Mi artífice del ascenso
Pepe Mel ya me ganó en aquellos años del «no diga gol, diga Mel». Le recuerdo casi como ahora, sin gafas, eso sí, pero con la misma manera de ser de entonces, valiente, ilusionado y con ganas de meter todos los goles posibles. Fueron años de Puma Rodríguez, Calderé, Pumpido o Chano, años de ascensos, descensos y pichichis, pero al fin y al cabo, años en la historia del Real Betis Balompié.
Una vez abandonó su puesto de jugador, le llevé siempre en mi pequeño álbum de cromos de jugadores béticos escrito con letras de oro, allí se encuentran Calderón, Robert Jarni, Cardeñosa o Gordillo, entre otros, junto a Pepe Mel. Ahora, cuando la liga da sus últimos coletazos y los béticos desempolvamos el traje de venir al fútbol en primera división, hago reflexión y considero que Mel es, para mí, el verdadero artífice de que a tres jornadas para que acabe el campeonato de liga, ya no que estemos en primera división, sino que lo hagamos además por la puerta grande del campeonato y con una buena bolsa de goles debajo del brazo.
Pero mi agradecimiento va más allá de campeonatos y goles, él me ganó nada más aterrizar este verano en la Palmera con su temple a la hora de lidiar una situación insostenible. Presentó jugadores, preparó la pretemporada y además, capeó el temporal que arreciaba desde los Juzgados hasta ciertos personajes que prometían el oro y el moro allende tierras navarras, sin olvidarme de sacar a bailar al Barcelona de Messi y después, pagar la cuenta con un mes de febrero en el que jamás dudé de sus buenas intenciones.
A pesar de todo, logró construir un equipo con gente que siente lo que lleva en la camiseta y que además, conecta con la grada porque sabe jugar al fútbol, porque hacía mucho que en este Betis no se jugaba al fútbol. Revalorizó jugadores y le quitó a Emaná la exclusividad de estar en el escaparate. Los canteranos de nuestro equipo a día de hoy son tan valiosos como nuestro camerunés de oro.
Domingo tras domingo de esta larguísima travesía por el desierto me he acordado de aquello de «No diga gol, diga Mel» y me vuelvo a sorprender por las vueltas que pueden dar las cosas en este mundo tan pasional, tan de mentira a veces y tan particular que es el balompié.
Yo particularmente, a ti te debo la incontenible alegría de volver a este lugar del que nunca debimos salir y al cual nos aferraremos con uñas y dientes; yo particularmente de debo que este Betis sea un equipo en toda la amplitud de la palabra y yo particularmente te debo que la ilusión a ti debida de nuevo me traiga aquellos ecos del “No diga gol, diga Mel” sobre todo porque viene cargada de tu beticismo, tan grande como el de cualquier bético, del que no me cabe ningún género de dudas.
REYES AGUILAR