Un callejón sin salida, de Luis Carlos Peris

A mediados de octubre de 1992 las cosas no marchaban bien para el Betis en su intento de abandonar la Segunda División.
Tras unos comienzos buenos el equipo entró en una fase de malos resultados que lo alejaron de los puestos de ascenso. En la jornada sexta una derrota por 2 a 0 en Valladolid mandaba al equipo a la mitad de la tabla, después de dar una imagen penosa en el Nuevo Zorrilla.
Tras el partido el entrenador Jorge D´Alessandro montó en cólera en la reunión que mantuvo con los futbolistas y el consejero delegado del club, Manuel Ruiz de Lopera, dijo que habría que echar a dos o tres futbolistas que no daban la talla. Los claros señalados eran tres de los jugadores extranjeros: Trifon Ivanov, Roman Kukleta y Tab Ramos.
En este artículo, publicado en Diario 16 Andalucía por el periodista Luis Carlos Peris, se señalaba la dificultad de deshacerse de futbolistas con contrato en vigor, como así sucedió pues ninguno de los tres abandonaron entonces la casa verdiblanca. Sí comenzó entonces una larga prospección de nuevos futbolistas en la antigua Yugoslavia y en Argentina, que terminaría desembocando en los fichajes de Andrei Kobelev y Velli Kasumov.
El beticismo que lleva dentro junto a la frustración por lo que el equipo hizo en Valladolid hicieron una mezcla explosiva que ha metido a Manuel Ruiz de Lopera en un callejón de difícil salida. Y es que aunque tenga toda la razón del mundo, no es tan fácil quitarse de encima a un futbolista con contrato en vigor. Por lo pronto, hasta esos compañeros que no comulgan con el comportamiento de los encartados—sólo Kukleta e Ivanov por el momento—agarran la bandera de la solidaridad para ponerse al lado de ambos y contra la postura de los dirigentes.
Quizá lo hagan tapándose la nariz, pero lo hacen. Comprendo a Rafa Gordillo cuando critica a la directiva—la patronal en estos tiempos que corren—pues por mucho que haga club durante las veinticuatro horas del día, aún es futbolista y no tiene otro remedio que defender a su clase. Que una cosa es hacer club y otra de ir de submarino del poder en el vestuario.
La otra pata del trípode la protagoniza Jorge D´Alessandro, un entrenador lleno de temperamento y que esgrime todo el derecho del mundo a equivocarse por sí solo y no por lo que le digan los demás. Ojalá le salga bien al argentino porque será señal de que el Betis se arregla, pero ha jugado muy fuerte y no le han salido las cosas como él hubiese querido. Aboga por la baja definitiva de los dos y, por el momento, no ha podido ser, que el martes tendrá que verles las caras nuevamente y no era eso, precisamente, lo que pretendía, ni muchísimo menos.