A China buscando paz
El fútbol, poco a poco, entra en China. Su cultura vivió siempre muy alejada del balompié pero, en su afán de adaptarse a todo, los asiáticos, a golpe de talonario, buscan dar el salto en un deporte que está generando gran expectación. A ello están ayudando los 13 técnicos y los más de 80 futbolistas extranjeros que, una buena mañana, decidieron poner fin a su periplo en el viejo continente o en Sudamérica para dar el paso de sus vidas. Conscientes de que sus mejores días en el fútbol, en buena medida, se acabarían allí, ya son participes de la eclosión del fútbol en un país que, a medio plazo, puede que cuente con una de las mejores Ligas del mundo. No es poca cosa.
“Me voy a China o me retiro”. Una frase repetida hasta la saciedad en Europa. Jugadores y técnicos que deciden marchar cada vez más jóvenes. Un buen puñado de billetes encima de la mesa y la tarea de llevar a la Superliga a lo más alto. Ardua misión. Tanto que los precios de los traspasos reflejan la necesidad a la hora de firmar estrellas que den luz al fútbol en China. No escatiman en gastos para convencer a algunas de las figuras futbolísticas más tentadas del mundo, pues debe haber mucho de por medio para que estos, de la noche a la mañana, cambien radicalmente sus costumbres y se dispongan a participar en una Liga, de momento, poco atractiva de cara al público.
Entrenadores como Pellegrini, Villas-Boas o Scolari. Jugadores como Hulk, Pato, Oscar, Lavezzi o Tévez. Hombres que hoy podrían dirigir cualquier banquillo europeo. Futbolistas que serían titulares en el 90% de los conjuntos del globo. Pero “la pela es la pela”. El gigante asiático invierte una auténtica millonada en contratar estrellas y, mientras tanto, trabaja en la formación de sus hombres. Todo ello para que China sea un referente en el mundo de la pelotita.
Y, en esta tesitura, rodeados de un sinfín de ingredientes por descubrir y en medio de sueldos exorbitantes, aparecen figuras que un día estuvieron en el Real Betis Balompié. Sus casos son más significativos, pues precisamente no desembarcaron en China por ser grandes estrellas. Se fueron a Asia buscando paz tras un corto periplo demasiado convulso en Heliópolis. Gustavo Poyet y Joan Verdú prueban hoy suerte en el fútbol asiático.
“Hay que ser honesto, para que exista un movimiento de gente tan importante tiene que haber dinero de por medio”, comenta Gustavo Poyet, en declaraciones para El País. El técnico uruguayo pasó sin pena ni gloria por el Benito Villamarín. Muchas expectativas se pusieron en un entrenador que, de la noche a la mañana, se enfrentó a la afición, al cuerpo técnico e, incluso, dejó en el banquillo a los mejores futbolistas de la plantilla verdiblanca. Dani Ceballos recordará, no de forma grata, su figura.
Tan sólo dirigió al cuadro heliopolitanos durante once encuentros. Once partidos que se convirtieron en un infierno para el uruguayo. Tres victorias, dos empates y seis derrotas es el bagaje de un técnico que, tan pronto como se marchó, encontró trabajo en el Shanghai Shenhua, de la Primera División China. De la mano de jugadores como Tévez, Martins o Guarín, el uruguayo no ha conseguido aún mejorar sus números europeos, pues fue eliminado incluso de la previa de la Champions asiática a manos del Brisbane Roar. Una ampolla demasiado grande en tan poco tiempo y en un equipo formado a golpe de talonario.
Caso muy diferentes el de Joan Verdú. «Por suerte, sólo he bajado una vez, con el Betis. Y la verdad es que lo pasamos mal. Fue el peor año de mi carrera a todos los niveles, tanto deportivo como personal. No era fácil convivir con esa presión», declaró el catalán no hace mucho. Joan fue uno de los jugadores que conformaron la plantilla del Betis en la campaña 2013/14. El año del retorno a Europa. Una estrella que acabó estrellándose “motu propio”, dejando un nivel en Heliópolis impropio de un profesional. Más aún si cabe tras ver su rendimiento en el Espayol, donde siempre fue un referente.
A sus 33 años, y tras su paso por el Baniyas o el Levante, el catalán está hoy enrolado en las filas del Qingdao Huanghai, curiosamente entrenado por el técnico español Jordi Vinyals, que militó como jugador en el Real Betis durante la campaña 1990/91. Así, Verdú emigró para jugar en la Segunda División china, donde lucha por ascender a la Superliga. Un objetivo para poner fin a su carrera con letras de cobre. Algo que también experimentaron ex béticos como Nano (Guizhou Renhe) o Fabao (Henan Construction).
A China buscando paz es la historia de aquellos que un día vistieron la verdiblanca y acabaron saliendo por la puerta de atrás. Joan Verdú y Gustavo Poyet se unen así a una amplia nómina de futbolistas y técnicos que, con mucho dinero frente a sus ojos, ayudan a China en su objetivo de destacar, también, en el fútbol, ofreciendo el nivel que en su día no dieron en el Real Betis Balompié.