La teoría del miedo

Real Betis 0-0 Valencia. Foto: Rafa Toro
Miedo. Una losa que pesa demasiado en la espalda de la sociedad. Una de las grandes normas con las que se condiciona a las personas. El miedo controla tiempos. Incluso representa una de las herramientas más vigorosas a la hora de gestionar a colectivos. Es una de las más grandes fuerzas emocionales del ser humano. Por miedo se han perdido grandes batallas. Momentos que no fueron salvados fruto de esa sensación que, por segundos, invade a sus protagonistas. Víctor Sánchez del Amo tuvo miedo en Riazor, y ello se plasmó en su equipo. El Betis salió a verlas venir. A no perder. Y, como viene siendo la tónica habitual esta campaña, lo acabó pagando caro. Empató. Y gracias.
La Real Academia Española define miedo como “angustia por un riesgo o daño real o imaginario”, así como “recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”. Muy claro tuvo que verlo el técnico verdiblanco para, desde el minuto uno, disputar un encuentro, de nuevo, con un sistema demasiado defensivo y con escasas alternativas en la segunda línea ofensiva. Un “miedo imaginario” que comenzó minutos antes del pitido inicial.
Víctor Sánchez volvió a apostar por un sistema similar al que lleva utilizando durante las últimas semanas, sólo modificado la pasada jornada durante los primeros minutos ante la Real Sociedad motivado por la lesión de Jonas Martin en los primeros compases del duelo. El 5-4-1 volvió a tomar protagonismo, esta vez en Riazor, aunque con un Ceballos más pegado al área y con libertad para crear, por lo que el sistema se acercaba mucho más al 5-3-1-1, con Donk, Brasanac y Pardo en la medular y Tonny Sanabria sólo en punta. Una vez más, demasiado desasistido el paraguayo.
Pese a ello, el Betis no comenzó mal. Los verdiblancos, liderados en los primeros 20 minutos de encuentro por Ceballos, llegaban al área del cuadro gallego con facilidad, pese a no materializar sus jugadas con peligro. La segunda línea, al menos durante algunos minutos, tuvo presencia en la zona de tres cuartos. Brasanac, junto a Ceballos, llevó el peligro en los primeros minutos. El serbio se ha destapado como un jugador versátil. Destruye, pero también crea. Fue el encargado de ejecutar los desmarques al espacio en el área de Lux, arrastrando así a la línea defensiva gallega para dejar la labor del gol al punta.
Un Betis enchufado. Un Ceballos, una vez más, superlativo. Un equipo que trabajaba y que sumaba llegadas peligrosas por los carriles de Piccini y Durmisi. De nuevo, el sistema invitaba a descolgar a Brasanac para que sumara en la creación, algo que el Betis adolece con la presencia de dos puntas arriba – Rubén Castro volvió al banco -. Pero, pese a ello, el buen momento del Betis duró poco. Más bien, hasta que Dani Ceballos quiso. El utrerano desapareció del enfrentamiento a partir del minuto 30 y el Betis se encontró demasiado solo. Los verdiblancos achacaron la falta de acierto de cara a la meta gallega. Bajaron la intensidad y entregaron el esférico a un Deportivo que se creció en el tramo final de la primera mitad, donde pudo matar el encuentro con varias ocasiones claras consecutivas. La historia se repitió en Riazor.
Desdibujado, intermitente y poco constante. El miedo se apoderó de un equipo con hasta nueve futbolistas de corte defensivo. Y con el terror en el cuerpo del entrenador y de sus futbolistas, el Deportivo se hizo con el control del encuentro. Y, así, el Betis volvió a perder su personalidad. Al menos esa que le hizo controlar el enfrentamiento durante algunos minutos.
No mejoró en la segunda mitad. Sin embargo, el rival tampoco hizo grandes esfuerzos para llevarse el encuentro, algo que el cuadro verdiblanco acabaría aprovechando por medio de Piccini, autor del gol que daba la victoria momentánea a un equipo que mostró, aún más, a partir del tanto del italiano, la filosofía de Víctor Sánchez.
Cúmulo de centrocampistas y defensas. Por si fueran pocos, el técnico verdiblanco dio entrada a Rafa Navarro y Álex Martínez, que se sumaron a Piccini y Durmisi. Cuatro laterales, tres centrales, Petros, Ceballos y Sanabria. El equipo lanzaba un mensaje claro. Un mensaje que derrochaba miedo en cada uno de sus protagonistas. Y el miedo, tarde o temprano, se acaba pagando. Álvarez Izquierdo ayudó con un penalti en el último minuto del encuentro algo dudoso. 1-1 y vuelta a Sevilla con la misma sensación de este curso.
El miedo pasó a terror. Terror al ver un planteamiento ultradefensivo, sin alternativas para intimidar al rival. Sólo con la idea de conservar una renta encontrada casi por casualidad. Una decisión que, a la postre, no sirvió para firmar un nuevo triunfo. El Betis sigue igual mientras que Víctor Sánchez del Amo pierde credenciales.