¿Que cómo siento yo al Betis?

Los años de la Tercera División fueron sin lugar a dudas el periodo más sombrío en la historia de la entidad verdiblanca. Años de penurias deportivas y de estrecheces económicas, pero que en lo social marcaron el carácter de la afición.
Hoy traemos un testimonio de un socio bético del año 1952, que se incluye en una magnífica obra de la época llamada Apuntes del Historial del Real Betis Balompié, y a la que hemos tenido acceso gracias a Eduardo Juliá.
El socio bético en cuestión se llamaba José del Toro Mateo y era el número 1.164 en la relación de los asociados del club. En esta época el Betis contaba con un número en torno a los 4.000 socios.
Describe su vida alrededor del Betis, y cómo éste ocupa 18 horas de las 24 que tiene el día, siendo el hecho de dormir las 6 restantes el que impide una dedicación absoluta. También el nerviosismo con el que asiste a los partidos en Heliópolis, y cómo desearía ganar los encuentros desde su propio asiento.
La visita a Huelva, en esos años todo un clásico para jugar contra el Recreativo, con el que se compartió la categoría durante 6 de las 7 temporadas en Tercera, da lugar a un altercado con los aficionados locales, en unos años de gran rivalidad entre recreativistas y béticos.
Y el mensaje final con la esperanza de que el club «vuelva a ocupar el lugar que le corresponde», y que se cierra con el clásico Aupa Betis.
Esta pregunta le ha sido hecha a don José Del Toro Mateo, socio nº 1164.
“Con palabras nunca podría expresarte lo mucho que quiero al Betis, sólo sé decirte que el Betis para mí forma el complemento de mi vida.
No lo puedo remediar, me he aclimatado a este ambiente bético lo mismo que un empedernido fumador al tabaco. De 24 horas que tiene el día, me llevo 18 hablando del Betis, y si no son las 24, es porque estoy durmiendo las seis restantes.
En el campo no dejo tranquilo a mis vecinos de asiento cuando estoy presenciando un partido; mis nervios empiezan a funcionar y quisiera desde mi asiento ganar los partidos.
Broncas, he tenido muchas. Una vez en Huelva fui con unos amigos a ver al equipo, y nos situamos al lado de un puñado de hinchas choqueros que no hacían más que insultar a nuestros jugadores, y si saber cómo me encontré pegando puñetazos.
Al final de la “lucha libre” me curaron de una enorme brecha en la cabeza.
No soy ni he sido nunca pendenciero, lo que pasa es que no puedo con las injusticias deportivas que se cometen contra el Betis.
Me gustaría que los jugadores nuestros tuvieran mi amor propio; y entonces ya haría tiempo que el Betis hubiese subido a Primera.
Me queda la satisfacción de decir que, a pesar de los contratiempos y dificultades que a cada paso se le presentan al Betis, tiene que llegar el día que vuelva a ocupar el lugar que le corresponde.
¡AUPA BETIS¡