El día en el que el RBB Féminas ascendió a Primera
Fueron unas horas previas muy especiales: el acontecimiento que viviría no merecía menos. Sábado noche, mis amigos, todos sevillistas, me preguntaban el motivo por el cual no salía. Debía velar armas antes de un día que iba a ser de emociones fuertes. Antes de cerrar los ojos, mandé unos últimos mensajes a mis tíos, citados junto a mis abuelos, mis padres y mi hermano para la importante cita que teníamos los béticos con «nuestras niñas».
A las siete y veintinueve minutos de la mañana, segundos antes de que sonara la alarma que programara la noche anterior en mi teléfono móvil, mis ojos se abrieron. Daba comienzo mi particular día del ascenso del Real Betis Féminas a la Primera División Femenina. Me dirigí hacia la habitación de mis padres, todavía dormidos, y como si del 6 de enero se tratara, los desperté, al grito del popular cántico Dicen que estamos locos de la cabeza, algo que no les sentó muy bien… Después de desayunar, ya duchado y vestido, antes de partir hacia la Ciudad Deportiva Luis del Sol, compartí algunos datos en @RBBFemStats y cogí mi cámara de fotos, preparada para recoger momentos de un acontecimiento histórico para el Real Betis Balompié y su gente.
Conforme íbamos aproximándonos a la Ciudad Deportiva, los nervios, que hasta entonces no se habían manifestado en mí, hacían acto de presencia. Cuando logré entrar en el coliseo verdiblanco, tarea harto complicada, vi sus gradas repletas de béticos, de miles de personas que compartían la misma pasión que yo y que estaban dispuestas a vivir lo que yo soñaba con vivir desde hacía meses. No podía evitar quedarme embobado mirando el graderío de una Ciudad Deportiva llena hasta la bandera.
Empezaba el partido, y la afición verdiblanca animaba con fuerza a su equipo. Miraba mis brazos, y sus vellos se erizaban. El calor aumentaba; el nerviosismo, también. Todos los nervios que sentía se apaciguaron algo con el gol de Beita. En ese momento, me acordé de sus palabras en la rueda de prensa previa al comienzo de la Fase de Ascenso, llenas de confianza en sí misma y en sus compañeras. El Femarguín, por otra parte, seguía a un gol de aguarnos la fiesta. Sin embargo, la euforia se desató con el golazo de Laura, el dos a cero. El árbitro puso fin a la primera parte, y yo pude respirar con relativa tranquilidad.
Durante el tiempo de descanso, intenté encontrar a mi familia, pero no pude dar con ellos. Miré mi móvil y vi mensajes de apoyo por parte de colegas, amigos de toda la vida y familiares, como si yo fuera una de las privilegiadas que defendían sobre el verde el escudo de las trece barras. Y aún me sentí más afortunado de vivir este sentimiento al ver las caras de felicidad de las juveniles levantando el trofeo que las acreditaba como campeonas de la Copa Delegación. Pensé entonces que nada podía salir mal.
En la segunda mitad, coincidí con David Ligero, una persona que desprende y transmite esencia de fútbol femenino y que da todo lo que está en su mano por y para el Real Betis Féminas; como en otros encuentros, tuve la oportunidad de aprender más sobre este gracias a él. El calor causaba estragos entre el público y las futbolistas, y las novedades brillaban por su ausencia en una segunda parte que parecía tranquila para el RBB Féminas. Sin embargo, cuando parecía que el marcador era inalterable por el ritmo con el que se estaba desarrollando el enfrentamiento, la relajación provocada, quizás, por las duras condiciones meteorológicas hizo mella en las nuestras, y el Femarguín logró el dos a uno. De repente, la afición «resucitó», circunstancia que borró de mi mente ese nefasto recuerdo del año pasado que se me pasó por un momento por la misma. Esos nervios de bético, del que siente mucho lo que quiere, los cuales seguramente resten años de vida, provocaron que mi corazón latiera con mayor celeridad que la habitual hasta unos minutos después del final del partido. Esto hizo que la emoción me invadiera.
Euforia instaurada en césped y graderío, llegó un momento en el que parecía estar en una nube desde donde solo podía ver felicidad. La emoción que sentía incrementó al ver a dos hermanos, David y Nana, enfundarse en un abrazo gracias a un éxito logrado por el Real Betis Balompié, aspecto que me confirmó que este es mucho más que un club de fútbol. Me puse las gafas para buscar con claridad visual, principalmente, a mi padre y mi abuelo, quienes me habían acompañado a muchos partidos de una pasión que, al principio, no compartían conmigo pese a ser béticos. Mi abuelo me enseñó qué era el Betis; yo le he mostrado qué es el RBB Féminas. Cuando los encontré, me dieron abrazos y besos, sabiendo el significado que tenía para mí el haber reunido a mi familia más cercana en torno al sueño que harían realidad las guerreras verdiblancas. Mi madre y mi abuela, quienes son béticas porque sus seres más queridos lo son, no pudieron evitar emocionarse al sentir tan cerca tantas imágenes y lágrimas de alegría. Cuando me encontré con ellas, estas, con ojos llorosos, me dieron la enhorabuena como si yo hubiese hecho posible esta realidad en forma de ascenso.
Por la noche, estuve leyendo todos los mensajes de apoyo y las felicitaciones que iban recibiendo a través de las redes sociales las artífices de lo vivido por los béticos en ese día. La sonrisa con la que me fui a dormir todavía no se me ha ido de la cara.
Muchísimas gracias por hacerme feliz, guerreras, y enhorabuena por el ascenso a la Primera División Femenina. Juntos, fue la definitiva. ¡Viva el Betis Féminas!
Noticia por Pepe Rodríguez
Estudiante de Periodismo en la Universidad de Sevilla. Controlo @RBBFemStats, donde aporto datos y curiosidades sobre el Real Betis Féminas para sus seguidores en Twitter. Enamorado del Real Betis Balompié.