Entrevista Rogelio Sosa 1979.

Al finalizar la temporada 1977-78 Rogelio Sosa se retiró del fútbol en activo, en el que había permanecido 16 temporadas en la primera plantilla bética, además de sendas cesiones en el Tomelloso y la Ponferradina, así como 3 años antes en el equipo juvenil bético.
Toda una vida dedicada casi íntegramente al Real Betis Balompié, en el que siguió tras su retirada desempeñando puestos técnicos, como segundo del entrenador de la primera plantilla bética, ojeador de jugadores y de los rivales del primer equipo, etc
Esta entrevista que hoy traemos a Manquepierda se publicó a comienzos de diciembre de 1979, a cargo del periodista Luis Arnaiz en el semanario deportivo AS Color, y nos sirve para conocer las impresiones de un Rogelio muy joven, 36 años, y que hacía poco más de año y medio desde su retirada.
Se pasó veintidós años en el Real Betis y en él sigue. Está tan identificado con sus colores verdiblancos que, los que no sean estos, le suenan a pura aberración. Es bético de pies a cabeza, de sentimiento; para penas y alegrías.
Su historia es una parte muy importante de la historia del club. Permaneció en él como jugador activo desde los 15 hasta los 35 años, tres de ellos como juvenil y nada menos que diecisiete en la plantilla profesional. Lleva ahora dos en la parcela técnica y, aún parece ser aquel hombre que sobre el terreno se convertía en pura delicia cuando las cosas le salían bien, y en una amarga esperanza frustrada cuando le abandonaba el duende.
Los artistas como Rogelio están sujetos a tardes irregulares; entre la bonanza y el temporal apenas unos gramos de la pimienta de una personalidad contrastada y discutida.
Rogelio acabó su vida en el triunfo, pero sin alcanzar el que es el mayor de todos: llegar a la internacionalidad absoluta. Tuvo que contentarse con los sub 23, porque entonces los tiempos eran distintos. Un par de partidos con los jóvenes dichos, una actuación en la selección militar y un amistoso contra un equipo francés en Valencia, copan esa mínima expresión de grandeza de un futbolista que fue grande a su manera, y con calidad, temple, inteligencia, arte, pero que por tenerlo, quizá no alcanzó ese genio que ha hecho de profesionales sensiblemente inferiores un recuerdo a la posteridad. Y este quedarse es una de las penas del ex bético metido en otro tipo de faenas, asequible, animoso, y empezando a vivir de recuerdos cercanos, que esa es la historia de los que ya se han ido del mundo del balón.
- El caso es que siempre he creído que pude ser más, que pude jugar en la selección. Aquella época era difícil, es verdad, pero ocasiones no me faltaron. Pero ni Kubala ni sus antecesores lo creyeron oportuno. Es una espina que tengo clavada. Y ¿qué vamos a hacerle?
Ya nada, como tampoco se pudo hacer aquella venta suya a alguno de los equipos del país que se pirriaban con el duende del mozo.
- En un momento estuve en un tris de marcharme. Estaba bien en el Betis, pero uno es profesional de esto y hay que mirar el “bocao”. Así que no me pareció mal que Luis Guijarro se plantara un día en el club con 12 millones y la oferta firme y formal y precisa del Barcelona. ¡Fíjese: el Barcelona¡ Pero en el Betis dijeron que ni pensarlo, que si salía mataban a toda la Junta. No hubo nada que hacer. Hablé, hablé y hablé con los directivos y me quedé en casa. No hubo forma de cambiar las cosas.
- Está visto que no se puede ser bueno…
- Hombre, vulgar creo que no he sido. He tratado de no serlo al menos. Y por lo que he chillaban me parece que lo conseguí. Eso no se hace con los vulgares, ¿eh?
- ¿No era todo distinto pese a haber transcurrido solo unos pocos años?
- Sí, sí. Es verdad, se jugaba de otra forma y había otro tipo de gente. Ahora mismo esto se ha parado, no salen figuras, hay una especie de crisis; en fin… todo ha cambiado.
Ha cambiado incluso el modus vivendi. Los futbolistas de hace una docena de temporadas tienen que buscarse el pan con el duro faenar de cada día. Y Rogelio es también de esos.
- Económicamente he conseguido un dinerillo para ir tirando. Pero eso no ha sido lo mejor. El fútbol es una fuente inagotable de amigos y las amistades, las amistades de verdad, las buenas, valen más que nada. Lamentablemente con el cariño no se come, pero tampoco iba a quedarme parado sin haber llegado a los 30 y muchos. Así que estoy en activo y en lo que, precisamente, me gusta.
Su fútbol sí gustaba: era grácil, de jugador con la cabeza en alto, la mirada larga y el balón en mimo. Era competencia pura para hombres como Gento, Collar y Lapetra; y sin embargo, poco más que el reconocimiento de su valía y el olvido de los seleccionadores, no hechos a los hábitos, pero sí a los hombres, incuestionables como eran las categorías.
