Víctor, el Betis y esa tontería de los lobos
Víctor Sánchez del Amo ha caído de pie en la ciudad del Betis. Creo que es innegable que el técnico, en un trabajo fugaz de tan solo cuatro días le ha cambiado la cara al equipo verdiblanco. Esto ni siquiera es noticia, pues no sería la primera vez que el efecto causado por el cambio de entrenador lleva al equipo a una primera victoria para después ir retomando la realidad que iba aceptando en los últimos tiempos.
La noticia no es tanto la victoria sino el cómo se consigue. Se consigue con un equipo que muestra en ese poco tiempo un amplio trabajo táctico. Un cambio de sistema, una concesión de roles que el técnico asigna a sus piezas sobre el campo para neutralizar a un buen equipo. Un trabajo de la estrategia, de la salida de balón, una presión organizada. En solo cuatro días. Un primer paso, porque no debemos olvidar que es solo un primer paso, pero que siembra precedente porque el trabajo es palpable y no parece fruto de la casualidad. En Ipurúa será esta u otras ideas las que lleve el equipo, podrán ser acertadas o erróneas, podrán estar bien o mal ejecutadas y cualquiera de esas cosas te llevará a ganar o a perder, pero lo que sí parece claro es que pase una cosa u otra, todo responderá a un trabajo previo. A un estudio del rival, a un plan pensado y trabajado.
Y en ese trabajo que hace el entrenador y que por desgracia nos sorprende por no estar tan acostumbrados, al menos a verlo de forma tan acertada y palpable, no solo entran los goles de estrategia, el trabajo táctico o la asimilación de automatismos y roles sobre el campo. En ese trabajo que el técnico inició la semana pasada está también la psicología, el trato individual con los futbolistas como él mismo ha reconocido en varias ocasiones. Hacerlos crecer y creer, convencerlos de que ese trabajo colectivo los hará mejores y que con ello, llegarán los resultados. Y en ese trabajo psicológico, el técnico dijo una frase que ha trascendido haciéndose viral. Hablamos de la analogía entre un equipo y una manada de lobos.
Su significado es claro, todos cuidan de todos en la manada y en el equipo. El trabajo de uno de ellos, hace más fuerte al resto y por ende el trabajo de todos, hace más fuerte al grupo. Es una frase que en general ha caído bien pero que algunos, haciendo alarde de un escepticismo habitual entre un beticismo que cosecha decepciones demasiado a menudo, ya teme que se pueda volver en contra a la primera derrota. Ya se puede observar a gente poniendo la venda antes de la herida e incluso tachando dicha analogía de la manada de una tontería. Y bueno, puede ser.
Sin embargo, este humilde servidor cree que esa simple frase es una muestra más del trabajo del entrenador. Una muestra de que su labor no solo trasciende a lo que ocurrirá sobre el césped durante los noventa minutos que dure el partido cada jornada, sino mucho más allá. Quien sabe de esto afirma sin temor a equivocarse que el fútbol es un estado de ánimo. Víctor viene de un Deportivo de la Coruña en la que un par de jugadores no supieron entender el deporte como un colectivo y junto con una directiva que no supo asumir responsabilidades, dinamitaron su trabajo. Así que desde la primera rueda de prensa ha comenzado a poner soluciones para no volver a tropezar en la misma piedra.
Esa tontería de los lobos, no es solo una referencia al mundo animal, no es una frase al azar, es algo estudiado. Es una forma de potenciar el grupo, de premiar esa mentalidad como equipo. Y esa frase en una familia como la verdiblanca, una afición que se toma cada alegría como si fuese propia, cada injuria como si fuese a sí misma, ha sido adoptada como un aprecio especial, como si reflejara su propio sentimiento. Porque esa manada de la que hablaba el mister no trata solo de veinticinco jugadores y cuerpo técnico, puede tratar de 40.000 almas gritando al unísono tratando de hacer fuerte a los suyos. O de 400.000 desde sus casas en todo el mundo gritando un gol. Esa tontería, esa manada de lobos, es un mensaje de unión que en una afición desunida en muchas ocasiones por innumerables motivos, ha calado mandando un mensaje importante. Todos somos uno, todos estamos para ayudarnos.
No me atrevería a decir que algo no va a salir mal y que en un futuro esa analogía no vestirá titulares de noticias críticas con expresiones como «Menos lobos» o «Se quedaron en cachorros», pero lo que sí creo es que esa analogía sirvió para que muchos se sintieran más unidos al equipo, para transformar los silbidos en aplausos, para corear el nombre de algún que otro jugador que se lo ganó con esfuerzo. Porque además, esas frases parecieron refrendadas por un trabajo detrás y la sensación al bético fue que no solo son habladurías y palabras vacías. Algo sí es seguro, esa tontería de la manada de lobos, no es ninguna tontería, es un mensaje de unión. Que coja el guante quien lo crea conveniente. Ojalá en heliópolis, hablar de lobos siga siendo un mensaje de elogio y unión. Ahora a trabajar.

Noticia por Jorge M. González
Apasionado del fútbol internacional y Social Media Manager. Me gusta seguir ligas extranjeras y a las jóvenes promesas de todo el mundo. Sígueme en twitter para compartir afición: @jorgegonex