El único rincón para la ilusión. Especial derbi por Rafa Toro
Ilusión, sin duda la palabra que mejor caracteriza, junto con fidelidad, al beticismo.
Comenzó el Betis la temporada con muchas expectativas en el año del retorno europeo. Todo iba sobre ruedas, con salidas que no gustaban en absoluto, pero con alguna que otra entrada que hizo mucha ilusión. Un entrenador que era y sigue siendo muy admirado por la parroquia verdiblanca. Pero, partido tras partido, el bético de a pie se empezó a dar cuenta que no sería una temporada fácil.
Pasaban los partidos y el Betis no daba señales de vida, por lo que la directiva decidió la dolorosa e injusta decisión de destituir a Pepe Mel. Un enorme enfado se instaló en la afición, enfadó que se trasladó al nuevo entrenador, Juan Carlos Garrido, y que hicieron sus pocas semanas en el Betis un infierno. El paso de Garrido no le sirvió de nada a un Betis que cada vez se veía más hundido en la clasificación. Todo la tranquilidad deportiva e institucional lograda en los últimos años se disolvió en tan solo unos meses.
Fue en este momento cuando la directiva decidió apostar por alguien de la casa, Gabriel Humberto Calderón. Tras unos comienzos no muy esperanzadores, Calderón parece enderezar el rumbo de la nave bética y consigue que el equipo comience a recortar puntos con la línea que marca la zona de descenso, además de cambiar totalmente la imagen de un equipo que parecía estar hundido psicológicamente.
A pesar de la pésima temporada del Betis, todavía queda hueco para la ilusión. Una cara totalmente diferente a mostrado el Betis en competición europea. Comenzó resolviendo la fase de grupos sin muchas dificultades y se encajó en dieciseisavos de final, donde le tocaría jugar con uno de los «cocos», el Rubin Kazán, teniendo en mente el posible enfrentamiento con el eterno rival en octavos de final. Y así sucedió, la escuadra verdiblanca consiguió un pase más que merecido tras derrotar al equipo ruso en Kazán.
Y hasta el día de hoy, a pocas horas del comienzo del mejor derbi de Europa, ese que hará que Sevilla se paralice durante 180 minutos en dos semanas, ese que inunda de ilusión una afición que, sin esperarlo, le ha tocado sufrir esta temporada hasta el final, pero que todavía no ha tirado la toalla porque este entrenador le ha devuelto la ilusión. Que ruede el balón.