La mejor afición del mundo
Daniel Gil Pérez es periodista, nacido en Sevilla en 1973, licenciado en Derecho por la Universidad Pontificia Comillas y master en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha trabajado en la delegación de El País en Sevilla, en el diario 20 minutos, en Sevilla y en Madrid, y en el Departamento de Comunicación del Ministerio de Sanidad. Desde el año 2010 trabaja en Farmaindustria.
Hijo y nieto de béticos, socio en Voladizo y en Gol Sur hasta su asentamiento en Madrid en el 2003, hace una década que vive y sufre su beticismo en el exilio interior.
Próximamente se publicará un libro de Daniel, 100 motivos para ser del Betis, del que él mismo nos dice: «Para ser del Beis no hay cien motivos, hay mil, un millón. Y con uno sólo bastaría para ver la luz, abrazar la fe verdadera y disfrutar de sentimiento tan profundo, auténtico y peculiar. En las páginas de este libro se repasa la historia del Betis y el fervor de sus aficionados a través de recuerdos, anécdotas, personajes, títulos, victorias, derrotas y emociones, sobre todo muchas emociones. El que ya lo es, se verá reflejado en todos y cada uno de estos relatos. El que aún no ha descubierto que lo es, tiene ahora una oportunidad única para empezar a sentir y disfrutar ese beticismo que, aunque no lo sepa, ya late en su corazón»
Este relato que nos acompaña es un pequeño anticipo de lo que nos promete. Una de sus cien razones para abrazar la única y verdadera fe. En próximas semanas iremos viendo otras de esos cien motivos.
Como se comenta en el texto, nos basta con reconocernos cuando coincidimos fuera de casa, lejos de Heliópolis. Así conocí yo a Daniel.
Los béticos formamos la mejor afición del mundo. ¿Alguien lo duda? Nosotros, no. Se nos puede echar en cara que no contamos a nuestro favor con datos y cifras que respalden tan osada afirmación, pero a nosotros no nos hacen falta títulos ni estadísticas para saber que estamos en lo cierto. Nos basta con visitar el Benito Villamarín en día de partido para sentir intensamente la emoción de formar parte de un colectivo especial, distinto, único. Aún recuerdo, como un pellizco, el sentimiento, el vuelco al corazón, que me provocaba salir a la tribuna por el vomitorio de voladizo del estadio, de la mano de mi padre, contemplar la grada aún semivacía, en la que cada cual iba poco a poco ocupando su asiento, y sentirme de nuevo en familia, entre los míos, en un lugar mágico.
Nos basta con reconocernos entre nosotros, cuando coincidimos fuera de casa, lejos de Heliópolis, y basta un comentario, un guiño futbolístico, para saber que estás con un igual, con un hermano, con otro de los elegidos, con el que compartes recuerdos, emociones, amarguras, manías, decepciones, alegrías e ídolos. Muchos ‘betificados’, aquellos que no han recibido la vocación bética en la niñez de sus padres o familiares sino, ya talluditos, a través de amigos, por vía de matrimonio o por otras benditas casualidades, hablan de que no fueron ellos los que eligieron al Betis, sino que fue el Betis el que les escogió a ellos. Como Saulo, cayeron del caballo y vieron la luz de la verdad absoluta, una luz blanca y brillante tamizada por rayas verdes.
Nuestro sentimiento surge de la certeza de sabernos el pueblo elegido, como el judio en la Biblia, con las circunstancias siempre en contra, pero con la verdad de nuestro lado. Da igual que otras tribus, otras naciones, otras aficiones, campen por el orbe futbolístico rivalizando en puntos conseguidos, partidos ganados o títulos logrados. Para nosotros hay cosas más importantes. La hermandad entre los béticos, los buenos ratos juntos, la guasa, el cachondeo, el rito del domingo de partido, los viajes, la fidelidad inquebrantable, el aliento inagotable, la fe verdadera.
Claro que también nos gusta vencer en el campo! Cómo no! Y ganar torneos, y jugar competición europea, y estar siempre en Primera División. Pero sabemos que nuestra afición está por encima de coyunturas deportivas, que no dejaremos de animar a nuestro equipo independientemente de la categoría en que milite. Todos tenemos a algún familiar mayor que nos recuerda que vio al Betis en tercera división, y que nos advierte de que ‘eso’ es el Betis. Los jugadores y su desempeño en el terreno de juego no son nuestra motivación principal; sólo son una excusa, los representantes en la competición de un colectivo, de una afición, de un mundo aparte, que les considera parte importante de la causa, pero que va mucho más allá de ellos.
Por eso, por tantas certezas, por tan profunda convicción, apenas nos hace falta más motivo que éste para saber que estamos en lo cierto. Y que ninguna otra afición, mucho menos la del vecino, está a la altura de la nuestra. Y por eso mismo, somos capaces de enumerar, no cien, mil, un millón de motivos para ser del Betis, y no del Sevilla, ni de ningún otro.
Si quereis saber más sobre esta obra inminente no dejéis de visitar la web www.100motivos.es. Merece la pena
