Hora histórica del Betis

En esta semana que comienza, concretamente el próximo jueves 12 de agosto, se conmemorarán 60 años de la adquisición formal del Estadio de Heliópolis, Estadio Benito Villamarín ya, por parte del Real Betis Balompié.
Un hecho trascendente en la historia del club verdiblanco que en su momento fue totalmente puesto en valor. Como ejemplo el artículo que hoy traemos, publicado en el diario vespertino Sevilla el 2 de agosto de 1961 y en el que, aunque aparece sin firma en la prensa del momento, podemos reconocer la pluma del periodista Emilio Vara.
Una gran fecha, acaso—y sin acaso—la más importante de su historia, va a ver el 12 de agosto para la gran familia bética. Simultáneamente, el viejo campo de Heliópolis será adquirido en propiedad con esa realidad física de pagar en bloque lo que se adquiera, y ostentará por primera vez en su frontis el nombre de quien ha hecho posible esta adquisición: Benito Villamarín.
Un gran acontecimiento como éste necesitaba un parejo acontecimiento deportivo. El traspaso de Johnsson, por tantos conceptos beneficiosos para la sociedad verdiblanca, traerá para esa gran jornada bética a un gran equipo al Estadio Villamarín, al Fiorentina, uno de los mejores conjuntos de Italia, que tan brillante papel ha realizado siempre en la Copa de Europa.
Para que la jornada sea feliz por todos los conceptos, el Real Betis regala el encuentro a sus socios considerándolo de abono. Todo se dispone así para que la conmemoración de esta independencia bética en el orden del terreno de sus instalaciones deportivas tenga un amplio eco y la resonancia que el acontecimiento merece.
Cuaja de esta forma una excelente política que ha venido siendo realizada durante los últimos años por el presidente de la Sociedad, el señor Villamarín, que, a veces contra viento y marea, se ha ganado la admiración y el respeto de todos los seguidores béticos y, en muchos casos, la noble envidia de quienes no lo son. Primero fue subir al equipo a Primera División, luego mantenerlo con dignidad y arrogancia, ahora cerrar esa brillante trayectoria con la adquisición del campo que ha sido testigo del historial del Real Betis Balompié. Y para lograr esta solución que tan prometedor campo abre a las perspectivas futuras de la Sociedad, hábiles negociaciones han sido llevadas con paciencia y tesón hasta encontrar las fórmulas económicas que hagan posible el desembolso total de una suma de esta cuantía sin afectar la economía normal del club. Es, pues, un doble éxito personal del señor Villamarín, que merecidamente viene a ser compensado, siquiera en ínfima parte, con la rotulación oficial del campo con su nombre, aunque la compensación verdadera para él sea la de la estimación de los seguidores verdiblancos, la satisfacción de servir con alteza de mirar al club de sus amores.
En la dilatada historia del Real Betis Balompié, la jornada el 12 de agosto habrá de ser, pues, una piedra miliar sobre la que asiente de manera sólida el futuro del club. Y a nadie puede escapar la importancia de que aquel vacilante Betis que tuvo que luchar en años aún recientes para salir de la Tercera División, arranque ahora hacia una nueva etapa consolidado como equipo puntero de la División de Honor y respaldado en su propia seguridad con un terreno del que ya sea propietario. Todo será posible en adelante para engrandecer al club y es esta función de asentamiento sobre solidísima base la que merece ahora el mayor respeto y admiración y a la que, a no dudar, van a hacer honor los seguidores verdiblancos, porque no bastará tener un hombre decidido, muchas veces a los ojos de la afición arriesgado, que expone su prestigio y su capital, ni contar con el respaldo de una hacienda saneada y un campo propio si el seguidor no sabe responder a estos esfuerzos. En nuestros tiempos el fútbol ha adquirido un volumen muy considerable y sólo pueden hacerse y mantenerse grandes clubs si una masa muy crecida de seguidores sabe respaldar la afortunada dirección de los derroteros deportivos con su aliento constante, con su apoyo decidido y su asistencia económica.
Esa deberá ser la lección que todo seguidor bético obtenga de esta gran jornada que se avecina, y que tan decisiva es en la historia del club. Junto a la gratitud a quien ha hecho posible esta hermosa realidad, el propósito de asistir con generosidad a quien se ha entregado desde hace ya muchos años a la gran tarea, a veces tan ingrata, de engrandecer al Real Betis Balompié.