Marco Rosa: «Hiciera lo que hiciera, no tenía recompensa»
No mereció ese trato. Se marchó del Real Betis con la sensación de dejar los deberes por hacer, sin apenas hacer ruido, aunque “si con la sensación de haberlo dado todo en cada partido”, señalaba en declaraciones para Manquepierda.com. Marco Rosa abandonó la entidad verdiblanca hace tan sólo unos días, haciendo uso de las redes sociales para agradecer a todos aquellos que si confiaron en él, los que le apoyaron en unos meses duros en su carrera deportiva.
Mediapunta, para todos los seguidores de la cantera verdiblanca uno de los jugadores que, más pronto que tarde, llamaría a la puerta del primer equipo. A sus 20 años se ha visto obligado a vivir una experiencia incómoda. Muchos meses de incertidumbres, sin ficha y con numerosas preguntas sin resolver, Marco Rosa reconoce que “ha sido una situación muy complicada, cada semana que pasaba en la grada sentado, más ganas tenía de saltar al campo y jugar”.
Sincero en sus palabras, pese a su calidad y todo lo demostrado durante la campaña 2014/15, donde fue pieza clave en el primer filial verdiblanco, Marco Rosa pasó al ostracismo este verano ante una situación, cuanto menos, extraña. Pocas personas en su entorno dudaban de su figura, aunque de poco sirvió: “¿Por qué pase al ostracismo? Esa pregunta me la he hecho yo durante muchos meses. Era una situación que no entendía y no podía hacer nada para arreglarlo. No era que me quedaba fuera de la convocatoria por un mal entrenamiento que, a la semana siguiente, puedes arreglarlo. Sabía que, hiciera lo que hiciera, no obtendría recompensa”, comentaba el ex canterano verdiblanco.
Cuando fue consciente de que no jugaría esta campaña en el filial, Marco Rosa reconoció que “fueron unos días bastante malos, la explicación fue que había fichas ocupadas por jugadores del primer equipo y decidieron que yo dejara una ficha libre, sin más”.
Así, en una rueda de prensa convocada ante las turbulencias que se vivieron durante algunas en la cantera verdiblanca, Juan Merino declaró que “por proyección, creo que hay futbolistas en el primer filial, y más jóvenes, que pueden hacer bien la labor de Marco Rosa». Su “elevada edad” fue, para algunos de los componentes del club, la causa principal que acabó con Marco Rosa sin ficha y con su futuro en el aire: “Cuando se dio esa rueda de prensa yo tenía 19 años. Al escuchar esa razón por la que no se cuenta conmigo, no pude evitar reírme, era más fácil decir que no se contaba conmigo”, manifiesta Marco Rosa. Además, sintió que no le “valoraban” y que, a pesar de rendir a un muy buen nivel durante la pretemporada “no sirvió para nada”.
A pesar de todo, el ex canterano heliopolitano dice llevarse de su etapa en el Betis “muy buenos momentos, entrenadores y amigos, una etapa de mi vida que nunca olvidaré, mi sueño era llegar al primer equipo del Real Betis”.
En su despedida, Marco Rosa hizo especial mención en las figuras de Gustavo y Tadeo: “Gustavo fue quien me dio la oportunidad de llegar al Real Betis, donde ganamos Liga y Campeonato de Andalucía, mientras que con Tadeo también conseguimos hacernos con el campeonato liguero. Dos grandes entrenadores de los que he aprendido muchas cosas”.
Confirmada ya de manera oficial su llegada al San Roque de Lepe, el atacante inicia una nueva etapa lejos de Heliópolis donde, sin duda, volverá a sentirse futbolista junto a ex compañeros como Lolo o Isuardi y de la mano de Juanito: “Estoy muy ilusionado, con ganas de demostrar las cosas que no he podido demostrar en el Betis”.
Además, ha tenido palabras para sus ya ex compañeros: “Ha sido una primera vuelta muy dura y lo han pasado bastante mal, pero ahora parece que el equipo va mejorando. Le deseo toda la suerte del mundo a mis antiguos compañeros y seguro que consiguen salir del descenso”. Sobre la afición y los continuos apoyos que ha recibido, Marco Rosa ha dicho que “es una locura, cada semana demuestran que son la mejor afición del mundo”.
Uno de los grandes valores de la cantera deja el nido. Marco Rosa se marcha de la entidad verdiblanca aunque, como él nos reconocía, siempre con un “hasta luego”.