive más para el fútbol, aparte de que al futbolista hay que prepararlo físicamente. De cualquier forma, ya te decía antes que para mí lo más importante es la psicología y, en este aspecto, quien más me agradó fue Balmanya
– ¿Es cierto eso de que Antonio Barrios jamás te daba consignas?
– En efecto, Antonio Barrios cogía una pizarra y comenzaba a dar las consignas y la táctica. A mí, sin embargo, nunca me dijo nada. Me ponía con el 11 y jamás me indicó lo que tenía que hacer
– Hay una anécdota a este respecto en Mallorca, ¿no?
– Sí, en Mallorca nos jugábamos un partido decisivo y cuando íbamos camino del campo, me cogió por el hombro y me dijo: “Rogelio, corre hoy, que esto se acaba”
– ¿Ganaron ustedes?
– Sí, ganamos
– ¿Eres consciente de que muchas veces medio Villamarín ha ido a ver a Rogelio y no a ver al Betis?
– No creo. Un equipo se compone de once jugadores y el espectáculo o el ridículo lo tienen que dar esos once. Si siete juegan y cuatro fallan, no hay nada que hacer. Pero es cierto que a la gente le agradan las hechuras y las maneras de unos determinados jugadores, ya que otros hacen una labor sorda y positiva y, sin embargo, pasan desapercibidos
– Lo que nadie puede discutir es que tú has sido un jugador con personalidad
– Siempre se ha dicho que sido un líder y creo que eso es importante dentro del club, puesto que es a ese jugador al que se le chilla y al que se le exige. Por otra parte, siempre es necesario que haya dentro del campo un hombre que hable con los compañeros, que, sin el balón en los pies, se dé cuenta de lo que pasa
– Se dice que la opinión de Rogelio dentro del Betis sigue yendo a misa
– No creo. Lo que ocurre es que llevo muchos años en el Betis y muchos de los jugadores actuales han llegado aquí como chavalitos y siempre he hablado con ellos, les he aconsejado y les he dicho los fallos que hayan podido tener
– ¿Sólo los fallos?
– Sí. Soy poco partidario de hablarles de los éxitos cuando están empezando. Además, cuando un futbolista está bien no hace falta que nadie se los diga. Él lo sabe
– ¿Está ya lejos la noche del homenaje con el Wisla?
– Sí, hace ya dos años
– Te homenajearon y no te retiraste
– Un homenaje no tiene que significar, forzosamente, marcharse. Antes existía el partido que se daba a los diez años, pero eso ya pasó. Aquello fue un acuerdo entre directiva y jugadores y por eso se hizo. Que yo recuerde, también se le dieron dos homenajes a Gento
– ¿Te sentiste molesto alguna vez por tener que entrenar en el Villamarín pudiéndolo hacer en el Luis Casanova o en el Nou Camp?
– No. Conmigo ocurrió como con muchos. Tuve unos cinco o seis años en que se me pudo traspasar. Estuvo aquí Guijarro para traspasarme al Barcelona, pero en aquella ocasión la directiva no lo creyó conveniente. No me marché y aquí no ha pasado nada
– ¿La internacionalidad es una espina clavada?
– No, ya que he sido internacional militar, y dos veces he actuado en la selección B
– ¿El mejor partido?
– Hay muchos, pero yo recordaría el del ascenso en Granada, donde ganamos por uno a cero y yo metí el gol
Rogelio fuma tabaco rubio y conversa con facilidad. Sin destemplanzas. Las mangas no es necesario que se las remangue porque las lleva cortas. Símbolo y mito. Vamos a ser sinceros. Al menos, por unos momentos.
– ¿Cuántas has veces has salido al campo sabiendo que el partido lo tenías ganado antes de comenzar?
– ¿Te refieres a goles de despacho?
– Más o menos.
– Nunca. Los partidos, que yo sepa, siempre se ganan en el campo, nunca en los despachos
– ¿Cuántas veces te han dicho en una caseta: “Hoy tenemos que perder”?
