La vuelta de Ferenc Szusza
Ferenc Szusza estuvo en el Betis casi cinco años, desde finales de diciembre de 1971 a octubre de 1976. Su paso por el club verdiblanco dejó huella en la historia de la entidad, pues claramente puso las bases del equipo que en junio de 1977 ganó el título de Copa.
Su marcha, provocada por la negativa de las autoridades húngaras a prorrogar su permiso de residencia exterior, en una época en la que el sistema autoritario imperante en su país controlaba la vida de los ciudadanos, cortó una brillante progresión y dejó un magnífico recuerdo en el mundo del fútbol.
Hasta el punto de que dos años después, a finales de octubre de 1978 Ferenc Szusza volvió a España para entrenar al Atlético de Madrid, supliendo al técnico uruguayo Héctor Núñez.
En las páginas de ABC el 29 de octubre de 1978 se celebraba la vuelta de Ferenc Szusza al fútbol español, aunque se alertaba de las dificultades que el técnico húngaro podía encontrar en el equipo colchonero.
Pasado mañana se cumplirán dos años de un hecho insólito, recordado, sin duda, por la afición bética. En una tarde noche del 31 de octubre del 76 un entrenador abandonaba el terreno de juego del Villamarín a hombros. No acababa—cinco a uno al Español—de conseguir más título que el reconocimiento a un trabajo honrado y eficaz, a una siembra que él no cosechó, porque no se lo permitieron las autoridades de su país.
Ese hombre afable, de elevados conocimientos futbolísticos, capacitado como el que más para la preparación física, ese hombre al que los propios periodistas homenajeamos sencillamente un día, antes de su marcha, vuelve. Vuelve Ferenc Szusza para entrenar a un club de los considerados grandes. Sus dos años de ausencia no le han hecho caer en el olvido. Su vuelta es el reconocimiento a aquel trabajo honrado y eficaz que no pudo culminar en el Betis. No sé si ahora Szusza volverá diciendo: “Yo bético, mi corazón bético”; pero pienso que sí, porque él se fue con lágrimas que quiso enjugar con algunas copas de más en una tarde, precisamente copera, en la que no pudo siquiera sentarse en el banquillo.
Szusza vendrá la próxima semana a Sevilla. El Betis le dará la baja de su contrato, ahora suspendido, y podrá entrenar al Atlético de Madrid. Tanto era su apego a nuestra tierra que cuando se tuvo que marchar—lesión de tobillo aparte—al no renovarle las autoridades húngaras su permiso de estancia en el extranjero, dejó aquí hasta su automóvil, recuerdos y vestimenta, porque quería volver y vuelve, como adelantó en primicia nacional Fernando Gelán en estas mismas páginas hace varias semanas.
Viene Szusza a un club importante, ya lo he dicho, pero a un club “complicado”. Entrenar en estos momentos al Atlético no es tan “perita en dulce” como pudiera parecer. Ya ha habido plumas en la capital de España que han escrito que “con todos los respetos para Szusza, el entrenador del Atlético no puede ser otro que Luis”. Ferenc no lo va a tener tan fácil. En la plantilla rojiblanca han comentado que “no lo conocen”. Su capacidad de técnico encontrará de nuevo, en principio, la barrera idiomática, que tanto le costó saltar aquí, y otras barreras de otro tipo.
De cualquier forma, el que regresa es un gran entrenador, tan grande que se permitía el lujo–¿quién lo hace?—de plantear los partidos delante de quienes luego estábamos llamados a criticarlo, de ello fuimos testigos en más de una ocasión. Retorna un entrenador que sembró mucho y bien en el Betis, al que dejó con un esquema y una preparación física que sería base para los triunfos, inmediatamente después alcanzados, en el inicio de la etapa de Iriondo. Regresa un buen técnico y un excelente preparador físico. A ver si en el Atlético de Madrid puede decir también: “No problem, no problem”. Lo contrario sería mala señal para él.