De cuando la Real podía con los grandes
Comparece en el Benito Villamarín la Real Sociedad, equipo clásico de la Primera División española y selecto componente del club de los Campeones ligueros.
Los txuri urdin son miembros de pleno derecho, al poseer dos campeonatos de la máxima competición nacional siendo, por precisar, los penúltimos en incorporarse a una colección minoritaria donde solo se encuentran Real Madrid, FC Barcelona, Athletic de Bilbao, Valencia, Atlético de Madrid, Real Betis Balompié, Sevilla y Deportivo de la Coruña. Los vascos lo hicieron a principios de los ochenta cuando, la generación más importante de su Historia, la de los Arconada, Zamora, Satrústegui, López Ufarte y compañía, llevaron a la ciudad easonense, toda la gloria que en más de un siglo de fútbol a orillas del Cantábrico han visto.
Si épica fue su primera conquista, más lo fue si cabe la segunda. Remontémonos a la temporada 81/ 82. Una Real triunfante debuta en la Copa de Europa. En aquellos años, el único representante patrio era quien ostentaba el cetro. En su primera comparecencia va a chocar contra una escuadra búlgara, el CSKA de Sofía. Eliminatoria de dieciseisavos de final y, contra toda lógica, va a saltar la sorpresa y los de la Europa del este van a dejar en la cuneta a los vascongados. Más tarde, este animoso rival demostraría no ser tan dócil, ni tan cómodo. El Liverpool, Campeón de Europa el ejercicio anterior, sería su siguiente víctima.
Pero miren ustedes por donde, lo que puede ser un palo psicológico se transforma en una motivación. A finales de Septiembre, los de Ormaechea se encaraman en lo alto de la tabla y, hasta la jornada número doce, no cederían ante el equipo que más empuje traía en la persecución, el Barça. Desde ese instante se forma un triunvirato en la cabeza y, pronto queda claro que, entre ellos, va a encontrarse al que campeonaría.
Faltan apenas cinco fechas para el fin de la Liga. Jornada treinta y tres. Como en esta que se disputa entre ayer, hoy, mañana y pasado, hay clásico y, en él, los culés caen ante los merengues y este hecho, unido a un empate de los realistas en El Sadar frente a Osasuna, los hace volver a la cima.
Un pírrico punto, es la ventaja con la que van a comparecer los titulares del mítico Atocha. Recibirán al Athletic. Es el cierre del calendario, 25 de Abril de 1982. A los albiazules les vale hacer lo mismo que a los catalanes. El Madrid, tercero en discordia, necesita que fallen ambos.
Pronto se adelantan los barceloneses. Quini, Enrique Castro en el DNI, hace el primero y al poco, el segundo frente a un Betis que no puede contener el ciclón. Con el 2-0 en el Nou Camp y el empate del derby, la Liga se celebraría en la ciudad condal merced al goal average.
Así se llega al descanso.
El bigotudo Zamora anota. La locura recorre toda Guipúzcoa. La Real, su Real, puede volver a ser Campeona. Roberto López Ufarte, el pequeño diablo, afianza la ventaja. Los transistores llevan la noticia a la Avenida Arístides Maillol y los azulgrana se descomponen. El Betis, convidado de piedra, acorta primero y empata más tarde. El desenlace está claro pese a que Manolo Sarabia hace el gol del honor para los bilbaínos.
Ese mismo verano la RFEF va a inventarse un nuevo torneo, la Súper Copa. En ella, los vencedores de Copa y de Liga, se enfrentarán. El primer partido es en casa del que ha logrado alzar la competición del K.O., en el Bernabéu. Vencen los blancos 1-0. En la vuelta, un rotundo 4-0 voltea la cosa. La Real Sociedad será quien inscriba su nombre por primera vez en la peana.
Es una meritoria manera de cerrar un ciclo de gloria.
José Miguel Navarro Barrera
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