La Liga que decían no interesaba. 1931

El Campeonato de Liga en España comenzó a jugarse en 1929, con bastante retraso sobre el inicio del Campeonato de España, el torneo de Copa, o con la aparición de los torneos de Liga en otros países europeos.
Como ya hemos desarrollado en otras publicaciones su aparición estuvo ligada al pleno desarrollo del profesionalismo, en vigor oficialmente desde 1926, y a las consecuencias económicas que suponía mantener un plantel de futbolistas profesionales, que necesitaba de unos ingresos permanentes que la competición copera no garantizaba, así como tampoco las ligas regionales, por la menor entidad de los rivales.
No obstante, también la Liga tuvo que desafiar varios retos en sus inicios. Era una competición novedosa, sin tradición alguna, y había bastantes dudas sobre su consolidación y sobre si sería capaz de mantener la atención de la afición. El intento que se había hecho escasos años antes, entre 1927 y 1928, con la división entre minimalistas y maximalistas, había sido un rotundo fracaso, pues no se llegó ni a finalizar la competición iniciada.
Este artículo publicado en marzo de 1931 en el Heraldo de Madrid, a cargo del árbitro Pedro Escartín, que también ejercía a la vez de comentarista deportivo, da testimonio del pleno éxito que, a los dos años de su inicio, tenía ya el Campeonato de Liga, que a lo largo de esos años 30 fue creciendo exponencialmente.
Como se indica en el texto no por ello había de darse por finalizada la estructura de la competición. Se abogaba por algunas modificaciones que perfeccionasen su desarrollo, como la separación por criterios geográficos de la Segunda División, para evitar los costosos gastos de desplazamiento, lo que se llevaría a cabo años después. así como por el establecimiento de un régimen de compensaciones, que hiciera que los equipos más modestos recibieran una parte del taquillaje que generaban en sus visitas a los equipos más poderosos, lo que quedó en una mera propuesta que no se llevó a cabo.
Dos jornadas aún, y en la presente temporada el Campeonato de Liga habrá pasado a la historia como una de las competiciones más interesantes y reñidas que jamás vimos.
Un par de fechas faltan y son tres los equipos que en la Primera División se encuentras empatados y con serias aspiraciones de ocupar el primer puesto, mientras igual número de competidores pelean furiosamente por alejarse de la fatídica cola… ¿Se quiere mayor interés?
La Segunda, más despejada en su cabeza, está oscura y confusa en el último puesto, del que procuran huir nada menos que tres equipos, a quienes pudiera muy bien alcanzar el “beneficio” de un descenso automático.
Y ante esta situación prometedora de jornadas llenas de emoción, no tenemos más que remedio que hacer pública nuestra simpatía por la competición liguera, y recordar una conversación que tuvimos hará dos años con un “navegante”, “piloto” de un club de Primera División, y que nos dijo poco más o menos:
- Hacen mal en protestar los que protestan. La Liga interesa y cubre gastos siempre, cuando menos, cosa que antes no lográbamos con aquellos absurdos encuentros amistosos, con los que pretendíamos rellenar los huecos dejados por los partidos oficiales…
- Pero dicen que el público no acaba de “entrar”, y que son demasiadas dieciocho fechas
- La afición acabará por interesarse, siempre, claro está, que se le ofrezcan buenos partidos, porque, eso sí, la taquilla suele guardar una estrecha relación con la forma del equipo local
- ¿Luego tú crees que la Liga es un acierto?
- Tardará una o dos temporadas en cuajar, sufrirá modificaciones geográficas y económicas, pero la competición tendrá cada vez mayor ambiente. Y sino, al tiempo
Y a los dos años, el triunfo del pronóstico no ha podido ser más definitivo. El público abarrota los campos, forma trenes especiales, y de vez en cuando la hinchada salta al campo de juego y organiza algún pequeño “carrusel”, de los que antes no nos era dado ver hasta los Campeonatos de España. No cabe duda que esto marcha.
¿Qué tiene defectos la competición? Completamente de acuerdo; pero nadie, absolutamente nadie, nos podrá negar que la fórmula liguera, después de algunas modificaciones, supone un gran paso hacia la organización ideal de nuestro fútbol.
Dos lagunas existen hoy en día, y éstas habrán de ser salvadas por los legisladores si se quiera que la Liga sea lo que debe ser. Fácil es adivinar que nos referimos a los desplazamientos del segundo grupo y a lo que pudiéramos llamar “régimen de compensaciones” de la Primera División.
Si el aficionado quiere darse cuenta de las tragedias que pasan durante cuatro meses en las tesorerías de algunos Clubs, no tiene más que coger el mapa, y ver cómo los conjuntos cruzan una y otra vez la “piel de toro” en constante guerra deportivo de Norte contra Sur.
Dividir España geográficamente en dos zonas sería la solución más racional. De esta forma, casi todos los desplazamientos serían baratos, sin que saliera perjudicado el interés deportivo, pues la entrada de algunos equipos alejados hoy día injustamente de las grandes competiciones habría de dar al torneo un refuerzo y una emoción altamente beneficiosos, y no sucedería, como hoy sucede, que un Celta tenga que subastar su historia gloriosa en las luchas modestas de una Tercera División.
Y aparte de estas razones, algunas de ellas de carácter romántico, existe la positiva de evitar que los dineros de la Liga, y a veces algo más, pasen a engrosar las cajas de las compañías de ferrocarriles.
El primer grupo de la Liga, los “Calatravos”, como alguien bautizó en una histórica asamblea, viven bien en general, pero existen dos o tres equipos cuyas tesorerías se ven necesitadas del empleo de puntales. Y esto hay que evitarlo.
La competición liguera se creó principalmente para evitar que los equipos “históricos” llenaran los terrenos de juego en poblaciones donde la devolución de visita del equipo local, no daba ni para los gastos de tren y hotel. Y consecuencia de esto fue la división del fútbol en castas…
A pesar de los buenos deseos de todos, el tiempo ha demostrado que ni el Arenas ni el Real Unión pueden vivir sin apreturas con el régimen actual. ¡Que se vayan ¡, dirán algunos. Y esto no nos parece lógico ni deportivo, y además no responde a los principios para los que fue creada la Liga.
Lo mismo el Arenas que el Irún y aún la Real Sociedad viven difícilmente; pero ello no impide que en sus desplazamientos a las grandes capitales la fama del Club y de sus jugadores llene los terrenos de juego, y como consecuencia la caja de la Sociedad propietaria del campo. En la devolución de visita, areneros e iruneses principalmente, han de conformarse con una taquilla de tres o cuatro mil pesetas…Y eso cuando llega.
El régimen llamado de compensaciones, cuya cuantía no perjudica en da a los poderosos, estamos seguro de que sería la solución. Y con ello se daría a los aficionados españoles, la impresión de que en el fútbol hay algo más que el materialismo y la nómina…