El Athletic y la Copa número veinticuatro, por José Miguel Navarro
El Athletic Club es, sin genero de dudas, el equipo de España que más respeta, que más importancia le da, que más quiere la Copa del Rey. No hay que extrañarse, por tanto, que cuente con el jugador con más partidos y títulos, Agustín «Piru» Gaínza (99 partidos y siete trofeos en 19 temporadas); con el máximo goleador, Telmo Zarra (81 goles en 74 partidos) y con el futbolista que más finales ha disputado, José María Belauste (9 en 18 competiciones).
Conviene recordar, asimismo, que el primer Campeón y bi-campeón fue él mismo y que, hasta hace poquito, el título honorífico de «Rey de copas» fue suyo. De este extraordinario cariño viene su excelso palmarés en la competición con veintitrés conquistas legalizadas y treinta y seis presencias en el día decisivo. Una trayectoria que, para los que hemos tenido el inmenso privilegio de conocer el camarín donde guardan la plata, tiene una muesca que resulta absurdo -ahora que el revisionismo histórico está tan en boga- no le sea sumada. Nos referimos a la Copa de la Coronación, claro está, cuya final jugaron venciendo el 15 de Mayo de 1902 y que está expuesta en el museo de los rojiblancos.
La Copa a la que nos referimos es considerada por todos los estudiosos del balompié patrio, como el primer trofeo nacional que se jugó. De lo tempranero de su disputa da fe que, en esa época, ni siquiera existía la Real Federación Española de Fútbol, organismo que tiene la desvergüenza de no reconocer su oficialidad. Nació sin vocación de perdurar pues su pretensión era servir de homenaje a S.A.R. Don Alfonso XIII y, tomaron parte Español, Barcelona, Madrid y el desaparecido New Football de la capital del reino. El tremendo éxito de la misma, hizo que pasase a jugarse anualmente con el nombre de Campeonato de España, siendo solo interrumpida por causas de fuerza mayor.
Durante todo el evento quedó claro quienes eran los mejores: los vascos. Golearon sin piedad alguna a los periquitos por cinco a uno, a los madrileños del New por ocho a uno y, en el día decisivo, a los culés por dos a uno, con dianas de Astorquia y Cazeaux.
Entonces, ¿por qué no se le computa? ¿por qué no se le deja sumarla a su retahíla de campeonatos? Contaremos la historia.
Athletic y Bilbao Fútbol Club coexistían en la capital vizcaína. El primero era el más antiguo de ambos pero, las relaciones, en todo momento fueron cordiales. Cordiales hasta el extremo de entrenar juntos. Cordiales hasta el extremo de concurrir a determinados desafíos como una sola escuadra. Cuando tal cosa sucedía, el nombre que usaban no era el de ninguno de los dos sino el de Vizcaya. Esto es lo que acaeció en esta singular exhibición donde, para ahorrar costes, decidieron participar agrupados. La anómala situación se alargó hasta el 29 de Marzo de 1903. Ese día, las Asambleas de las dos entidades decidieron que lo mejor sería fusionarse y, absorviendo el mayor al menor, dieron paso al club que visita esta jornada Heliópolis. Pese a este hecho, la fórmula se reeditó en la edición de 1907, año en que nació nuestro Real Betis Balompié, con singular acierto pues, el Vizcaya, volvió a plantarse en la final sucumbiendo frente al Madrid por uno a cero.
Terminar señalando, como curiosidad, los nombres de los once héroes a los que considero los privilegiados primeros campeones de Copa de nuestro país: Arana, Careaga, Larrañaga, Silva, Goiri, Arana II, Cazeaux, Astorquia, Dyer, Silva II y Evans.
José Miguel Navarro Barrera