Betis, escudo y trece barras
El equipo verdiblanco, fiel a su filosofía, conseguía el ascenso a Primera de la forma más rocambolesca posible: pendiente de 3 puntos fantasma tras la reclamación del Granada por alineación indebida de un jugador del filial del Barcelona, perdiendo en el campo en Tarragona y celebrando la consecución total del objetivo en un vagón de AVE tras ganarle el Alcorcón al antes mencionado Granada. Pero lo que resulta aún más increíble es que el ascenso ha traído una espiral de malas nuevas que tienen al bético con la mosca detrás de la oreja incluso después de haber disfrutado de lo lindo con la vuelta del equipo a su categoría natural.
Muchos temen que la presentación del informe de los administradores concursales traiga consecuencias negativas a corto plazo y enrarezca el buen ambiente conseguido durante la temporada. El pago de las cláusulas (primas) por el ascenso a los jugadores y cuerpo técnico o la renovación de Pepe Mel pueden traer cola y el principal perjudicado, para variar, será el Betis.
La renovación del entrenador que ha conseguido devolver la ilusión y la esperanza al beticismo es el tema de moda en todos los medios de comunicación locales. El tira y afloja entre Mel y el club se está tensando demasiado. Todos comprenden que el madrileño pida lo que se ha ganado con su trabajo y tenía firmado con el club, pero también es entendible que los nuevos regidores de la entidad defiendan los intereses económicos del club y hagan cumplir la ley por la que el Betis puede vivir con algo de tranquilidad de cara al futuro. Además, hay que tener en cuenta que esos contratos firmados por Mel y algunos futbolistas, conscientes ya de la situación real del club, tomaron forma en un tiempo donde la supervivencia del club era lo último en lo que se fijaban sus “rectores”.
Lopera, Oliver y cómplices varios han dejado una auténtica ruina económica e institucional y el próximo capítulo de su macabro guión está en curso.
Algunos se posicionan con el entrenador, otros con la directiva (personificada en el vicepresidente José Antonio Bosch Valero) y la mayoría con ambos, ya que quieren que Mel continúe y que el club no se salga de la línea marcada para la regeneración.
El futuro inmediato de la entidad está en juego. Habrá que conjugar intereses deportivos (Mel y jugadores) con los económicos (sus sueldos y primas), pero lo verdaderamente importante debe de quedar claro: escudo, trece barras en la zamarreta y cinco letras del río que vertebra Andalucía. Lo demás es pasajero, si quieren efímero. Directivos, técnicos, jugadores, prensa y aficionados pasan, pero el Betis perdura.
Difícil contexto, el pasado como pesada losa y el futuro como obligación. Ni Mel, ni primas, ni Gordillo, ni directiva. El Betis está por encima de todo.