– Nunca. Además, yo pienso que se habla de estas cosas demasiado, cuando no son tantos los casos que se producen. Lo que ha existido toda la vida y existirá serán las primas a terceros, porque nadie puede evitarle a un señor que le dé dinero a un futbolista para que gane. Con nosotros se ha desplazado infinidad de veces un señor que nos ha ofrecido su dinero por ganar un partido determinado
– ¿Ha ganado dinero Rogelio como para verlas venir?
– No, qué va. He ganado dinero y no me puedo quejar, pero habrá que seguir trabajando
El repaso vale. La búsqueda de unas raíces y de unos fundamentos hay que darla por finalizada. Ahora nos debe ocupar otro pasado que aún se entremezcla con lazos de amargura con un rabioso y obsesivo presente. Una historia que ya es de ayer, pero que para el Betis será también de mañana y de pasado. La historia de una agonía lenta. La historia de un descenso.
– Las culpas de este descenso hay que repartirlas, pero con un tanto por ciento determinado. Cuando un club triunfa o fracasa hay que responsabilizarnos a todos; yo incluso incluyo al cuidador del material y al médico. Pero no cabe duda que la gran parte de la culpa ha sido de Iriondo. Por encima de todo hubo un fallo imperdonable: existió demasiada indisciplina
– Se habló de que Rogelio podría haberse hecho cargo del equipo en las tres últimas jornadas
– Si hubiera sido necesario me habría hecho cargo. No me podría haber sentado en el banquillo como entrenador, pero hubiera podido estar como delegado o como jugador
– ¿Era necesario un revulsivo para el Betis?
– Creo que sí. Sólo necesitábamos revitalizar el equipo y arañar algún punto fuera. Lejos del Villamarín hemos desperdiciado demasiadas ocasiones de puntuar
– Hay quien dice que si Rogelio se hubiese decidido a hablar durante la temporada otro gallo habría cantado
– Yo no he sido este año el más indicado para hablar. Cuando juegas puedes permitirte esos lujos, pero si hubiera hablado nos hubiésemos enfrentado, y se hubiera tenido que ir Rogelio
– ¿Te pesa?
– Si con ello hubiera remediado el descenso, por supuesto que sí
– Yo, de la tarde del descenso bético hay una escena que no olvido. La cara de Rogelio
– Creo que salí del campo como pudo salir cualquiera que lo sintiera, ya que el Betis no descendió ese domingo, sino bastante antes
– ¿Alguna conversación borrascosa con algún presidente?
– No, solamente recuerdo un pequeño alboroto con Avelino Villamarín cuando me quisieron traspasar al Calvo Sotelo. Le pedí quinientas mil pesetas y me dijo que si yo era Puskas. Le dije que no, que era Rogelio, con diecinueve años. Entonces me respondió que no volvería a ponerme la camiseta del Betis. Afortunadamente todo se arregló.
– ¿Habrá saque de honor la próxima temporada?
– No lo sé, no está en mi mano
– ¿Pierde mucho el Betis con tu marcha?
– No creo. He repetido muchas veces que en el fútbol no hay nadie imprescindible
– Pero pierde el líder
– Ya, es ley de vida. Tendrán que buscar otro
– ¿Triste?
– Lo triste es irme después de haber estado un año en el banquillo. Sí, Iriondo acabó conmigo
Rogelio mira al vacío y le escuecen enormemente los quince escuálidos minutos del Carranza. Un cuarto de hora escaso para quien lo fue todo.
– Sí, voy a colgar las botas definitivamente. No voy a ir a otro equipo después de estar veinte años en el Betis
El futuro empieza y el Villamarín tendrá que habituarse a otras maneras y a otras formas. Aunque Iriondo lo olvidara, toda una afición siempre tendrá un sitio guardado para Rogelio. Nos vemos, maestro.