- Entiendo que Gento… Pero en algún momento determinado pude estar. Lo digo sin rencores y sin vanidad alguna. Atravesé épocas para jugar en la selección y pienso que habría rendido a la perfección. Pero a veces se me achacaba lo de ser futbolista inspirado, lo de tener aire de artista para no llegar. Y disiento en eso, porque en este país al futbolista que sabe no se le considera un hombre práctico. Hay creada la falsa imagen de que el hombre como genio, digamos, no es práctico. Y si lo son los que actúan regularmente, y yo puedo presumir de haber sido el más práctico en la historia del Real Betis.
¿Y no tiene razón?
El embrujo de Rogelio le acompañó durante su larguísima vida verdiblanca. Tenía la facultad de ser admirado y resultar admirable en las tardes en que abordaba el juego; las malas eran espejismos inconcebibles. Por eso en alguna medida su imagen encontró comparación taurómaca con el polémico Curro Romero.
- He intentado toda mi vida no hacer siempre lo mismo con un balón en los pies, porque esa es la mejor forma de que el contrario te conozca, te controle y te anule. No sé si lo logré, pero he de reconocer que cuando se perdía un encuentro me colgaban a mí todos los sambenitos y cuando se ganaba, no tanto. He sido un hombre crucificado en las horas malas, posiblemente porque no he tenido vitola de luchador. ¿Y qué quiere que le diga? Lo admito. Pero cuando tuve que jugar como delantero centro por necesidades del equipo, y sin serlo, marqué en 3 años 14,15 y 13 goles respectivamente. Ese es un dato que se ha querido olvidar.
Y que se olvidó. Los últimos años béticos muchos jugadores que no le llegaban a la suela de los zapatos a Rogelio fueron al equipo nacional… y jugaron. Y hoy el profesional tiene otros derechos, extraña paradoja para rendimientos y capacidades sensiblemente disminuidas.
- Cuando nosotros queríamos algo lo más que lográbamos era el 10%. Eso por las buenas; por las malas, ni un duro. Y yo no estoy contra los derechos, que los hay, ni contra que la gente gane dinero, que todo el mundo ha de hacerlo. Lo que digo es que en mi época dinero, lo que se entiende por dinero, solo cuatro. Ahora en cualquier primera se pegan buenos pellizcos, y es que todo ha cambiado una enormidad. En 4 o 6 años buenos el futbolista puede resolver su vida. Esa es una seguridad de un valor inestimable.
Y que él perdió por ser necesario a su Real Betis y por nacer unos años antes. Y que le ha hecho volver a las fuentes del trabajo diario, que en ningún modo tenía abandonadas, aunque el Betis le haya puesto duro el contrato, y aunque la pasada campaña la pasara sin firmarlo, de mutuo acuerdo entre ambas partes.
- Mire, eso no me molesta. Soy del Betis. Lo he sido toda mi vida y toda mi vida continuaré siéndolo. Ahora hago las veces de segundo, pero no soy tal segundo. Ayudo en lo que puedo, viajo los domingos para conocer a los rivales y voy tirando. Y contento, que no es poco
Ni mucho. Por eso el hombre ha buscado la seguridad futura en la apertura de una tienda de deportes, “porque no hay muchas en Sevilla y porque eso no me desliga de mi trabajo habitual y conocido. No valdría para otro tipo de negocio y ya quise montarlo un día con Del Sol pero no fue posible. Luis se metió en lo de los muebles y yo me quedé con la idea”. Y con ella ha fraguado la realidad. No lo es esa nostalgia que tanto daño les hace a muchos ex, que siguen viviendo en tiempo pasado.
- No, y ese no es mi caso
Ni lo fue tampoco el del “pildorazo” indemostrable, pero generalizado, “aunque había también quien hacía las cosas con su por su cuenta, sin consultar con nadie. Un partido difícil, una buena prima… y a correr. No creo que en estos casos la cintramina o la simpatina ayudaron a otra cosa que a quitar el sueño. Todo es, en la mayoría de los casos, psicológico. Y recuerdo a Helenio Herrera, del que decían que les daba los chicos esto y lo otro, cuando lo único que les metía en el cuerpo era media aspirina. Yo mismo pasé una época en la que pensé que un café y un coñac me convertían en un Hércules, en un fenómeno. Lo creí a ciegas, hasta que un día el Madrid nos dio un baño. Al día siguiente se acabó el invento”.
No se acabó su juego, ni el recuerdo que queda de él en los que paladean la calidad. Calidad nacida en Coria, de donde es y donde surgieron los Ruiz Sosa, Herrera I y II, Tiravit, Romero, Cardo, Chacón, Bomba, Bizcocho, Juanito, Asensio… Ahí nació su arte.
¡ Menuda cuna¡
