La etapa brasileña del Athletic, de Alberto Bacigalupe
Hoy juegan en el Villamarín Betis y Athletic y aprovechamos esta circunstancia para traer este artículo publicado en el diario deportivo AS el 1 de febrero de 1983 a cargo del periodista Alberto Bacigalupe, y en el que se recordaba la figura del único técnico brasileño que ha tenido el Athletic como fue Martim Francisco, quien entrenó a los rojiblancos entre 1958 y 1960. Curiosamente también fue entrenador del Real Betis Balompié en 1965.
En el artículo se narra esta etapa brasileña del Athletic centrándose en los cuatro partidos que entre el 28 de diciembre de 1958 y el 25 de enero de 1959 disputó en Liga el conjunto de San Mamés, y en los que marcó 33 goles, una racha tremenda.
Hace no mucho nos llegó, procedente del otro lado del Atlántico, la noticia, siempre dolorosa, de una muerte: la de quien fuera entrenador del Athletic de Bilbao, el técnico brasileño Martim Francisco Rivero de Andrade. Ligada a esta noticia luctuosa va, indefectiblemente, la que pudiera muy bien llamarse “etapa brasileña” de los leones de San Mamés que, al menos en su primera temporada 1958-59 estuvo señalada por una circunstancias realmente sorprendente y curiosa. Más digna de resaltar en la actualidad por la penuria goleadora que atravesamos, aunque el Athletic sea de los que han superado los 40 goles en la Liga. Si de verdad no constituye un récord mundial, sospechamos que pueda andar muy cerca de él. Porque la hazaña realizada por la delantera rojiblanca, con apoyo de Mauri y Maguregui, especialmente aquél, que surgía nadie sabe cómo ante la puerta contraria, machacando el tanto, fue sencillamente inigualable.
Los primeros tanteos provocaron, tras las consiguientes incredulidades, un entusiasmo desbordante. Y, raíz de tales exhibiciones goleadores, se consideró posible que los leones asimilasen un fútbol de otro continente, el fútbol brasileño, el mejor del mundo antes y ahora, que traía el nuevo míster Martim Francisco. La gente no entendía muy bien eso del 4-2-4 y de la “diagonal”, pero aquel juego tan diametralmente opuesto al inglés era bonito, resultaba efectivo y, sobre todo, se trataba de un fútbol ofensivo ciento por ciento, como siempre ha gustado en San Mamés. Se ha dicho con frecuencia, a nuestro juicio erróneamente, que los jugadores del Athletic, como si fueran más torpes que otros, no eran capaces de desarrollar un esquema de juego distinto al inglés, que es el que les va, por la simplicidad, por sus facultades, como anillo al dedo. Pero con el fútbol brasileño, antes había triunfado el Athletic con el fútbol checoslovaco de Daucik, el equipo rojiblanco provocó un gran susto. Jugaba muy bien y goleaba. Los Orúe, Garay, Mauri, Maguregui, Canito, Arieta, Uribe, Marcaida, Merodio, Arteche, Gaínza, etc, obedientes a las enseñanzas de Martim Francisco y, por supuesto con clase futbolística personal para su adaptación, aplicaron el sistema brasileño con lúcidos resultados.
Había iniciado bien la Liga el Athletic, tras el relevo de Baltasar Albéniz, pese a la conquista de la Copa el año anterior, por Martim Francisco, un hombre educado, sencillo, atroz consumidor de café, que ingería como quien se toma “chiquitos” e, indudablemente, muy bien documentado, con fama, sobre todo, de buen preparador físico. Pero el sistema que fue perfilándose en casa, donde el poder atacante siempre es mayor que fuera, no funcionaba en campo ajeno y del Benito Villamarín y del Nou Camp se trajeron los leones sendas derrotas (4-0 y 3-0). Mauri y Maguregui eran dos delanteros más y el vuelco de los medios, cebados en la ofensiva, descuidaba los contragolpes adversarios. Algo así como lo que ha sucedido con los siete delanteros de Mr. Bagge de quien, posiblemente, hablaremos otro día. No andaban bien compensados los movimientos de ataque y defensa. ¡Ah¡ Pero como salieran bien las cosas…
Y eso exactamente fue lo que le ocurrió al Athletic al término de la primera vuelta e inicio de la segunda. Se hicieron famosos aquellos cuatro partidos porque los rojiblancos metían goles con una maravillosa facilidad, jugando la pelota como el mejor. Empezó la cosa con el Sporting de Gijón, el día 28 de diciembre de 1958, por lo que quienes no presenciaron el encuentro creyeron que se trataba de una inocentada. Sí, sí… El 9-0 era toda una realidad y quienes se cebaron con los asturianos fueron Merodio (tres goles), Uribe (tres), Arieta (dos), Arteche y Mauri. Y, a continuación, los hombres de Martim Francisco volvieron a colocar en el marcador otro 9-0, éste al Celta de Vigo. Aquello era el colmo. Mauri y Uribe con tres goles, Arteche con dos y Merodio se repartieron el botín. ¡Funcionaba¡ La “diagonal” brasileña funcionaba y siguió la vorágine de goles. Al Osasuna, en Pamplona, le vencieron los bilbaínos por 8-1. Merodio, él solito, marcó cinco tantos. Y se cerró la fantástica serie con el 7-0 sobre el Betis. Arieta logró tres y uno cada uno marcaron también Arteche, Merodio y Portilla.
Ahí queda el posible récord; en los cuatro partidos consecutivos el Athletic había marcado la friolera de 33 goles. ¿Y qué pasó con el Athletic del caballeroso y cortés Martim Francisco? Pues que concluyó la Liga en un dignísimo tercer puesto. Al año siguiente, el león mantuvo su disfraz brasileño; no alcanzó grandes goleadas, si bien los forasteros raramente escapaban de San Mamés con menos de tres, cuatro y hasta cinco goles. Nuevamente el Athletic tercero en la Liga. Entre los tres primeros, como pretende la hinchada, que debe hallarse el histórico club de San Mamés.
Pero el equipo, ya un poco cargado de años, iniciaba “la muda”. Había que renovarse. En la temporada 1960-61 gente nueva sustituye a gloriosos veteranos. Otros aguantarán un poco más en su camino de vuelta. Comenzaban a sonar los nombres de Zorriqueta, Iturriaga, Urquijo, Sertucha y algunos de efímera presencia, prácticamente están hoy olvidados: López, Barrio, Torre, Echave, Fede Bilbao y Menchaca. Total, que el equipo de Martim Francisco se devaluó bastante y si bien, no obstante, concluyó la Liga en el cuarto puesto, sus peligrosos acercamientos a la cola, se habló del fantasma de la promoción y aún del descenso, contribuyeron, en la decimotercera jornada, a que la junta directiva del Athletic acordase la destitución de Martim Francisco, suplantándole en el cargo de entrenador Juan Antonio Ipiña. Otra vez el tercer año había de serle fatal a un técnico rojiblanco.
Esta es la historia resumida de la etapa brasileña del Athletic. “Son cosas de fútbol”, dicen que dijo Martim Francisco al conocer su cese, despidiéndose elengantemente de su club. Era todo un caballero. Ojalá haya alcanzado la gloria divina.