El valor de la camiseta, por Selu Vega
A continuación os dejamos con el relato de nuestro compañero Selu Vega, con el que colaboró la web hermana Beticismo, dentro del especial Miradas Verdiblancas.
Fue allá por esta fecha, justo después del 11S cuando decidí cambiar de rumbo y marcharme a Londres a probar suerte, con 23 años y muchas ganas de avanzar.
Por la situación económica ese año no podía sacarme el carnet del mejor equipo del mundo, acabamos de ascender de segunda y Juande Ramos conseguía tener al Betis en los primeros puestos en el arranque de esa temporada. Conseguí un carnet para el partido Alavés de la sexta jornada si no recuerdo mal, y mis hermanos para que pudiera llevar mi pasión en la piel me regalaron la primera camiseta que tuve del glorioso desde el 86. El primer impulso fue besarla, el porqué de esa decisión para muchos estúpidas aún ni lo sé ni lo quiero saber, pero lo que sí me interesa es el valor de la camiseta.
Es quizás el elemento menos regular en cuanto a uniformidad de imagen, y ahora con las terceras e incluso con las cuartas equiparaciones, los cambios anuales de diseño y la nefasta gestión de RBB, hacen muy difícil enamorarse de ella, tras estas premisas se supone que si algo no debe dejar impronta es la camiseta. Pero esto no es así.
La camiseta lo es todo, la camiseta es el vínculo más cercano con el club de nuestros duermevelas, la sensación de llevar el color de la esperanza, la bandera de mi pueblo, la ilusión del millón de bélicos en cada partido.
La camiseta es lo que llevo puesto cuando echo de menos mi tierra en los múltiples sitios donde he vivido, la camiseta me ha traído las anécdotas más hermosas en los sitios más recónditos. Con ella puesta siento que los desconocidos pueden llegar a ser familia en un segundo. Como ejemplo sirva una anécdota en Costa Rica haciendo senderismo por la ladera de un volcán sin seres humanos cerca, y el primero que me encuentro es un extranjero que al cruzarse conmigo me da un abrazo y me dice en su partícular español, “Musho Betis”.
Encima nuestra camiseta es hermosa, tiene todo lo que ansía tener el resto de camisetas del mundo, representa no sólo a un club muy especial de fútbol, sino a la región más hermosa del planeta, tiene el color de lo último que se pierde, y el blanco de la amistad que la afición se grajea allá donde vá.
Desde entonces llevo la misma camiseta, nunca me compré otra, está vieja y ajada, pero cada vez que veo el escudo en el pecho sigo sintiendo la misma sensación de la primera vez, quiero besarla, besarla una y otra vez hasta que gaste mis labios con su tela.
Estaría bien, que los rectores de nuestro club le dieran de nuevo la importancia y prioridad que merece el uniforme verdiblanco obviando una marca que lo único que ha hecho desde que viste al Betis es desmerecer el nombre y cometer fallos que recuerdan mucho a una época en la que los bélicos no teníamos nada que decir.
Desde mi colaboración con esta magnífica web que es beticismo.net, hermanada con nuestro proyecto manquepierda.com quiero hacer un llamamiento a los béticos para que presionemos y volvamos a pedir un respeto por el valor de nuestra camiseta.