Trofeo Ciudad de Sevilla. 1994.

En 1994 se recuperó el Trofeo Ciudad de Sevilla con la participación de los dos clubs sevillanos. Ese fue el verdadero sentido de las 10 ediciones celebradas entre 1972 y 1981 alternativamente en cada estadio sevillista y bético.
Dejó de celebrarse ya de esta manera en 1982, sustituido por un trofeo triangular jugado en terreno sevillista en los años 1982 y 1984 y por otro a partido único disputado en el Villamarín en 1985. Pero evidentemente ya no era lo mismo, no despertó la expectación y pasión de las ediciones originales y dejó de jugarse ya en 1986. Incluso hubo muchas dudas sobre si podía seguir llamándose Ciudad de Sevilla cuando no tenía ya nada que ver con el trofeo que se diseñó en 1972.
En 1992, al calor de las celebraciones de la Exposición Universal, se retomó la idea con una edición que se jugaría en el Villamarín y en el Sánchez Pizjuán. En terreno bético un triangular entre Betis, Barcelona y Vasco de Gama, y en el campo sevillista otro triangular, entre Sevilla, Atlético de Madtid y Oporto. Los vencedores de cada una de estas dos liguillas jugarían posteriormente la gran final, en la que se enfrentaron Betis y Oporto, con triunfo final para el equipo portista. Tampoco tuvo esta edición mucho éxito, pues tuvo que ser sufragada económicamente por la organización, dado el elevado caché de los equipos participantes y la escasa taquilla recaudada, en unos tiempos en que la aportación televisiva se había ya convertido en el principal soporte económico, pero que restaba el calor popular que fue el éxito de las primeras ediciones.
Y en 1994 se jugó la última edición que prosiguió la línea de devaluación de los últimos años. Todo un lío organizativo a lo largo del mes de julio, pues en principio el Betis se enfrentaría al América de Cali, luego fue sustituido por el Vasco de Gama y finalmente por el Slovan de Bratislava, mientras que al Sevilla se le emparejó en el sorteo inicialmente con el CSKA Sofía y al final jugó contra el Levski de Sofía. A lo largo de todo este periodo, y hasta que el trofeo se puso en marcha, se sucedieron las declaraciones agresivas y extemporáneas de los dirigentes de ambos clubs, Manuel Ruiz de Lopera y Luis Cuervas, dentro del ambiente tenso que ambos mantenían y que culminaría posteriormente en un conocido incidente.
Betis y Sevilla vencieron en sus partidos de semifinales y en un ambiente más que caldeado se iban a enfrentar en la final del 17 de agosto en el Villamarín. En los prolegómenos del partido se repartieron octavillas como con la que encabezamos la entrada de hoy, llamando a la calma a los aficionados. Curiosamente eran los mismos dirigentes que previamente habían calentado el partido los que ahora hacían esa llamada al público.

En 1995 ya dejó de disputarse de forma definitiva.